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26 de septiembre de 2016

LUCHA MACABRA



LUCHA MACABRA 


La misma tapia cercaba 
los cementerios rivales, 
y un mismo azadón cavaba 
aquel suelo que tragaba 
ateos y clericales.

Otra tapia recia y fuerte, 
ambos campos dividía... 
¡Libertad y tiranía, 
ni en presencia de la muerte 
cejaban en su porfía! 

La iglesia, en el paredón 
de su fúnebre mansión, 
puso la cruz nazarena, 
mientras el otro frontón 
mostraba un reloj de arena. 

Y en la augusta soledad 
de los que en la eternidad 
yacían en hondo sueño, 
reñía la Humanidad 
su psicológico empeño. 

Sobre losas sepulcrales 
y entre galas funerales, 
la tradición y la duda, 
-fieros y eternos rivales,- 
proseguían su lid ruda. 

En el católico osario 
los nichos, en largas filas 
fingían al visionario 
quietos ojos sin pupilas 
mirando al campo contrarío. 

Así, buscando motivos, 
hasta en los despojos yertos, 
siempre fieros, siempre esquivos, 
se amenazaban los vivos 
sobre el polvo de los muertos. 

En aquel combate vano, 
con escrúpulo servil, 
cuidaba el rencor humano 
el cementerio cristiano 
y el cementerio civil. 

Mas en su torpe ceguera, 
los combatientes no ven 
que, mientras en lucha fiera 
sucumben por su quimera 
y por su mutuo desdén, 

subiendo de opuesto lado, 
sobre ese muro elevado 
que divide a los rivales, 
con amor se han abrazado 
las ramas de dos rosales. 

Y que sus entrañas puras 
a todos abre la tierra, 
y desde azules alturas 
el sol alumbra su guerra 
y besa su sepultura. 

Venancio Serrano Clavero
Poeta, escritor y periodista valenciano.
(España, 1870-1926)

24 de febrero de 2016

LA VIDA Y LA MUERTE (Décimas filosóficas, entre Rubén Barbosa y Rubén Sada)


LA VIDA Y LA MUERTE

(Décimas, con Rubén Barbosa)

—(Rubén Sada)—
Querido amigo tocayo,
ya le invito a improvisar,
debatiendo en un cantar
que sirva a modo de ensayo.
Ninguna cuestión soslayo
ni me asusta ningún tema,
escribamos un poema
sobre la vida y la muerte,
quizás hallemos, con suerte,
la respuesta a este dilema.

—(Rubén Barbosa)—
La respuesta a este dilema
no encadena el pensamiento,
recurso que uso al momento
de la décima es emblema.
Seguir la huella es mi lema,
este asunto es urticante.
Poniendo el mejor talante
vamos a filosofar
para poder arribar
a buen puerto, Dios mediante.

—(Rubén Sada)—
Comienzo por preguntarle,
y respóndame en poesía:
¿Por qué la absurda ironía
que procederé a contarle?
¿Por qué al muerto van a honrarle
en un “parque” cementerio,
pero en opuesto criterio
afuera, la gente viva,
de hermosos parques, se priva,
y sufre miseria en serio?

—(Rubén Barbosa)—
Parece que va apurado
comenzó por el final
pero es así, cada cual,
expresa lo barruntado.
Un “vivo” seguro ha ideado
otro ardid pa’ recaudar.
¿Se priva o la hacen privar?
Por más que abunden las flores
esos honrados señores
¡No las podrán olfatear!

—(Rubén Sada)—
A mi existencial consulta
ha respondido muy bien,
¿no cree usted, don Rubén,
que la muerte nos insulta? 
Colmado en lujos, resulta,
que están rodeados, yaciendo,
mientras los vivos, sufriendo.
¿Desde el vergel los cautivos
se burlarán de los “vivos”?
¡Me parece estarlos viendo!

—(Rubén Barbosa)—
No pierde tiempo la parca
en agravio ni amenaza,
el ser humano se abraza
a tales cosas. La barca,
de la señora, es el arca
que en un mar atemporal
mas allá del bien y el mal
cumple con su derrotero
y ni siquiera el dinero
te salva, si te hecha el pial.

