17 de marzo de 2013

ALMAFUERTE Y SU POESÍA (CAP 1 Y 2: Detalles de la personalidad de Pedro B. Palacios, por Antonio Herrero)

almafuerte poeta


ALMAFUERTE Y SU OBRA POÉTICA 

(por Antonio Herrero) BIOGRAFÍA 

Y CAPÍTULOS 1 Y 2

DATOS BIOGRÁFICOS




Pedro Bonifacio Palacios Rodríguez nació el 13 de mayo de 1854 en el partido de Matanza, provincia de Buenos Aires; murió el 28 de febrero de 1917 en su casita de La Plata, sita en la calle 66, número 530. Era el quinto hijo de una familia compuesta de siete hermanos, de los cuales sobreviven dos. Su madre, doña Jacinta Rodríguez, murió, todavía muy joven, en 1859. Su padre, D. Vicente Palacios, falleció en 1876 a los 56 años de edad. 
La infancia del poeta transcurrió en casa de sus abuelos, donde fue educado por una tía suya soltera, Carolina Palacios, a quien él nombraba madre y como a tal quería. En su artículo "La hora trágica" refiere Almafuerte las impresiones de su infancia y su primera educación, formada por lecturas de la Biblia y biografías de los próceres argentinos. Conforme afirma Emerson, los grandes genios tienen las más cortas biografías. Así la de Almafuerte es toda interior. Su vida estuvo siempre consagrada
a la enseñanza y al periodismo.
Educóse en la escuela del Pilar, sita en la calle Santa Fe, entre Montevideo y Paraná, en Buenos Aires ; y allí mismo empezó su oficio de maestro, que ejerció en aquella escuela durante cinco años, hasta 1875.
En las escuelas de Balvanera fue profesor de dibujo y declamación durante cuatro años. Aficionado al dibujo, en el que descolló, hizo una solicitud en demanda de pensión para estudiar pintura en Europa y le fue denegada.
Desde 1881 a 1887 ejerció el profesorado en Mercedes y Chacabuco. Desde 1887 a 1894, en que fue nombrado maestro de una escuela de Trenque - Lauquen, fue redactor del "Buenos Aires" de La Plata, de "El Oeste" de Mercedes ; fundó "El Progreso" en Chacabuco y redactó "El Pueblo" de La Plata. También fue durante dicha época maestro de escuela en El Salto, donde escribió su primera poesía "Interrogante" que empezó a hacer famoso su pseudónimo de Almafuerte.
Hasta 1896, en que fue declarado cesante—¡por carecer de título, él, que podía dar lecciones a todos los titulados! — ejerció de maestro en Trenque- Lauquen.

En agosto de 1896 se le nombró prosecretario de la Cámara de Diputados de la Provincia, cargo del cual se le despojó a los dos años, quedando el poeta entonces en la miseria, sin más recursos que una jubilación de 45 pesos. Para poder vivir con tan exigua suma, alquiló por 5 pesos un rancho de madera en las afueras de La Plata, acto heroico que le mereció el calificativo de loco.
Entonces atravesó la época más amarga de su existencia. Él, que necesitaba por imperioso impulso moral, socorrer toda miseria que a su puerta llamase, encontrábase privado hasta de lo más indispensable para su propia subsistencia. Abandonáronle sus antiguos admiradores y quedó convertido para las gentes en una especie de ogro maldiciente y misántropo, cuyas palabras eran como dardos penetrantes contra la vileza humana. En tal estado afligente y desolado, víctima de todos y de todo, transcurrió para el poeta una época amarguísima en la que apuró todo el escarnio y toda la barbarie de la injusticia y la estolidez de los humanos.
Al fin lograron unos amigos suyos que el gobierno de la Provincia le concediera una suma por concepto de jubilación con cuyo importe compraron para él la casa que habitaba, que gravó luego con hipoteca para servir a un mal amigo, que lo clavó.
En septiembre de 1913 dio sus lecturas en el Odeón, que si no tuvieron, ni remotamente, el éxito merecido, diéronle cierta aureola de triunfo algo tardío.
Después de estas lecturas dio algunas conferencias en distintos puntos del interior de la República en las cuales fue aclamado con fervoroso entusiasmo, mejorando muy poco, sin embargo, su precaria situación. Y en esa tarea incesante de enseñar y predicar,
joven aún y viril, en la plenitud de su intelecto, sorprendióle la muerte, sin que todavía se hubiese decidido a publicar sus obras, a pesar de tener ese propósito desde hacía largo tiempo, y haberle ya
hecho ofertas en tal sentido algunos editores. 
Para aliviar su pobreza, poco antes de morir, acordóle el Congreso una pensión de 200 pesos mensuales, previo un discurso apologético de Oyhanarte y otro del doctor Joaquín V. González, sancionándose por unanimidad en las dos Cámaras del parlamento la glorificación del poeta; primer caso en la Argentina.
Pedro B. Palacios














CAPÍTULO I: IDEALISMO DEL POETA

La obra entera de Almafuerte constituye un universo, un nuevo universo humano, superior al antiguo y más perfecto, aunque moralmente de origen antiquísimo. Hay en este universo un mundo social donde el hombre se revuelve y lucha, se somete y se humilla o se rebela y asciende, mostrando los resortes íntimos de su alma. Hay también un infierno pavoroso en que traman y meditan sus diabólicos, pérfidos planes, "los satanes, los malditos, los que nacen tenebrosos, los que son y serán larva, los que nunca, nunca en seco ... se podrán regenerar", y cuyo príncipe es el nefando, el "feliz Luzbel hediondo". Y encima de este infierno siniestro y fragoroso, como un cielo seráfico de paz, pero henchido de amor y de dolor, resplandece inmaculado y fulgurante el paraíso de los puros, donde moran los heroicos, los perfectos, los locos de ideal, los sicarios del bien, espíritus soberbios de modestia, gemas incorruptibles de diamante, los que son nebulosas de amor mismo, gotas puras del bien absoluto y también vasos infames del dolor.
Entre el paraíso y el infierno existe el purgatorio, donde trabajan y luchan, agitándose furiosamente como titanes encadenados, con rugidos de fieras enjauladas, los millones de siervos que transforman la tierra, que alimentan la vida, que repujan el globo, cual si fuese una joya ; la dolorosa "chusma sagrada", la informe recua humana prometeica, la innúmera caterva delirante, que por lo mismo que delira es bestia. Al margen del purgatorio, fuera de la evolución universal, progresiva y ascendente ; sumido en sombra y en sopor eternos, como imagen de lo yerto y de lo estéril, se halla el limbo, donde yacen y sueñan como espectros, los nulos y los idiotas, cuyas palabras cayeron a la nada sin nada de la Nada; los cobardes cuya espalda no puede soportar "ni dos haces de trigo" ; los inofensivos y correctos "que aguardan en silencio la implantación de cualquier reforma, para presentarse, después, con el plato en la mano para recibir su parte de pitanza, los canflinfleros del dolor eterno". Misionero y redentor, legislador y profeta de este universo, es el propio Almafuerte, quien después de absolver en su conciencia a todos, pues el más vil . . . es un alma destinada como el propio Jesús a su calvario, emprende la redención de los caídos para lo cual no predica el bien, sino que lo practica él mismo iracundamente, repartiendo su pan a los hambrientos y cediendo su lecho a los míseros ; implorando piedad y misericordia en favor de los débiles, para lo cual se puso "a los pies de tales reyes que no podrían ser ni sus lacayos" ; azotando con su látigo el rostro de los grandes y las espaldas de los siervos para empujarles al más allá; flotando, como un andrajo, en la cruz de los abyectos. 
En este universo estallan también las tempestades y florecen risueñas primaveras, brillan como relámpagos las maldiciones y restallan y braman los apóstrofes; sonríen los ideales, cual arcángeles, y brilla por encima, como un cielo, suprema y divina
aurora de bondad.
Tal universo es análogo al de la vida real, pero infinitamente superior ; en el universo humano reina la diosa Naturaleza ; rige Karma, el dios impío de la causa y del efecto. En el de Almafuerte, en cambio, preside toda la vida un ideal de bondad y de ascensión ; hay una ley moral inexorable que obliga a elevarse al hombre, que empuja a la ciega chusma hacia las áureas cumbres de la luz; que señala como cima y como meta el celeste reinado interior, la aparición del hombre moral, la forja atormentada y prometeica de
la sublime segunda naturaleza.
Pero a pesar de ser verdadero este universo moral, de la línea del hecho va tan distante como la más lejana de las estrellas. Y así ha pasado a millones de kilómetros por encima de las testas de los hombres actuales, sin que estos hayan, siquiera, sospechado la grandiosidad ideal que atesoraba.
La chusma, sin embargo, se ha retorcido de dolor e indignación, flagelada por los latigazos del Profeta; los satanes iracundos, le han inyectado el veneno de sus lenguas ofidias ; los que rigen "cual resaca" los destinos de la chusma le han cubierto con sus babas ponzoñosas y le han crucificado y afrentado en la infamante cruz de la Calumnia. Pero él ha seguido enhiesto, inexorable, hasta el último minuto, predicando su evangelio, azotando a los malvados, escupiendo su desprecio y su furioso anatema sobre las testas malditas de los Príncipes del Mal.
Tal ha sido el milagro que realizó Almafuerte. Sobre una tierra fecunda y promisoria en cuyas cumbres morales ha florecido el más alto idealismo, pero que vióse al fin invadida por la codicia universal ; en el desolante y árido desierto de la civilización presente, hecha de odios y de lucha, de avaricia y de concupiscencia, él por la sola virtud de su alma ubérrima, ha creado un mundo perfecto, regido férreamente por el Bien y el Amor, y cuyo centro y eje es la ley moral.
En este magno universo de Almafuerte no impera el sensualismo, no triunfa la mentira, no halla acogida el odio, ni predomina orgulloso y entronizado el mal; ni prospera la insaciable y vil codicia, como sucede en el mundo de los hombres.
Pero él no ha elaborado una utopía, no ha imaginado un mundo, fantástico, rosado e irreal, como suelen hacer los idealistas ; ha forjado y amasado con sus propias entrañas una vida más alta y un
hombre más perfecto ; ha descendido a los antros más sombríos de la civilización actual y se ha elevado a las cumbres del espíritu humano; y ha dictado su pragmática del bien con la soberbia de un César, el renunciamiento estoico de un cenobita y la fiebre de amor de un Francisco de Asís. Se ha elevado por encima de la Naturaleza, ha domado y subyugado los sentidos; ha borrado con su genio la realidad exterior y ha implantado el reinado del ideal, la dictadura suprema de la "Suma Voluntad de lo Perfecto".



