DALE LAS GRACIAS AL PIBE
I
Qué decís, vení, acercate,
no te quedés ahí parao,
me mirás como extrañao,
vamos, vení, acomodate.
Chapá una silla, sentate,
¡Sirva, mozo! ¿Qué tomas?
Como sonánbulo estás
y no soy ningún extraño,
está bien que pasen los años,
mas creo que te acordás.
II
Ya sé que el mismo no soy,
me ves más viejo, lo sé,
los años que "allá" pasé
me están deschavando hoy.
Pero aquí me ves, estoy,
decidido a comenzar,
mas, antes quiero aclarar
con vos una situación
que aprieta mi corazón
como queriéndolo ahogar.
III
Siempre me había extrañado,
perdóname, Dios, la queja,
de que estando yo entre rejas
vos no me hayas visitado.
Después que libre he quedado
seguí buscando el por qué
y al final lo averigüé...
¡No, no importa quién me lo dijo!
No te alarmes, tengo un hijo,
y ando sin armas, ya ves.
IV
En los momentos primeros
pensé en buscarte y cobrarme
pero llegué a controlarme
casi me he vuelto cordero.
Mas, hoy que te encuentro, quiero
gritarte tu proceder:
Pensaste que la mujer
del amigo encarcelado
iba a ser pa' tu bocado
y otra victoria a tu haber.
V
No, no te levantés, sentate,
ya lo dije, no te alarmes,
tan sólo vas a escucharme
después que me oigas, andate.
De que yo existo, olvidate,
como yo me he de olvidar,
pero hoy que te puedo hallar
sin buscarte, creemelo,
este placer damelo,
de que así te pueda hablar.
VI
Y gritarte frente a frente
tu rastrera y vil ofensa,
con la mujer indefensa
te hiciste el prepotente...
sin que llegara a tu mente
¡de aquel amigo, el recuerdo,
te has portado como un cerdo!
Dale las gracias a un pibe
que desde hace un tiempo vive
en mi más puro recuerdo.
VII
Y ahora sí, andate ya,
no te detengas un paso
mientras sujeto mis brazos
porque me pueden fallar;
"Cachorro', ya voy pa allá,
gracias, pibe, has detenido
la mano que hubiera herido
con puñala mortal
al que ofendió la moral
de tu madre ¡hijo querido!
©Juan Arrestía - El poeta nochero, de Quilmes