—(Rubén Sada)—
Por sus respuestas, Barbosa,
de verdad que le agradezco,
responderle yo le ofrezco
si usted su pregunta glosa.
Nuestra vida es majestuosa,
tenemos la dicha inmensa,
de alegría, que compensa
del más allá alguna paz,
ahora ataque si es capaz,
que yo jugaré en defensa.

—(Rubén Barbosa)—
Atacarlo, ¿le parece?
No pienso en contrapuntear.
Sólo quiero socavar
lo que el pensamiento mece.
Toda vida que florece
trae beatitud, lozanía,
risa, dicha, algarabía,
pero todos ya sabemos
el final, pues fenecemos
y aguarda la tumba fría.

—(Rubén Sada)—
Ya que no pregunta nada
seguiré yo preguntando,
y usted siga despejando
las dudas de Rubén Sada.
Si es que la vida es sagrada,
¿por qué no se la respeta?
¿Por qué del hombre es la meta
el dinero acumular?
¡Si nada podrá llevar
allá adentro de la grieta!

—(Rubén Barbosa)—
En la segunda pregunta
ya responde la primera
y en su afirmación certera
aclara la que hace yunta.
El humano es marabunta,
todo devora a su paso
no se sacia y por si acaso
acumula pa’l futuro
aunque sabe que es oscuro,
¡no tiene bolsillo el raso!

—(Rubén Sada)—
Bueno, nos vamos apeando,
¡gracias de estar en mi libro!

—(Rubén Barbosa)—
En la décima desfibro
lo que voy elucubrando.

—(Rubén Sada)—
Usted y yo en el mismo bando
con esta hermandad hermosa,

—(Rubén Barbosa)—
versificando o en prosa
tenemos igual mirada

—(Rubén Sada)—
Lo saluda Rubén Sada
al poeta Rubén Barbosa.

¡Gracias, poeta Rubén Barbosa, por tu excelente versar!
Este poema fue publicado en el libro DE DIEZ de Rubén Sada.
24/02/2016

27 de septiembre de 2015

LA BÚSQUEDA (Cuento de Rubén Sada)








LA BÚSQUEDA


Aquella madrugada se levantó decidido a ir en la búsqueda. Los sueños que lo habían atormentado y no lo dejaban dormir, seguramente tendrían su explicación y él quería encontrarla.

Aún con lagañas en los ojos, salió presuroso, caminando en dirección al bosque. Sabía de la existencia de este lugar, pero nunca se había animado a entrar, por las muchas historias tenebrosas que circulaban. Pero él ya se sentía "grande", maduro, como para entrar y conocer la verdad.

Caminó entre la penumbra, iluminado sólo por el último tizón de pila de una vieja linterna. Un silencio sepulcral le aseguraba que nadie podría hacerle daño. Únicamente oía sus propios pasos en el crujir de las hojas secas que alfombraban el suelo.

Clavado en el tronco de cada ciprés, había un cartel con el nombre del difunto. Cada uno había sido plantado para nutrirse de un ser humano cuya última voluntad fue ser sepultado allí. Esa fue durante muchos siglos la costumbre del pueblo: pervivir luego de la muerte en una especie arbórea y que la savia de cada hierba de la floresta fuera absorbida de la propia sangre de los ancestros, abonado con la carne descompuesta de los cuerpos, un reverdecido bosque.

Se estaban despegando sus ojos y comenzaba a leer, ahora más consciente, cada uno de los letreros clavados en cada árbol. Buscaba su mismo apellido. Cada cartel había sido una vida. Cada leyenda contaba en apenas unas palabras, una historia, revelando que allí debajo yacía un ser, otrora de carne, que seguramente había cedido algún legado en su paso por este mundo.

Ya estaba amaneciendo y el canto de los pájaros crecía al mismo tiempo que su inquietud por llegar a la verdad. La impaciencia comenzó a apoderarse de sus pasos, a medida que los apuraba. Recorrió cada centímetro del bosque. Casi todos los cipreses eran parecidos; sólo se diferenciaban por el nombre y apellido de sus respectivos letreros; pero, atención, una rama seca lo hizo trastabillar y descubrir un ciprés más alto que los demás. Lo vio. Sí, allí estaba su objetivo. Era él. Ahora sí estaba seguro. 