CAPÍTULO II: ALMAFUERTE, O EL GENIO



Almafuerte ha sido una de las más completas, de las más integrales y perfectas encarnaciones del genio que hasta el presente hayan existido. Él mismo nos ha dado en su poesía "En el abismo" o "La canción de un hombre", al describir su propio espíritu, la más alta definición moral del genio. También está descrito magistralmente en su evangélica titulada "Para los que no nacimos genios". Es el genio una potencia formidable que concentra y enfoca en su  conciencia todas las fuerzas cósmicas, que posee una potestad enorme de creación; que transforma, descubre y realiza por sí solo

más que toda una raza, más que siglos enteros de labor paciente, más que el esfuerzo continuo de toda la humanidad.
La civilización entera es la obra exclusiva de los genios; ellos trazaron como arquitectos lo que los hombres, después, realizaron torpemente como inexpertos albañiles. Y es que el hombre vulgar — que en mayor o menor, grado lo somos todos los hombres fuera de los genios, — es un esclavo abyecto de la rutina y de la sensualidad ; ama sólo el placer de sus sentidos y se aferra al pasado ciegamente. El genio es, por el contrario, una violenta fuerza moral, una imperiosa voluntad ascendente, una potencia ideológica disparada hacia el futuro.
Existe en la masa humana tal inercia, tan terrible fuerza de gravitación hacia el pasado, que si los genios desaparecieran, y con ellos sus obras, es de temer que el hombre emprendiera el camino de la regresión y volviese a andar de nuevo en cuatro patas.
Porque el genio, es como un cóndor, que sólo habita las cumbres, que otea desde las cimas los vastos horizontes, que señala a los hombres las rutas ideales y hostiga a la recua inerte para que salga del pantano y ascienda a las alturas. Es el genio una síntesis; en él se encuentran y funden cual los colores del iris en el rayo de sol, los instintos más contradictorios y los más locos anhelos; y Almafuerte es una síntesis de síntesis, es una acumulación de humanidades; en él se reconcentran y depuran los productos de todas las civilizaciones con un ansia formidable de superación.
Y el genio de Almafuerte es de la más pura casta, de la aristocracia más excelsa; es un genio del Bien y de la Moral; fue aún más esencialmente moralista que Buda y que Jesús, quienes, sobre todo, eran dos grandes iniciados en la ciencia de la evolución y la ascensión espiritual, dos aristócratas interiores, uno de la inteligencia y el otro del espíritu.
Almafuerte ha sido un moralista puro. Ha puesto a la moral por encima de Dios y del destino, por encima de los orbes y de la Fatalidad. Ha hecho de la moral un cetro humano y la exclusiva potencia divinizadora. Ha hecho también, de ella, un yugo y una cruz para los malvados y los déspotas. Mas la moral de Almafuerte no es la moral histórica, ni convencional ; no es la moral del pasado, no es la moral del rebaño ni la del individualista; es una pura esencia de moral ascendente en que se funden los más supremos intereses del hombre con los de la humanidad. Almafuerte no abdicó jamás, no aceptó ni sancionó ningún error ; no transigió, como Jesús, con la vieja ley mosaica, con el bárbaro código judío. No transigió siquiera con el propio Jesús, de quien afirma:


