Saúl Huenchul - "El Payador patagónico"
—Canta
Germán Montes.
“CD Abriendo Huellas” – PistaNº 11
ENTREVERO
Era
en Buenos Aires una madrugada
que
con mi guitarra iba a trabajar
cuando
en una esquina, todas despeinadas,
como
a seis muchachas tuve que enfrentar.
La
más jovencita no tendría quince años,
y
la más viejona, dieciocho, tal vez,
querían
agarrarme como a un bicho extraño,
al
verme tan solo, tan gaucho y de a pie.
Una
media ruana, babosa y jadeante,
con
los senos al aire se me adelantó
y
una flacuchenta, que estaba adelante,
de
dos manotazos me rompió un reloj.
Me
gritó un milico, medio a la pasada:
—“No
les haga caso, que nada le harán.
Están,
pobrecitas, borrachas y drogadas,
y
algunas ni saben hacia adónde van”
Medio
al trote largo, safé del grupito,
y
eché por la calle, sin dejar de oír,
gruesas
palabrotas que llevó el vientito,
entre
risotadas de angustia y sufrir.
Pensé
en mi sobrina, que un año tenía,
y
sentí en el cuerpo como una frialdad,
y
mirando al cielo, con la cara fría,
maldecí
la droga y otras cosas más.
Pensé
en el boliche, donde habían salido,
aquellas
muchachas, casi sin control,
los
pelos revueltos, los labios caídos,
hediendo
a cigarro, a humo y alcohol.
Creo
que los padres son los responsables,
con
toda la gesta de liberación,
de
muchas desgracias, que son incurables,
como
un cielo negro para el corazón.
Quisiera
marcharme a un sitio sin luces,
para
que mis hijos se pudieran criar
mirando
de cerca pumas y ñanduces,
para
que ellos solos puedan analizar.
Si
algún día pisan esos reñideros
que
pisen sabiendo que allí no hay honor,
porque
el manoseo de esos entreveros
opaca
lo lindo que tiene el amor.
Pucha,
qué trabajo que dan los gurises,
desde
que la madre comienza a creer
que
tiene en la entraña pequeñas raíces
hasta
que un día de esos le da por nacer.
Y
llegan al mundo desnudos de alma
inocentes
y puros como un manantial,
por
eso los padres, deben con calma
señalar
a diario donde está el mal.
La
droga mentada y el alcohol son cosas
para
las personas sin capacidad
de
enfrentar la vida con alma empeñosa
en
bien de su sangre y de su heredad.
Pasa
por nosotros, gran parte, señores,
no
todo es el duende de la juventud,
si
realmente hay algo de fe en los mayores
debemos
entre todos romper esa cruz.
¿Por
qué permitirles a los más ladinos
que
con nuestros hijos hagan pa’ vivir?
¡Si
no hay justicia pa’ los asesinos
por
nuestra familia se tendrían que ir!
A
mí no me importa lo que piensan esos,
que
viven pendientes de lo qué dirán,
me
importa la vida, me importa el progreso,
me
importan los hijos, que creciendo están.
Me
importa la vida, me importa el progreso,
me
importan los hijos, que creciendo están.
Escuchar la pista cantada por Germán Montes: