3 de diciembre de 2019

BERNAL (Autor: Juan Arrestía, de su libro “Por esas calles de Quilmes”)

BERNAL

I
De la estación de Bernal
hasta la calle Belgrano
si habremos andado, hermano,
cuando aún estaba el Ideal.
Viejo y querido Bernal
de una época de oro,
hoy como muchos añoro
tu romántico pasado,
que aunque lejos ha quedado
dentro del alma atesoro.
II
Moderna edificación
y suntuosas galerías
matan la policromía
de esa lejana visión.
Cuando el timbre la función
del viejo cine anunciaba
y el taconear se escuchaba
del pintudo Robertino
que con el tango argentino
por esos tiempos tallaba.
III
Cuando allá en los Papeleros
bailaba el Chino Fatiga
luciendo como una espiga
su estampa de milonguero.
Allí se jugaba entero
su amor por el dos por cuatro
mientras la Tita Galatro
representaba a Bernal,
allá en Radio Nacional
y también por los teatros.
IV
Honor y Patria ¡Salud!
Mi viejo cuadro glorioso
que nos llenaste de gozo
allá por la juventud.
Fuiste acá en la zona sud
representante cabal
de esa hinchada que en Bernal
vitoreaba tus colores
¡viejo club de mis amores!
Has sido, y sos inmortal.
V
Agustín Bardi ¡Salute!
Viejo y querido maestro
que enalteciste lo nuestro
con tus tangos bien debute.
Hasta los mismos franchutes
en París, su capital,
aún bailan lo que en Bernal
por vos un día nacieran
tangos de estirpe orillera
pero de garra inmortal.
VI
Tino Tori ¡gracias Tino!
Por aquellas carcajadas
que con tu fina humorada
sembraste por el camino.
Fuiste del teatro argentino
genuino representante
mientras Guido, el gran cantante
de hermosa y lírica voz
triunfaba llevando en pos
a Bernal siempre adelante.
VII
Viejo Marcelo Ruggero,
los tanos que interpretaste
en el alma los dejaste
de todo un país entero.
Gracias Marcelo Ruggero,
artista dúctil, cabal,
también fuiste de Bernal
aunque en Don Bosco vivías,
sé que por esto sentías
un cariño sin igual.
VIII
Vieja barriada escuchame:
no creas que me olvidé
si es que aún no te nombré
te lo ruego, perdoname.
Esquinas de Villa Crámer
que ayer nos vieron pasar
cuando íbamos a bailar
al Giusepe Verdi aquel
donde tocaba Berté
y Rosi y Bianchi a la par.
IX
Cuando en la puerta parados
del viejo café Regina
veíamos pasar las minas
de la Fábrica de Hilados.
Muchos años han pasado
pero aún me parece ver
a José Cheli caer
con su fuelle y con presteza
darle al tango sin pereza
hasta el otro amanecer.
X
Cuando frente a la estación
la estatua de Mitre estaba
y en el café se escuchaban
las quejas del bandoneón.
Tocadas con emoción
por Acosta y por José
también Chochi dos por tres
con su guitarra caía
y entre los tres componían
un trío, gloria de ayer.
XI
Viejo Bernal, hoy al verte
tan moderno, tan pujante,
marchando siempre adelante
airoso sin detenerte,
mis versos quise ofrecerte
en nombre de los que ayer
han sabido recorrer
tus barrios, calles, veredas,
de lo cual ya nada queda
ni volveremos a ver.
Autor: Juan Arrestía (de su libro POR ESAS CALLES DE QUILMES)

EZPELETA (Recuerdos de Juan Arrestía, por esas calles de Quilmes)