"Cuando el Hijo de Dios, el inefable,

perdonó desde el Gólgota al perverso . .
¡puso sobre la faz del Universo
la más horrible injuria imaginable!
El perdón es la mácula de cieno
puesta sobre la clámide de un nombre...
¡Porque tengo amarguras ya soy hombre;
y porque soy un hombre, ya soy bueno."


El autor de "El Misionero" era una fuerza natural, virginal y espontánea, fatal y fulgurante ; era como un meteoro, como un bólido, como un sistema solar; pero era, al mismo tiempo, razón pura, conciencia luminosa, inexorable ley moral que conducía, como la escala de Jacob, desde los más oscuros antros del alma humana hasta el esplendor radiante del hombre-dios.

Y la genialidad, en definitiva, no es más que ley moral; de la obra del genio sólo queda el sentido moral que ha impuesto al mundo; la belleza es transitoria, como la fuerza; no son más que vehículos y envolturas de la ley moral; y cuando no son esto, no son nada.
Es en vano que Oscar Wilde, el genialoide, nos diga que la moral no le interesa; en sus obras, sin embargo, late un soplo ideal de bondad y de justicia, y las más grandes de todas las escritas por él son aquellas en que brilla más profundo el sentido moral: "La balada de la cárcel de Reading" y "De Profundis". No obstante su exquisitez, Verlaine se marchitará, como una flor, por no existir en él más que expresión y forma; y "Las flores del mal" le sobrevivirán porque aunque los miopes cerebrales no quieran reconocerlo hay en ellas un sano y elevado sentido moralista, un espíritu austero y religioso de individualización y de estoicismo.
La moral y el idealismo de Almafuerte son mucho más reales y vitales que los de los genios anteriores; no es como el Dante estático y ortodoxo, sino dinámico y libérrimo; no es, tampoco, un soñador, como los forjadores de utopías y los predicadores de religiones, desde Jesús y Platón hasta Swedenborg y Ahtich, que es el más realista de ellos. Con razón se sonreía Emerson de estos olímpicos inmortales que dialogan entre sí a través de los tiempos, en un idioma desconocido para los hombres, cual orates ilustres. Estos genios han imaginado que todos los hombres eran de su pasta. Hablan como si hubiese uniformidad en la evolución humana. Desconocen, por error magnánimo, la tremenda
diferencia de evolución que hay de unos hombres a otros. Parece que no se hayan enterado de que ellos se adelantan en millares de años a su propio siglo, de que han nacido póstumos, como dijo Nietzsche, y que todavía el hombre de las cavernas convive y se codea con el superhombre y aun con frecuencia dispone de sus destinos. Pero Almafuerte no se equivoca: ha bajado a los antros más horrendos de la proterva conciencia humana; él contempla y reconoce las realidades más pavorosas; no cierra los ojos voluntariamente ante el abismo que le separa del inferhombre; pero salva esta distancia con su trágico amor ilimitado hacia la chusma, a la cual, no obstante, asesta los más duros trallazos de su alma. 
El afirma iracunda y bravamente:

"Los hijos de la Sombra y el Prostíbulo
miente la Compasión, no se redimen".

Llama al pueblo a quien adora, y por quien se sacrifica, recua inmensa, chusma ruin, rey enfermo, vil canalla. Y al hablar de la cruz, la muestra como el signo que besan y besan las hordas que pasan. En "Apóstrofes" impreca airadamente a toda la humanidad con acentos tan rudos y violentos como no existen en toda la poesía universal, según demuestra la siguiente estrofa con que termina aquella poesía:


"Sí vacía, sí pomposa.