Al acercarse, levantó la vista hacia la inmensidad de su copa. Este era "su" árbol, un ciprés gigante, el más grande de todo el “bosque cementerio”.

Al pie del mismo, empequeñecido por su majestuosidad, él comprendió cuán grande había sido él: "su abuelo".





CONCURSO: "EL HOMBRE O LA MUJER DE MIS SUEÑOS".




26 de enero de 2015

¡BROTA!


¡BROTA!


Si tu aliento amenaza la patota
y en el fin de tu vida te dan turno,
aunque tumben tus piernas al nocturno
y supongan victoria en tu derrota,

aunque duro te den en la picota
y tu verbo se torne taciturno,
aunque apaguen tu idea de sol diurno...
aunque procuren enterrarte, ¡brota!

¡Surge de nuevo como fénix ave
que se levanta en medio de la llama!
¡Brota de nuevo como nueva rama

que no habrá tumba que el inicuo cave!
Brote y germine, crezca tu denuncia
que sólo estará muerto el que renuncia.

© Rubén Sada. 26-01-2015

SERÁ JUSTICIA. Por el fin de las mafias y las patotas asesinas, por el fin de los ataques terroristas contra inocentes víctimas, por la neutralización de la embajada clandestina liderada por Luis D'Elía y secuaces. Por el esclarecimiento absoluto de los atentados terroristas que investigaba Nisman antes de que lo silenciaran.






30 de marzo de 2014

SONETO CONTRA EL GLIFOSATO


SONETO CONTRA EL GLIFOSATO


Avión, que desde el cielo nos fumigas,
con chemtrails que diluvian glifosato,
sumándonos dolor y asesinato
nos matas como a insectos, como a hormigas.

Con tóxicos, temibles pesticidas,
rocías de las nubes, sus estratos,
y el cáncer nos diezma igual que a patos
espantados ante rifles homicidas.

Tu exterminio, letal y traicionero
encubre "producción" con "mejor vida".
Más mortífero es, peor que el SIDA.

Monsanto, monstruo vil, bestial, artero,
nos obliga a beber su fungicida
pero ellos se emborrachan con dinero.

Rubén Sada. 30-03-2014.

1 de enero de 2014

ROMANCE PARA EL VELORIO DE JUAN SIN TIERRA (De Serafín J. García)


ROMANCE PARA EL VELORIO DE JUAN SIN TIERRA


Sobre una mesa lunanca
- pequeña para su cuerpo -
ya sin flores y sin cruces
Juan Sin Tierra, el chacarero
que roturó muchas chacras
- todas en campo ajeno -
y sembró leguas de trigo
que sus hijos no comieron,
mañana lo llevarán
en el carrito de pértigo.
Tras medio siglo de arado
yace el áspero labriego,
hielo en sus manos raizudas,
vidrio en los ojos abiertos,
cenizas de años y penas
en los hirsutos cabellos,
seis viejos ensimismados
y cuatro velas de sebo,
con puchos y con pabilos
están ahumándole el sueño.
Tras el biombo de arpillera
que parte en dos el ranchejo,
junto a los hijos que duermen
sobresaltados y trémulos
llora su llanto sin ruido
la compañera del muerto.
Ningún velorio tan triste
como el velorio de un viejo
velado en noche de junio,
sin mate amargo ni fuego.
Se hacen de plomo las horas,
se vuelve duro el silencio
y arando penas se mella
la reja del pensamiento.
Son seis ancianos que velan
que son, los seis, chacareros.
Tienen la manos raizudas
como las manos del muerto.
La luz de las cuatro velas
tirita en sus rostros secos
y en las bermejas, hilachas
de sus ojos aguachentos.
Es triste velar a un hombre
en un rancho tan estrecho,
con grietas por las que asoma
su torva cara, el invierno.
Por eso los veladores,
ansiando ya el día nuevo,
su mudo velar alternan
con el atisbo del cielo,
donde una luna de escarcha
cuaja su lumbre y su tedio.
¡Cómo se alarga la noche
cuando hay que velar un muerto
en rancho de palo a pique,
sin mate amargo ni fuego!
Las cuatro trémulas velas
lloran su llanto de sebo
mientras azulan el aire
los puchos de los seis viejos.
Mañana lo llevarán
en el carrito de pértigo,
con el gemido del eje
por todo acompañamiento.
Y tras su media centuria
de rejar campos ajenos,
tendrá ¡Por fin! tierra propia,
Juan Sin Tierra, el chacarero.