EZPELETA

I
Te conocí cuando eras
de Quilines La Cenicienta,
allá por el año 30
caminé por tus veredas.
Cuando solo enredaderas
en tus cercos florecían
y en tus calles se veían
los huellones de los carros
que luchaban entre el barro
llevando sus mercancías.
II
El que ayer te ha conocido
al verte hoy tan pujante
sencilla, pero elegante
no puede echar al olvido
los sacrificios vividos
por esos viejos pioneros.
Muchos de ellos ya se fueron
pero por siempre han quedado
en el recuerdo grabados
por lo que por vos hicieron.
III
Quién no se acuerda de aquella
calle La Guarda de ayer
donde después de llover
no quedaban ni las huellas.
Mas nunca te hicieron mella
los sacrificios y así
a todos podes decir
que con tesón y trabajo
desde allí, desde muy bajo
muy alto has ido a subir.
IV
Mi viejo pueblo querido,
pedazo grande de Quilmes,
seguí tu camino firme
siempre airoso y aguerrido.
Sos orgullo del partido
por tesonero y capaz,
sin mirar nunca hacia atrás
has de llegar a la meta
para que seas Ezpeleta,
nunca menos, siempre más.
Juan Arrestía (De su libro POR ESAS CALLES DE QUILMES).

COSAS LINDAS QUE SE HAN IDO (de Juan Arrestía)


COSAS LINDAS QUE SE HAN IDO

I
Cuántas veces recordando
esos años que se han ido,
años que nunca el olvido
podrá del alma ir matando,
uno se queda pensando
en tantas cositas gratas
como dulces serenatas
de vieja recordación
que inundan al corazón
y los recuerdos desatan.
II
Entonces yo vuelvo a ser
aquel pibe quinceañero
que encontraba en el sendero
solo dichas y placer.
Cuando a la mesa a comer
con los viejos me sentaba
y con ellos conversaba
de esos sueños juveniles,
cuando estos cuantos abriles
a mi rostro no surcaban.
III
La primera sin tocar,
la billarda, el rango y mida
cosas lindas de la vida
imposibles de olvidar.
Cuando le iba a llevar
a la hora del medio día
allí a la Cervecería
el morfi al viejo querido
que aunque hace mucho se ha ido,
recuerdo todos los días.
IV
Y al volver ya me encontraba
con la comida en la mesa,
sopa, papa, milanesa
que la vieja preparaba.
Y al terminar me fregaba
las orejas con la toalla
pues siempre quiso que vaya
al colegio con aseo,
si parece que aún la veo
teniéndome bien a raya.
V
Y aquella pilcha primera
de los pantalones largos
baratieri y sin embargo
dos temporadas enteras
duró la pilcha primera
que yo lucía con cancha,
mas tanto darle a la plancha
como un espejo brillaba
y la aureola se notaba
de un eficaz quita manchas.
VI
Los pantalones cambrona
pa’ los días de semana
que los planchaba mi hermana
o el que les habla en persona.
Pantalones de cambrona
a tres con cincuenta el par
que al empezarlos a usar
ni bien salían de la tienda
dos rodilleras tremendas
se empezaban a notar.
VII
Y me veo caminando
por aquellas viejas calles,
Aristóbulo del Valle,
por Rivadavia paseando.
O me quedaba esperando
en la romántica esquina
a la diquera vecina
que al pasar me sonreía
y mil cosas prometía
su mirada cristalina.
VIII
Años que el tiempo llevó
por las huellas del recuerdo,
por eso cuando me acuerdo
se me achica el corazón.
Como una vieja canción
llegan a mí en tropel
y al pensar en ese ayer
que ya nunca volverá
dan ganas de lagrimear,
muchachos; perdónenmen.(sic)
Autor: Juan Arrestía. (El poeta nochero, de Quilmes)
De su libro POR ESAS CALLES DE QUILMES.