Sí ruin, sí delictuosa,
Sí maligna, sí cobarde,
Sí proterva, sí bestial humanidad.
Pon la faz arrebolada
Más abajo de la nada,
Más abajo, todavía,
Pues te voy a maldecir y apostrofar.

Soy tu padre, tu poeta,
Tu maestro, tu profeta.
Tu señor indiscutible,
Tu verdugo sin entrañas y tu juez. 
No me asustas : te domino,
Te someto, te fascino
Con la luz esplendorosa.
Con el hierro incandescente de la fe".



Este aspecto realista y viril suyo que espanta y horroriza a los estetas adamados, es una de las más altas cualidades de su genio y lo eleva por encima de los más grandes poetas conocidos.





Continuará....
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NOTA FINAL:

Es fundamental el presente estudio de Herrero sobre la escuela  moral del poeta. Nos dice : "El sentido moral es el solo centro y eje alrededor del cual gira toda la obra de Almafuerte . . . Porque Almafuerte nunca escribió por pasatiempo, ni con fines lucrativos, ni en calidad de artista. Escribía solamente cuando le apremiaba la necesidad interior de expresar una ley moral, de revelar un problema, un hecho del espíritu. Así, toda su obra es sólida y definitiva, de un máximo valor ideológico. Cada poesía representa un aspecto culminante de la evolución interna, de la evolución moral ; y cada evangélica (hay 200) es conjunto de sintéticas, originales y profundas enseñanzas. 

Su obra es dogmática, afirmativa y rotunda ; pero no es pontifical ni circunscrita. Él no cierra los límites del horizonte humano, sino los ensancha y los aleja"... "Es, por el contrario (la suya), una moral afirmativa, áspera y bravía como el mal, y fragante y delicada cual la inocencia y el bien"
Luego el noble amigo, discípulo y admirador del gran poeta, presenta en varias páginas una bellísima ordenación de las mejores evangélicas de Almafuerte, con forma impecable, claridad diáfana, y elevación moral incomparable. Se siente el lector en medio de un oasis de la vida, atraído por pensamientos de Marco Aurelio, por máximas de Buda, por moralejas del Nazareno, por fórmulas de vida sana, feliz y vigorosa, entre perfumes, armonías y manjares encantadores, que ascienden la personalidad humana a la virtud, a la perfección, al bien y a la luz. Si esas doscientas evangélicas de Almafuerte constituyen su tesoro de moralista, la selección y ordenamiento que presenta Herrero, son el cofre maravilloso que las contiene, adornado de pedrería resplandeciente. Aquí el discípulo está al nivel del maestro coloso, y es un gran honor para el ilustrado biógrafo.




9 de marzo de 2013

Acróstico para la mujer


Feliz día de la mujer (Acróstico)



Miradas tiernas, sonrisas seductoras,
Un sueño del hombre es siempre tenerlas,
Junto a ellas imaginan miles de cosas.
Escriben los poetas en sus prosas,
Regalan la Luna y miles de rosas.

Me dio la vida mucho antes de nacer,
Aceptó aquello que le tocó en suerte.
Dedicó su vida abnegadamente.
Refugio de vida, crepúsculo de amor,
Eligió amarme hasta que llegó su muerte.

Aquel que tiene la suerte de conocerte,
Muy agradecido siempre debe estar.
Inagotable fuente de felicidad.
Gracias por brindarme amistad verdadera,
Amiga madre y mujer, ¡gracias por tu entrega!


Autora: Arjona Delia

8 de marzo de 2013

REINA DE LA CREACIÓN - 8 de Marzo, Día Internacional de la mujer







REINA DE LA CREACIÓN

Narra una antigua leyenda
sumergida en lo profundo,
que cuando Dios hizo al mundo
quería crear la mejor prenda,
para que en doquier se aprenda
su amor y su gran poder.
Creó la tierra con placer
y la cubrió con su cielo,
que era como inmenso velo
donde el sol podía correr.

Hizo la luna radiante

con su lámpara de plata
brillando con su luz alta.
Formó estrellas cual diamante
para alumbrar su semblante.
Al cielo cubrió de encanto
con un esplendor tan santo
que hoy se ve con emoción
y se admira con pasión
capaz de inspirar un canto.

A la selva dio rumores

y le entregó alas al viento
para eterno movimiento.
A las flores sus colores
para expresar mil amores.
Al pájaro dulces trinos
para alegrar los caminos.
Creó los mares con sus peces
y la tierra con cipreses,
envuelta en frutos divinos.

