pesado lastre con que te carga la vida:
¡Abandona ya mismo la melancolía
que la soledad fue siempre tu enemiga!
A ti, fuerte guerrero incansable
diestro luchador inderrotable
que tiene para los demás una palabra amable,
busca a alguien que con cariño te hable.
A ti que creíste en el amor eterno
creyendo en las princesas de los cuentos,
tu mundo color de rosa se te tornó negro,
y tu castillo de naipes se fue al infierno.
¿Es que no te animas a navegar de lleno
por horizontes no conocidos, nuevos?
Pues tienes miedo de perderte en el océano
explorando la frialdad de otros cuerpos.
Tú, que has tenido coraje para emprender desafíos
y eras hábil en la resolución de conflictos,
¡que eras de espíritu optimista y positivo...
... ahora ves a cada paso un peligro!
Fuiste gerente de escasez y de abundancia,
eras impaciente y desbordabas de ganas;
tu semillero de ideas nunca se acababa...
y hacías todo lo que te entusiasmaba.
Tú, que utilizabas tus puños no para pegar
sino para escribir y por tus ideas luchar,
y al que estaba a tu lado lo tratabas de ayudar
y al que se había caído animaste a levantar.
No puedo creer como tantos han comido de tus manos
y cuando tú tienes hambre no aparece un hermano.
Comprobaste que “Ríe y el mundo reirá contigo...
...pero cuando llores, estarás solo y abatido.”
Eres una motita de polvo dentro del universo
por momentos dios, pero de carne y hueso,
búscate quien te dé un abrazo fraterno,
quien te ayude a seguir soportando el peso.
A ti, que no posees ningún pavor ni miedo,
que has atravesado la subida y el descenso,
que has estado en la cima, y en el pozo ciego:
"¡No bajes los brazos, pasará el mal momento!"
A ti, Rubén Sada: escucha lo que te digo:
a ti que eres mi más temible enemigo,
pero al mismo tiempo eres mi mejor amigo:
te digo todo esto a ti: "Me lo digo a mí mismo".
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© Rubén Sada (26-03-2007)
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(Poema publicado en EL LIBRO DE ORO de Rubén Sada)