VIEJA CALLE RIVADAVIA (de Juan Arrestía – Por esas calles de Quilmes)



VIEJA CALLE RIVADAVIA

I
Rivadavia más o menos
del 25 al 40,
todavía se comenta
de nostalgia el cuore lleno.
Cuando había terrenos
en esa arteria querida.
Lógicamente la vida,
con su eterno caminar,
cambia todo de lugar
y al progreso nos convida.
II
Pero aunque uno lo quiera
los recuerdos nos dominan,
aún creo estar en la esquina
campaneando la diquera.
Muchachita quinceañera,
los domingos por la noche,
cuando no andaban los coches
y de una a la otra punta,
tratábamos de ir en yunta
dando amorosos reproches.
III
De cuando el corso doblaba
por Mitre hasta Olavarría,
y el Clown nunca se aburría
pues Colombina lo amaba.
De cuando se intercambiaban
esos ramitos de flores,
y mil promesas de amores
escuchaba la princesa,
que lucía su belleza
en el palco de colores.
IV
Cuando “mamá” y la vecina
a ese corso nos llevaban,
y por 5 nos compraban
rollitos de serpentinas.
Las sillas de la cocina
poníamos junto al cordón,
lejana y bella visión
de carnavales pasados,
que en el recuerdo han quedado
pero firmes de emoción.
V
Recuerdan muchachos de antes
al salir de la Colón
en cruz con la Exposición
el almacén de Durante.
Pa’recetarte un calmante
justito enfrente Dorado,
los chops que habrás tomado,
te acordás Oscar Damiano
con Adrogué, mano a mano,
allá en el Maxim sentados.
VI
Semáforos no existían
en esa esquina bendita,
un botón en la garita
el tráfico dirigía.
En el quiosco nos vendía
Garufi los cigarrillos,
ya entraba a vender anillos
Butín en la librería,
y Persichini cosía
pa’darle a las pilchas brillo.
VII
La pizza del Tropezón
con porciones de fugazza
que llevábamos pa’casa
al terminar la función
del viejo cine Colón.
Otro crimen del progreso,
yo no la bronco por eso,
pero a veces de pasada
le tiro de madrugada
el más rante de mis besos.
VIII
Cuántas damas del lugar,
en ese tiempo pebetas,
pasaban por la Silueta
pa’hacerse fotografiar.
En la Casa Nina entrar
a buscar el par de lentes,
siempre atento y diligente
vendiéndonos las camisas,
estaba José Camicia
atendiendo a sus clientes.
IX
Una altura que da susto
hay al llegar a la esquina,
si se habrán vestido minas
allá en la tienda El Buen Gusto.
En la otra vereda justo
el almacén Merediz,
época linda, feliz,
donde también tuvo brillo
el quiosco de cigarrillos
del padre de Kontomich.
X
La antigua Mina de Oro
y de Sabri La Ben Hur,
que aquí por la zona Sur
tallaban en tiempos de oro.
Rivadavia, que hoy añoro,
cuando aún te ensuciaba el barro
y en la Bouquet un par de tarros
los pagaba 7 mangos,
y eran compases de tangos
cuando los carros pasaban.
XI
Y la farmacia de Roca,
el crédito radical,
que supo ser caporal
en épocas como pocas.
No caminaba la coca
ni cítricos envasados,
empanadas, vino, asado,
por esos tiempos corrían,
y Chorroarín nos barría
la calle de lado a lado.
XII
Justo en la esquina de Alvear
estaba el café de Viola,
donde afinaba la gola
Pancho Roumieu pa’cantar.
Como invitándote a entrar
don Pánfilo con su tienda,
aflojándote las riendas
ya Fornabaio vendía
billetes de lotería
pa’el Ministerio de Hacienda.
XIII
El viejo cine Sarmiento
donde ahora está el Rivadavia,
cuando lo bancaba Palla,
fotógrafo del momento.
Si me parece que siento
el timbre cuando anunciaba
que la función comenzaba,
y pegada en la pared
la foto de Mae West
y Tom Mix que galopaba.
XIV
La iglesia frente a la plaza
donde con gran emoción
yo tomé la comunión
en esa sagrada casa.
La vida que pasa y pasa,
no ha conseguido borrar
el beso que supo dar
mi madre aquella mañana,
clara, límpida, lejana,
que jamás podré olvidar.
XV
La escuela Nº 1
donde cursé el sexto grado,
los años que allí he pasado
en mis recuerdos acuno.
No he visto más a ninguno
de aquellos, mis compañeros,
la maestra de tercero,
la Fracuellí, la Mariana,
qué lindo sería mañana
volver a estar en primero.
XVI
La Municipalidad
en la esqiuna de Sarmiento,
donde hombres de talento
bregaron por la ciudad.
Hoy te sobra autoridad
mi vieja calle quilmeña
para gritar que sos dueña
de una hermosura sin par
muy difícil de igualar
en esta zona sureña.
XVII
Rivadavia de un pasado
romántico y emotivo,
son los versos que te escribo
por el cariño inspirados.
Cuando me lleve a su lado
la que a todos nos iguala,
cuando se quiebren las alas
del gorrión que hay dentro mío,
perdurará el albedrío
con el cual canté tus galas.
Juan Arrestía (de su libro POR ESAS CALLES DE QUILMES)