Autor: Serafín J. García

9 de julio de 2013

HUNDIDO Y CON ZAPATOS DE CEMENTO



HUNDIDO Y CON ZAPATOS DE CEMENTO


“Hundido en el horizonte soy polvareda que al viento va”. 
Zamba de mi esperanza – Luis Profili

Presumo que te perdí pues no tengo tu presencia,
y me hallo solo en mi ausencia, pues por ti siempre viví.
Me quemé a fuego lento, caminando lentamente,
arrastrando todo el peso de zapatos de cemento.

Estos pesados zapatos que arrastro desde el pasado
me han mantenido anclado a ti y tu bello retrato.
Hoy me siento empantanado a riesgo de estar hundido,
tengo mi espíritu herido, mi corazón quebrantado.

La promesa de los años siempre fielmente cumplí,
con los principios que en mí, de niño se han implantado.
Hoy, la muerte a cada rato, me muestra su rostro feo,
la esquivo como en rodeo y de huir de ella trato.

Quiero llegar al momento ‘confesando que he vivido’,
total, ya lo construido me permite irme contento.
Los zapatos de cemento me sacaré y ya descalzo,
podré hacer frente al cadalso cuando ya no tenga aliento.

Me niego a dejar de amar, me rehúso, me rebelo,
sentirme amado es provecho y de vital necesidad.
Pero hoy me siento deshecho, comprobando que no hay tiempo,
y un bendito salvavidas mi brazo quiere aferrar.

Aquí estoy, empantanado en polvorienta ‘tristoria’
que da vueltas como noria y me tiene abandonado.
El día menos pensado se abrirá mi jaula, y libre
podré atravesar el viento que en el presente es vedado.

Me elevaré así, liviano, por los cielos espejados,
tan blancos y azules claros, de un horizonte lejano.
Mas, hoy, en último intento, aún hundido o enterrado,
a mis pies quiero sacarles los zapatos de cemento.

© Rubén Sada 4-03-2012

DESDE EL ATAÚD



Escribiré mi último poema post mortem... desde mi ataúd.

DESDE EL ATAÚD

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”.
(Gustavo Adolfo Becquer - Rima LXXIII) 

Todo el mundo preguntaba si había vida post mortem,
mi pregunta siempre fue si antes que el suelo me aborte
pude realmente vivir, o era acaso un existir
el transitar turbulento que me condujo hasta aquí.

Nunca quise que me encierren los muros de un manicomio,
ni de otros nosocomios, geriátricos u hospitales.
Desde atrás de las paredes de esta cripta escucho encomios,
elogios que algunos gritan, mientras respiran los tales.

¡Cómo debe estar riendo el ladrón de mis sonrisas,
el que mi vida hizo trizas mientras yo me iba muriendo!
Hoy soy pájaro, soy brisa, soy el sol en pleno invierno,
soy un cometa del cielo que en la noche se desliza.

Pero estoy en este encierro rasguñando gruesas piedras
y por medio de mis letras intentando escalar muros.
Aunque ya no pueda hablarte, dejé escritos unos libros,
y a través de ellos me libro de este sitio tan oscuro.

No te preocupes, mi amor, de que aquí sea todo negro.
Todo es oscuro aquí dentro, todo es del mismo color.
Porque igual era allá afuera: selvas de acero y cemento
y algunas negras conciencias de sembradores de horror.

