APÓSTROFE AL PAREDÓN
"Si tú no saltas tu propio muro, nadie lo hará por ti."
—(Rubén Sada)
Paredón que otrora viste
en ti al justo fusilado,
de culpas estás manchado
porque no lo protegiste.
Cómplice, lo recibiste
en tu pecho de hormigón,
y el mártir, su ejecución
estampó en los tiesos ripios,
por no abdicar sus principios
delante de un pelotón.
♦
Te alzaste cual maldición,
paredón, testigo mudo,
tanto plomo nunca pudo
aplacar tu construcción.
Del temblor de un corazón
escuchabas pobres rezos,
arrancados a tropiezos
del himno de un inmolado,
y allí te han condecorado
con cucardas de aderezos.
♦
Altanero y orgulloso
dividiste la ciudad,
criando más desigualdad
entre lo feo y lo hermoso.
Soberbio rey, gran coloso,
enemigo de la unión,
tus bloques de corrupción
van sufriendo atrocidad,
y un llanto vil de humedad
te castiga en erosión.
♦
El archivo del horror,
álbum cobarde que calla,
muestra la huella canalla
del tirano ejecutor.
Tu agresivo constructor
‘de-mente’ tono carmín,
acabará en su festín
convertido en una estatua,
y al final, su vida fatua
también llegará a su fin.
♦
Es este mi desafío:
el de libertad suprema...
¡Falsa muralla, anatema,
desde mi altura te espío!
¿Acaso a un águila un río
le impondrá su condición?
Soy cóndor y un murallón
no me provoca desvelos,
mis límites son los cielos,
nunca un burdo paredón.
♦
Mote de segregación,
ni Dios tus límites fija,
mas, la humilde lagartija
franquea tu elevación.
Agónico paredón,
¡te haré beber tu elixir!
El mazazo por venir
pondrá fin a tu barrera,
y aun si yo ya no estuviera
¡alguien te ha de destruir!
♦♦♦
© Rubén Sada. 7-07-2008.
*** Un 𝐀𝐏𝐎́𝐒𝐓𝐑𝐎𝐅𝐄 es una figura literaria de diálogo que consiste en dirigirse, durante un discurso o narración, generalmente con emoción o vehemencia, a un interlocutor que puede estar presente, fallecido o ausente, a objetos inanimados personificados o incluso al propio autor u orador. Generalmente se utiliza el vocativo o el imperativo. El empleo de este recurso es muy común en las plegarias u oraciones, en los soliloquios y en las invocaciones. El poeta argentino Pedro B. Palacios (Almafuerte) escribió hace un siglo dos apóstrofes célebres que siguen teniendo mucha vigencia. No se debe confundir con el signo "apóstrofo" (').
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