ALLÁ POR EL AÑO 30 (de Juan Arrestía, el poeta nochero, de Quilmes)


ALLÁ POR EL AÑO 30

I
La otra noche me paré
en Gaboto y Rivadavia,
no sé si fue pena o rabia
la verdad de que aflojé.
Por más que miré y miré
no vi la confitería,
a Marino no se oía
sus diarios pregonando
ni a los mozos esperando
los express que le pedían.
II
Las luces me encandilaron
de una imponente vidriera
pues también a la “piojera”
abajo me la tiraron.
Cuando mis ojos miraron
hacia donde el teatro estaba,
nada de él allí se hallaba
porque el progreso en su andar
también lo hizo claudicar
y tirado se encontraba.
III
Quedé en la esquina parado
entre el vaivén de la gente,
mil letreros fluorescentes
daban brillo al alfaltado.
Queriéndome ir al pasado,
mis ojos se entrecerraron,
esos sueños me llevaron
a los años juveniles
de cuando mis veinte abriles
estas veredas pisaron.
IV
Pues soy del Quilmes aquel
de cuando el Cine Colón
se estremeció de emoción
con los tangos de Gardel.
Campanié la pinta de él
desde la esquina e’Durante,
donde un chop bien espumante
te lo fajaban diez guitas
y el tango La Cumparsita
se oía de un viejo parlante.
V
Yo soy quilmeño del 30
de cuando Pancho Gorrindo
se deschavó de lo lindo
en su tango “Las 40”.
Años floridos, polentas,
de la Vieja Serenata
donde sus almas desatan
Sandalio y Teófilo Ibáñez
inspirados no se extrañen
vaya a saber en qué ñata.
VI
Yo soy de un Quilme lejano
de aquel gran doctor Iriarte,
don Isidoro, estandarte
médico gaucho y humano.
Como quisiera las manos
de ellos volver a estrechar
cómo quisiera gritar
la gambeta sobradora
de Zito, la bordadora
de Arrillaga y Sandoval.
VII
Aclaro que soy quilmeño
de cuando Roberto Amigo
cantaba Tomo y Obligo
o algún estilo sureño.
Quilmes del viejo diseño
de Seti, Aspitia, Canesa,
que nos dieron las bellezas
de aquellas obras teatrales,
versos, prosas inmortales
de inconfundible pureza.
VIII
El viejo cine La Paz
de nuestra infancia querida,
el Emphire, el Avenida,
que no han de abrirse jamás.
Hoy que todo queda atrás
y que en la zurda nos pega,
de Vázquez, Sívori, Ortega,
yo no me puedo olvidar,
pues dejaban al cantar
el alma de Santos Vega.
IX
También recordarlo quiero,
pues de Quilmes fue un pedazo
a Héctor Wilde, Bolazo
jovial y dicharachero.
Y ahora a quitarse el sombrero
que es un orgullo nombrarlo
porque a Barbieri escucharlo
cuando pulsa el instrumento
es ternura, sentimiento,
es quilmeño, no olvidarlo.
X
Yo era pibe todavía,
y al autor de Adiós Muchachos,
sin arrugas, el escracho,
en la Colón lo veía.
Qué lindos aquellos días
los del Café Nacional,
la guitarra magistral
de don Alberro Martín,
la orquesta de Francisquín
que fue del tango un puntal.
XI
Allá por el 37
paré en la Fonda de Festa,
donde esperaban la Sexta
los puntos del cubilete.
La Nápola de un tresiete
allí la aprendí a trincar,
aún la contemplo al pasar
Mitre y Brandsen, vieja esquina,
si a veces como una mina
dan ganas de lagrimear.
XII
Yo soy quilmeño de cuando
Campolo, el tano gigante
se llevaba por delante
a todo el mundo boxeando.
Me parece ver bailando
en el viejo Patria Unita
o allá en Villa Margarita
al Pibe Ríos, Romano,
[*…*]
infaltables a la cita.
XIII
Yo por Quilmes caminaba
en los tiempos del tranvía
que de la estación salía
y hasta la Rambla llegaba.
Después por Brandsen doblaba
hacia el punto de partida.
Como el tranvía, la vida,
se va tomando el espiante,
y de aquel Quilmes de antes
ni una luz se ve encendida.
XIV
Hoy estás lleno de casas
y pisos horizontales,
te quedan pocos barriales,
bacán el tiempo te hizo.
Si hasta parece un hechizo
que hayas ido tan arriba;
si a veces el cuore chiva
no es porque esté en desacuerdo,
es que tallan los recuerdos
y los años nos derriban.
Juan Arrestía (de su libro Por las calles de Quilmes)