Pero Dios quería además

culminar su obra maestra
con un ser que fuera muestra
de luz, belleza y demás,
para expresar algo más.
Que en toda la primavera
lo más hermoso ella fuera.
Y así comenzó a formar
para darle envidia al mar
lo más lindo de su esfera.

Creó la mejor escultura

con su perfume de rosas
entre sedas vaporosas.
Le dio la dulce ternura
a su sonrisa más pura…
Y hoy todos pueden saber
que Dios a ese lindo ser
por su gracia y su belleza,
su lozanía y su grandeza,
le dio el nombre de MUJER.

Autor: Orlando Castellanos 
(Venezuela)

¡Feliz día de la mujer!


4 de marzo de 2013

BALADA EN HONOR DE LAS MUSAS DE CARNE Y HUESO (de Rubén Darío)

MUSA



BALADA EN HONOR DE LAS MUSAS

DE CARNE Y HUESO (de Rubén Darío)



Nada mejor para cantar la vida,
y aun para dar sonrisas a la muerte,
que la áurea copa donde Venus vierte
la esencia azul de su viña encendida.
Por respirar los perfumes de Armida
y por sorber el vino de su beso,
vino de ardor, de beso, de embeleso,
fuérase al cielo en la bestia de Orlando,
¡Voz de oro y miel para decir cantando:
la mejor musa es la de carne y hueso!

Cabellos largos en la buhardilla,

noches de insomnio al blancor del invierno,
pan de dolor con la sal de lo eterno
y ojos de ardor en que Juvencia brilla;
el tiempo en vano mueve su cuchilla,
el hilo de oro permanece ileso;
visión de gloria para el libro impreso
que en sueños va como una mariposa
y una esperanza en la boca de rosa:
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

Regio automóvil, regia cetrería,

borla y muceta, heráldica fortuna,
nada son como a la luz de la luna
una mujer hecha una melodía.
Barca de amar busca la fantasía,
no el yacht de Alfonso o la barca de Creso.
Da al cuerpo llama y fortifica el seso
ese archivado y vital paraíso;
pasad de largo, Abelardo y Narciso:
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

Clío está en esa frente hecha de Aurora,

Euterpe canta en esta lengua fina,
Talía ríe en la boca divina,
Melpómene es ese gesto que implora;
en estos pies Terpsícore se adora,
cuello inclinado es de Erato embeleso,
Polymnia intenta a Calíope proceso
por esos ojos en que Amor se quema.
Urania rige todo ese sistema:
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

No protestéis con celo protestante,

contra el panal de rosas y claveles
en que Tiziano moja sus pinceles
y gusta el cielo de Beatrice el Dante.
Por eso existe el verso de diamante,
por eso el iris tiéndese y por eso
humano genio es celeste progreso.
Líricos cantan y meditan sabios
por esos pechos y por esos labios:
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

ENVÍO:


Gregorio: nada al cantor determina

como el gentil estímulo del beso.
Gloria al sabor de la boca divina.
¡La mejor musa es la de carne y hueso!

Autor: Rubén Darío




2 de marzo de 2013

UN PLEITO de Rubén Darío


UN PLEITO

(Poema - Fábula de Rubén Darío)


Curiosa paráfrasis en castellano de la fábula “Le Fromage” (El Queso) del francés Antoine Houdart de La Motte(1672-1731) escrita por Rubén Darío en 1884.

I

Diz que dos gatos de Angola
en un mesón se metieron
del cual sustraer pudieron
un rico queso de bola.

Como equitativamente
no lo pudieron partir,
acordaron recurrir
a un mono muy competente;

mono de mucha conciencia
y que gran fama tenía,
porque el animal sabía
toda la Jurisprudencia.

—Aquí tenéis —dijo el gato
cuando ante el mono se vió—
lo que este compadre y yo
hemos robado hace rato;

y pues de los dos ladrones
es el robo, parte el queso
en mitades de igual peso
e idénticas proporciones—.

Aquel mono inteligente
observa el queso de bola,
mientras menea la cola
muy filosóficamente.

—Recurrís a mi experiencia
y el favor debo pagaros,
amigos, con demostraros
que soy mono de conciencia;

voy a dividir el queso,
y, por hacerlo mejor,
rectificaré el error,
si hubiere, con este peso.—

Por no suscitar agravios,
saca el mono una balanza
mientras con dulce esperanza
se lame un gato los labios.