Desde aquí dentro no importa el modo en que pasa el tiempo,
no importa el lujo, el dinero, tampoco lo que este aporta.
Todo aquello por lo cual la humanidad estaba absorta,
aquí dentro ya no importa, son lágrimas de funeral.

Desde este ataúd respiro, aún detrás de estas paredes,
con un aire de poesía que despliega mil misterios.
¡Un momento! ¡Un momento! ¡Algunos me están leyendo!
¡Viviendo he quedado en letras! ¡Por fin salí de este encierro!

© Rubén  Sada – 14-01-2013.


 


2 de abril de 2010

VELORIO DE UN NEGRO CRIOLLO (poema de Nicómedes Santa Cruz)


VELORIO DE UN NEGRO CRIOLLO


(Poema de Nicómedes Santa Cruz, Perú, 11-06-1960)

Negra la capilla ardiente,
negro el muerto y su ataúd.
Adentro llora la gente,
afuera dicen... "¡Salud!"

Alguien pasó a mejor vida.
La mala noticia vuela,
y preguntan "¿Quién lo vela,
su mujer?"."¡No, la querida!"
Cae la noche rendida
sobre el murmullo de gente:
Negro en la puerta: un pariente.
Negras con manta: vecinas.
Negros con negras chalinas,
negra la capilla ardiente.

La casa pone el difunto,
lo demás todo prestado:
La luz del cuarto de al lado,
las bancas son de aquí junto.
El bodeguero fue el punto:
-japonés de gran virtud,-
firmó la solicitud
garante en los funerales
y así quedaron cabales
negro el muerto y su ataúd.

Negras teñidas de luto 
sirven tazas de café.
Viejas, teñidas de fe
rezan por el disoluto.
Tampoco falta algún bruto
que porque trajo aguardiente
vocifere tontamente
y haga chistes colorados.
Afuera, ríen mareados.
Adentro, llora la gente.

La noche parte a destierro.
Alguien pregunta con teatro:
"¿A las diez, o a las cuatro?"
¡Mentira, no irá al entierro!
El aullido de un perro
turba a la negra quietud.
Y en irónica actitud
libando alcohólica dosis
sin dar tregua a la cirrosis
afuera dicen: "¡Salud!"

Autor: Nicómedes Santa Cruz (1949-1989)

9 de junio de 2008

LA GRAN MISERIA HUMANA (Gabriel Escorcia Gravini)

LA GRAN MISERIA HUMANA



Autor: Gabriel Escorcia Gravini


♦ 1 ♦
Una noche de misterio
estando el mundo dormido
buscando un amor perdido
pasé por el cementerio....
Desde el azul hemisferio
la luna su luz ponía
sobre la muralla fría
de la necrópolis santa,
en donde a los muertos canta
el búho su triste elegía.
♦ 2 ♦
La luna sus limpideces
a las tumbas ofrecía.
y pulsaba el aura umbría
el arpa de los cipreses.
Aquellas mil lobregueces,
de mi corazón hermanas,
me inspiraron y con ganas
de interrogar a la Parca
entré a la glacial comarca
de las miserias humanas.

♦ 3 ♦
Acompañado del cierzo
Los difuntos visité,
y en cada tumba dejé
una lágrima y un verso.
Estaba allí de perverso
entre seres no ofensivos;
fui a perturbar los cautivos
en sus sepulcros desiertos...
¡Me fui a buscar a los muertos
por tener miedo a los vivos!

♦ 4 ♦
La noche estaba muy bella
y el aire muy sonoro,
refulgente dalia de oro
semejaba cada estrella.
Y la brisa si querella
por ser voluble y ser vana
en esa mansión arcana,
corría llena de embelesos
poniendo sus frescos besos
en la gran miseria humana.
♦ 5
 ♦
La luna seguía brillando

en el azul de los cielos
y las nubes con sus velos
sin miedo la iban tapando.
Y en procesiones pasando
por la inmensidad secreta
iban, y la brisa inquieta
retozaba en el 
sauz 
que empapaba con su luz
Diana, diosa del poeta.
♦ 6
 ♦
La luna que Diana es,
en aquella hermosa noche
se abrió como el áureo broche
de una flor de esplendidez.
Sentí vacilar mis pies
en tan lúgubre mansión
y me senté en un panteón

