HUNDIDO Y CON ZAPATOS DE CEMENTO
Presumo que te perdí pues no tengo tu presencia,
y me hallo solo en mi ausencia, pues por ti siempre viví.
Me quemé a fuego lento, caminando lentamente,
arrastrando todo el peso de zapatos de cemento.
Estos pesados zapatos que arrastro desde el pasado
me han mantenido anclado a ti y tu bello retrato.
Hoy me siento empantanado a riesgo de estar hundido,
tengo mi espíritu herido, mi corazón quebrantado.
La promesa de los años siempre fielmente cumplí,
con los principios que en mí, de niño se han implantado.
Hoy, la muerte a cada rato, me muestra su rostro feo,
la esquivo como en rodeo y de huir de ella trato.
Quiero llegar al momento ‘confesando que he vivido’,
total, ya lo construido me permite irme contento.
Los zapatos de cemento me sacaré y ya descalzo,
podré hacer frente al cadalso cuando ya no tenga aliento.
Me niego a dejar de amar, me rehúso, me rebelo,
sentirme amado es provecho y de vital necesidad.
Pero hoy me siento deshecho, comprobando que no hay tiempo,
y un bendito salvavidas mi brazo quiere aferrar.
Aquí estoy, empantanado en polvorienta ‘tristoria’
que da vueltas como noria y me tiene abandonado.
El día menos pensado se abrirá mi jaula, y libre
podré atravesar el viento que en el presente es vedado.
Me elevaré así, liviano, por los cielos espejados,
tan blancos y azules claros, de un horizonte lejano.
Mas, hoy, en último intento, aún hundido o enterrado,
a mis pies quiero sacarles los zapatos de cemento.