AÑORANZAS (de Juan Arrestía)

AÑORANZAS

I
Parado en la escalinata
que existe allí en la estación,
con un poco de emoción
que los recuerdos desatan.
Como una cinta de plata
Rivadavia te veía
en la noche parecías
un cielo hermoso de estrellas
y al mirarte así tan bella
sentí que más te quería.
II
Yo que pude conocer
a tus veredas de antaño
que al ir pasando los años
las vi a tu ritmo crecer.
Yo que supe recorrer
tu calle desde criatura
al advertir la hermosura
de esa, tu policromía
sentí que en el alma mía
se desbordó la ternura.
III
Infinidad de letreros
luminosos alumbraban
comercios que demarcaban
tu pujante derrotero.
Yo, que sé de los primeros
albores de tu grandeza
cuando aún en la cabeza
cabellos negros tenía,
en medio de esa alegría
sentí un poco de tristeza.
IV
Por tus veredas de pibe
fui a la escuela caminando
y allí, mi mano temblando
la primera frase escribe;
palabras que siempre viven
grabadas eternamente
hoy que acaricio en mi frente
arrugas que el tiempo puso
lo siento al cuore cachuzo
añorar continuamente.
V
Bajé de la escalinata
y pa’ el barrio entré a rumbear,
noté de que iba a fallar
y podía meter la pata.
Entre esa cinta de plata
como una sombra me fui
y es por eso que escribí
estos versos que le brindo
a aquel viejo Quilmes lindo
que ayer me vio sonreír.
Juan Arrestía (De su libro Por esas calles de Quilmes)

28 de noviembre de 2019

TILO

TILO


Noviembre con aire a tilo,
respiro en ti, Quilmes Oeste,
bajo tu cielo celeste
pide mi calma tu asilo.
En tus veredas alquilo
la fragancia de una tarde,
mientras la luz del sol arde
como la pasión de “ella”
y cuando asome una estrella
en su pecho el mío guarde.

© Rubén Sada. 28/11/2019.

23 de noviembre de 2019

INTIMIDACIÓN

INTIMIDACIÓN


Yo estuve preso en un "pozo"
que medía dos por uno,
enfrentando sed y ayuno
en un negro calabozo.
Afuera un paisaje hermoso,
adentro intimidación,
un box para “persuasión”
con soberbias amenazas
que quemaban más que brasas
mi inexperto corazón.