—Haz, buen mono, lo que quieras
—dice el otro con acento
muy grave, tomando asiento
sobre sus patas traseras.

II

Valiéndose de un cuchillo,
la bola el mono partió,
y en seguida colocó
un trozo en cada platillo;

pero no estuvo acertado
al hacer las particiones,
y tras dos oscilaciones
se inclinó el peso hacia un lado.

Para conseguir mejor
la proporción que buscaba
en los trozos que pesaba,
le dió un mordisco al mayor;

pero como fué el bocado
mayor que la diferencia
que había, en la otra experiencia
se vió el mismo resultado,

y así, queriendo encontrar
la equidad que apetecía,
los dos trozos se comía
sin poderlos nivelar.

No se pudo contener
el gato, y prorrumpió así:
—Yo no traje el queso aquí
para vértelo comer.—

Dice el otro con furor,
mientras la cola menea:
—Dáme una parte, ya sea
la mayor o la menor;

que estoy furioso, y arguyo,
según lo que va pasando
que, por lo nuestro mirando,
estás haciendo lo tuyo.—

III

El juez habla de este modo
a los pobres litigantes:
—Hijos, la Justicia es antes
que nosotros y que todo.

Y otra vez vuelve a pesar
y otra vez vuelve a morder;
los gatos a padecer
y la balanza a oscilar.

Y el mono, muy satisfecho
de su honrada profesión,
muestra su disposición
para ejercer el Derecho.

Y cuando del queso aquél
quedan tan pocos pedazos
que apenas mueven los brazos
de la balanza en el fiel,

el mono se guarda el queso
y a los gatos les responde:
—Esto, a mí me corresponde
por los gastos del proceso.

Rubén Darío. 1884

LOS MOTIVOS DEL LOBO de Rubén Darío



LOS MOTIVOS DEL LOBO


de Rubén Darío


El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
el lobo de Gubbia, el terrible lobo.
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.

   Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió;
al lobo buscó en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verlo se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!
¡Cómo! —exclamó el santo— ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor?
¿No has de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: ¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y a veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar.
Francisco responde: En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
Está bien, hermano Francisco de Asís.
Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
   Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: —He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. —¡Así sea!,
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

*

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus vastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

   Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

   Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
—En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote —dijo—, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...

Rubén Darío

1 de marzo de 2013

HAY QUE METER MANO AL IDIOMA CASTELLANO - de Pablo Parellada



HAY QUE METER MANO AL IDIOMA CASTELLANO


Señores: un servidor,
Pedro Pérez Paticola,
cual la academia española
«Limpia, fija y da esplendor».

Pero yo lo hago mejor
y no por ganas de hablar
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano,
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué
en tamaño y esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?

¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de presidio a presidió
ni de tomas a Tomás,
ni de topo al que topó
de un paleto a un paletó, 
ni de colas a Colás.

Mas, dejemos el acento,
que convierte como ves,
las ingles en inglés,
y pasemos a otro cuento.

¿A ustedes no les asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?

Y la frase tan oída
del marido y la mujer,
¿Por qué no tiene que ser
el marido y la marida?

Por eso, no encuentro mal
si alguna dice cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.

El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo:
si es hombre, me voy contigo;
si es mujer, me voy contiga.

¿Puede darse en general,
al pasar de masculino
a su nombre femenino
nada más irracional?

La hembra del cazo es caza,
la del velo es una vela,
la del suelo es una suela
y la del plazo, una plaza;
la del correo, correa;
la del mus, musa; del can, cana;
del mes, mesa; del pan, pana
y del jaleo, jalea.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre, que ternos corta,
no le llamamos ternero?

¿Por qué, las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?

¿Por qué, el de Cuenca no es un cuenco,
bodoque el que va de boda,
y a los que los árboles podan
no se les llama podencos?

Cometa está mal escrito
y es nombre que no me peta;
¿Hay en el cielo cometa
que cometa algún delito?

¿Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento?
¿Quién va a firmar allá arriba?

¿Es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?

¿Y no es tremenda gansada
en los teatros, que sea
denominada «platea»
donde no platea nada?

Si el que bebe es bebedor
y el sitio es bebedero,
a lo que hoy es comedor
hay que llamarle comedero.

Comedor será quien coma,
como bebedor quien bebe;
de esta manera se debe
modificar el idioma.

¿A vuestro oído no admira,
lo mismo que yo lo admiro
que quien descerraja un tiro,
dispara, pero no tira?

