PRESO PICANDO TOSCA
Por las noches pica y pica,
el preso pica la tosca,
agujerea la hosca
chubutense tierra rica.
¿Para qué? Nadie le explica.
Sólo le ordenan picar
y con el pico horadar
al duro suelo, hacer mellas,
su premio son las estrellas
y el permiso de mirar.
Nunca ha visto cosa igual
que el cielo de Comodoro,
estrellas, un mudo coro
que alaba al Dios celestial.
Ese ser universal
que desde el alto lo mira,
mientras el hielo respira
cada vez que el pico cae,
y su esfuerzo no decae:
Él protege y no es mentira.
Paradójico dilema
de qué es premio y qué es castigo,
que un mandato poco amigo
sea salida a un problema.
Aunque la llaga es edema
cual castigo siberiano,
el calabozo no es sano
pues estar aislado en calma
deja muy llagada el alma,
y él las prefiere en la mano.
Mientras el frío lo hiela
un soldado que le apunta
con un FAL, le habla y pregunta
y él responde al centinela.
Pero un militar de escuela
que a ambos de cerca escucha
sale afuera con capucha
y ordena con un fraseo
“no conversar con el reo”
así no mengua la lucha.
¡Fuerza, preso picador!
Sigue aunque no des abasto,
luego allí crecerá el pasto
regado por tu sudor.
Sé como el buen sembrador,
que el mundo te quede chico,
pico y pala, pala y pico
mientras te asombra este cielo,
vencerás al duro suelo
y aunque pobre, serás rico.
Varias horas de labor,
ya cambió guardia el soldado,
se siente el preso agotado,
extenuado y sin vigor.
La espalda calla el dolor
porque ha vencido epopeyas,
sin fusiles ni querellas,
picar tosca ha sido un parto
y el preso vuelve a su cuarto,
a una noche sin estrellas.
Rubén Sada. 13/02/2019.
Recuerdo de mi encarcelamiento por la dictadura militar en Argentina, año 1979.