Así es la intimidación, 
simplemente un espantajo,
te asusta de arriba abajo
su psicológica acción.
Una patraña, invención
de una mente que delira,
que con la coacción aspira
a violentar tu conciencia,
desafiando con su creencia
que se basa en la mentira.


Y enfrenté la soledad
con mi otro yo, quizá autista,
fui un ciego con buena vista
tanteando en la oscuridad.
Asumí mi levedad
captando con cada oído
el más ínfimo sonido
que me transportaba afuera,
y a pesar de ser quimera
fui un muerto con un latido.


Sentí el rugido del viento,
sentí del invierno el frío
y el capricho del impío
que me hundió en el aislamiento.
Quisieron que un escarmiento
con el tiempo me ablandara,
y que en mi cuero una escara
me hiciera en el alma un quiebre,
tallando una marca orfebre:
“una condena” bien cara.


Psicológico chantaje
que al más valiente amedrenta,
cuando el que obliga te enfrenta
a la demencia salvaje.
Y es que debe estar el paje
medio loco o tal vez cuerdo,
o albergar en el izquierdo
una noble convicción:
que ninguna “seducción”
lo haga firmar un “acuerdo”...


Un acuerdo en transigir,
o un atajo en el camino,
un diagonal en su sino
o razón de su existir.
Un propósito al vivir
que contiene un corazón
leal, que con devoción
fija su vista en el premio,
al que no doblega apremio
ni vil intimidación.


© Rubén Sada. 23/11/2019.

22 de noviembre de 2019

ESOS PINCELES, TUS BESOS

ESOS PINCELES, TUS BESOS

Poeta, que tus pinceles
usas para escribir versos,
sobre paños suaves, tersos
en las musas y sus pieles...
Te pido que no encarceles
la palabra en libertad,
que sea tu claridad
como pintura del alba
y gaviotas a mansalva
vuelen en la inmensidad.

Hago un lienzo sobre el alma
y le doy tono brillante,
con la pasión del amante
que hace versos con su palma.
Tus besos pintan mi calma
con tibiezas bien costeras,
alimentando quimeras
de fantástica poesía
que es el alba, que es la guía
que tranquiliza de veras.

Con celeste pintaré
tus ojos de zarco vuelo,
y marrón será tu pelo,
castaño como el café.
De carmín colorearé
tus mejillas, tu sonrisa
será marfil, blanco tiza
y rubí tus besos sabios,
calmantes para mis labios
cuando me besas sin prisa.

Tus besos aplacan fieras
en este agreste paisaje,
son un sedante masaje
pintado a manos sinceras.
Leonardo soñó quimeras,
utopías de gente mansa,
la décima nunca cansa
si la pinta algún Van Gogh,
y hasta un feroz bulldog
con tus pinceles se amansa.

Un viejo lienzo ideográfico
le hace muy bien a la estética,
con la décima poética
de un dactílico o un sáfico.
Y ni un error ortográfico
hará versos pusilánimes,
dejando lienzos exánimes
sin vuelo alto ni gramática,
en la pintura idiomática
óleo y poema son unánimes.

Un premio paradigmático,
darles sería algo ético,
por su don multifacético
de escribir un verso enfático.
Tal vez entregarle un viático,
a algún paraíso idílico,
un tubo de ron etílico
o alguna cifra simbólica,
un premio por su apostólica
poesía de óleo acrílico.

© Rubén Sada. 22/11/2019.

19 de noviembre de 2019

EMPAPADO EN VERSOS


EMPAPADO EN VERSOS


De octosílabos que acaso
desde el cielo llueven (buenos),
escucho en el alma truenos
que humedecen mi regazo.
Capturo al verso, lo abrazo
bañado de amor agape,
evitando se me escape
como entre los dedos aguas,
no intento abrir el paraguas
ni impediré que me empape.

© Rubén Sada. 19/11/2019.

Con tu visita yo vibro./ Tu regalo apreciaré,/y te obsequiaré mi libro/ si me invitas un café.

Invitame un café en cafecito.app