Este verbo y otros mil
en nuestro idioma son barro;
tira, el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.

De largo sacan largueza
en lugar de larguedad,
y de corto, cortedad
en vez de sacar corteza.

De igual manera me aquejo
de ver que un libro es un tomo;
será tomo, si lo tomo,
y si no lo tomo, un dejo.

Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladre un chucho
se llamara ladrón.

Porque la silaba «on»
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.

Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

Y sobra para quedar 
convencido el más profano,
que el idioma castellano 
tiene mucho que arreglar.

Conque basta ya de historias,
y, si al terminar me dais
dos palmadas no temáis
porque os llame palmatorias.

___________________________
Autor:
Pablo Parellada y Molas, por pseudónimos «Melitón González» y «Pancho y Mendrugo» (Valls, provincia de Tarragona, 1855 - Zaragoza, 1944), escritor, comediógrafo, humorista, periodista y dibujante español.


20 de enero de 2013

QUE ME PERDONE LA CIENCIA de Claudio Martinez Paiva





QUE ME PERDONE LA CIENCIA

- (Claudio Martínez Paiva) -


Estoy solito en mi rancho, 
me he quedado solo en casa. 
Ladran los perros afuera
como si vieran fantasmas, 
y alumbran mis pensamientos 
candiles de luces malas. 

Alones de pájaros negros 
me ponen luto en las mangas,
y es tan grande el sufrimiento 
que voy llevando en el alma
que no lo explican las cosas, 
ni lo dicen las palabras. 

Ocho años tenía apenas
el gurisito de mi alma 
y despertó una mañana 
con los ojos encendidos 
y el cuerpito echando llamas. 
—Me muero mama,- decía...
—Me muero tata,- gritaba. 
—Siento una sed de martirio, 
tengo un fuego que me abraza.- 

Besé al cachorro en la frente 
y a la madre en la mirada,
y volé en mi caballo al pueblo
siete leguas de distancia, 
siete puñales de punta 
clavados en mi garganta, 
y el grito de mi hijo adentro...
"Agua mama, agua tata". 

Le expliqué al doctor el caso. 
Se acomodó en su butaca. 
Me miró de arriba abajo 
y me dijo:—Leoncio, ¡lo siento mucho! 
Pero el camino que va a tu rancho es malo 
y me va a estropear el auto. 

Ahí comprendí yo, entonces 
que la ciencia, no es tan ciencia 
cuando no tiene conciencia. 
¡Porque en esos mismos caminos
donde muchos médicos no andan,
cruza a galopes la muerte
y va y viene la desgracia!

Me ordenó que le comprara 
al pasar por la botica 
un frasco de limonada 
y que trajese al enfermo 
cuando la fiebre pasara.
Yo regresé a mi rancho
como regresaría todo padre
en iguales circunstancias:
El corazón en los labios
y la tristeza en el alma.
El médico no venía... el médico no venía 
no porque fuera mala la senda que va a mi rancho 
sino porque no tenía con qué pagarle a la ciencia 
siete leguas, ¡siete leguas de distancia!

La fiebre, duró poquito, 
se le cortó una mañana 
entre un canto de zorzales 
y el suave clarear del alba. 
La madre abrazada al hijo,
mi hijo, la frente helada. 
Y yo sin voz ni presencia 
parado junto a la cama.

Poco después de enterrarlo
se empezó a turbar mi Juana,
Se la pasaba llorando
con las manos sobre el pecho 
lo mismo que si acunara
a un niño recién dormido.
Y así se me fue la pobre,
así la tierra la guarda,
con los brazos sobre el pecho
acunando mi desgracia.

Estoy solito en mi rancho, 
me he quedado solo en casa.
Ladran los perros afuera
como si vieran fantasmas. 
Y alumbran mis pensamientos
candiles de luces malas. 
Y afilo a la media noche 
mi cuchillo, cabo de plata 
la única plata del pobre 
que no le sirve pa´ nada. 

Y medito mi venganza.
Por eso le grito al mundo: 
Que me perdone la ciencia, 
no me culpen si mañana, 
me dicen que soy bandido. 
o un mal hombre sin entrañas. 
Nací can y me hacen puma. 
fui cordero y me ponen garras. 
¡Dios! ¡Dios Todopoderoso! 
Haz que despunte el alba 
y arráncame de mi pecho 
este grito, este grito que me mata: 
—"Agua mama, agua... agua tata."

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