con la lira en una mano...
Como un revuelto oceàno
temblaba mi corazón.
♦ 7
 ♦
Bajo de un ciprés sombrío
y verde cual la esperanza
con su fúnebre asechanza
estaba un cráneo vacío...
Yo sentí pavor y frío
al mirar la calavera
pareciéndome en su esfera
que se reía de mí;
y yo de ella me reí
al verla calva y tan fiera.
♦ 8 ♦
Dime, humana calavera,
¿qué se hizo la carne aquella
que te dio hermosura bella
cual lirio de primavera?

¿Qué se hizo tu cabellera
tan frágil y tan liviana,
dorada cual la mañana
de la aurora al nacimiento?
¿Qué se hizo tu pensamiento?
¡Responde, miseria humana!
♦ 9
 ♦
Calavera sin pasiones,
di qué se hicieron tus ojos
con que mataste de hinojos
a idílicos corazones,
que repletos de ilusiones
te amaron con soberana
pasión que no era villana
y en esas horas tranquilas...
¿Qué se hicieron tus pupilas?
¡Contesta, miseria humana!
♦ 10
 ♦
Aquí donde no hay tropel,
calavera sin resabios,
di: ¿qué se hicieron tus labios
tan rojos como el clavel,
y dulces como la miel
de la campiña romana
esos, tus labios de grana
llenos de pasión mentida,
¿qué se hicieron en la vida?
¡Responde, miseria humana!
♦ 11
 ♦
Calavera a quien feliz
besa la luna de plata,
di: por qué te encuentras chata,
si era larga tu nariz.
¿Dónde está la masa gris
de tu cerebro pensante?
¿Dónde tu bello semblante;
y tus mejillas rosadas,
que a besos en noche helada
quiso comerse un amante?
♦ 12
 ♦
Aquí donde todo es calma,
contesta,  cráneo vacío:
¿Qué se hizo tu poderío?
¿Qué de Laurina Palma?
¿Qué del placer de tu alma
que te dio el amor un día?
Tu altivez , tu bizarría,
tus sonrisas que mintieron,
dime, dime, ¿qué se hicieron,
oh, calavera sombría?
♦ 13
 ♦
A mis interrogaciones
el cráneo blanco callaba,
mientras la luna alumbraba
sarcófagos y panteones...
Y dije, sin aflicciones:
Si eres el cráneo de aquella
que en la vida sin querella
me despreció con desdén,
¡despréciame ahora también!
¡Eclipsa otra vez mi estrella!
♦ 14
 ♦
Estamos en la mansión
de la austera realidad.
¿Qué se hizo la liviandad
que tenía tu corazón?
No respondes, mudos son
tus labios que pronunciaron
cosas que ya se tornaron
en pálidas flores muertas,
cosas que no fueron ciertas
y mi pobre alma mataron.
 15 ♦
Aquí en esta soledad
que solo cruza el cocuyo,
dime: ¿qué se hizo tu orgullo,
tu amor y tu vanidad?
¿Qué se hizo tu potestad
de persona soberana
y mentirosa y galana
que ostentó tanta belleza?
Di: ¿Qué se hizo tu grandeza?
¡Responde, miseria humana!
♦ 16 

Vanidad de vanidades,
solamente son tus galas,
oh, mariposa sin alas,
llorando tus liviandades.
Las ópticas realidades
te circundan con profundo
marasmo donde infecundo
es el amor que iluminan...
¡Es aquí donde terminan
las vanidades del mundo!
♦ 17
 ♦
Aquí en este camposanto
se terminan los amores,
las alegrías, dolores,
el poderío, el encanto.
Cesa en los ojos el llanto
y el mundo vivo suspira;
aquí no llega la lira
de la muchedumbre inquieta;
aquí termina el poeta
y se enmudece su lira.
♦ 18
 ♦
En este mundo hedonista,
de egoísmo y de censura,
tan sólo la sepultura
es la que no es egoísta.
Ella recibe humanista
al santo y al condenado,
al pobre, al acaudalado,
al perverso, al bueno, al caco,
al honrado, al gordo, al flaco,
al bruto y al ilustrado.
♦ 19
 ♦
Al rodar el ataúd
en la hueca sepultura
se igualan en línea oscura
el crimen y la virtud.
Y en eterna laxitud
que da todo movimiento,
lanza gemidos el viento
y la soledad se aterra,
y ruedan sobre la tierra
los cráneos sin pensamiento.
♦ 20
 ♦
Aquí en este triste erial
donde sucumbir es ley,
el esqueleto de un rey
al de un esclavo es igual.
Aquí el toque funeral
de la sonora campana
es a la cabeza cana
como a la de negro pelo
y ñata, dando recelo
es la calavera humana.
♦ 21
 ♦
Aquí en este entristecido
y lúgubre camposanto
termina del vate el canto,
y del músico el sonido,
del pintor, el colorido
y de su cerebro el foco
se consume con sofoco
y solo queda el recuerdo,
aquí tanto vale un cuerdo,
como lo que vale un loco.
♦ 22
 ♦
Todo corazón se aterra
al llegar a esta mansión
viendo clavar el cajón
que se comerá la tierra.
Cuando una tumba se cierra
el alma gime angustiada
pero esa humana bandada
que a otro hoy viene a sepultar,
mañana en este lugar
será polvo... ¡será nada!
♦ 23
 ♦
En esta mansión glacial
donde lo fatuo refleja,
se pudre la carne vieja
como la carne jovial.
Aquí el necio se hace igual
al urbano de ilustrada
sociedad civilizada...
Y aquí la diosa riqueza
es igual a la pobreza...
¡Todo aquí es polvo y es nada!
♦ 24
 ♦
Y dijo la calavera:
"Aquí en este camposanto,
se perdió todo mi encanto
con que vanidosa era.
Se acabó mi cabellera

que en un tiempo fue dorada,
y mi mejilla rosada
como gasa de arrebol;
mis ojos que envidió el sol,
¡aquí se volvieron nada!
♦ 25
 ♦
"Tan sólo el dolor es fuerte
la vida es vano capullo,
yo vi acabarse mi orgullo

bajo el peso de la muerte.
Ya todo es materia inerte
y en este triste lugar
se tiene que terminar
el genio que esplendor tiene
y melancólico viene
las tumbas a visitar.
♦ 26
 ♦
"Llorar en estos desiertos
es una cosa muy vaga
porque el llanto nada paga,
ni resucita a los muertos,

que de paños recubiertos
están en la loza fría,
y aquí en un tétrico día
cae el que peca, el que no peca...
Así, haciendo horrible mueca,
la calavera decía:
♦ 27
 ♦
"Aquí está la gran verdad
que sobre el orgullo pesa;
aquí la gentil belleza
es igual a la fealdad;
aquí acaba la maldad
y la bondad apreciada,
aquí la mujer casada
es igual a la soltera..."
Me decía la calavera
con su voz apagada.
♦ 28
 ♦
"Yo soy el cráneo de aquella
a quien le cantaste un día
poemas que no merecía
porque no era así tan bella
como la primera estrella
del oriente, el tulipán
al que las auroras dan
el rocío que deslíe...

¡Aquí el que de mí se ríe
de él mañana se reirán!"
♦ 29
 ♦
Yo escuchaba aquella cosa
y lleno de horrible espanto,
salí de aquel camposanto
como veloz mariposa...
La luna pura y radiosa
vertió su lumbre fugaz
y la calavera audaz
dijo al mirarme correr:
"¡Nada tienes que temer,
tú, calavera serás!"
♦ 30
 ♦
Yo, ante razón tan sentida
sentí por el cuerpo mío
un extraño escalofrío
casi perdiendo la vida.
Con el alma entristecida
volví a mi celda cristiana
meditando que mañana
por firme ley de la Parca
debo habitar la comarca
de la gran miseria humana.

Autor: Gabriel Escorcia Gravini. 
(Colombia, 1892 – 1920Año 1918.


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