DÉCIMAS
I
Nunca me gusta
invadir
jurisdicciones
ajenas,
ni llegar justo
a la cena
pa' que me
puedan servir.
Tampoco me gusta
abrir
sin antes
golpear la puerta
y recién cuando
está abierta,
porque me
otorgan licencia,
hago acto de presencia
y pego el grito
de alerta.
II
Que es timidez
no lo crean,
solamente educación,
entrar sin
invitación
pa' mí siempre
es cosa fea.
Y ya que ustedes
desean
mis décimas
escuchar
se las voy a
recitar agradeciendo el honor
que a este
humilde servidor
le han sabido
dispensar.
III
De la fuente del
saber
les aclaro no he
bebido,
ser mi maestro
ha querido
sólo mi eterno
correr.
Suelo hacerme
comprender
con un lenguaje
sencillo,
yo sé que no
tiene el brillo
de plumas
intelectuales,
me gusta pisar
barriales
y hasta comer
sin cuchillo.
IV
Ya hecha esta
aclaración
voy a ir
derechito al grano
y así tenderles
mi mano
como una
salutación.
Perdonen si en
mi expresión
encuentran un
dejo amargo
pero es que ha
sido tan largo
el camino recorrido,
que es mucho lo
que he aprendido
y es muy poco,
sin embargo.
V
Porque por más
que uno quiera
creer de que
sabe mucho
tropieza el
hombre más ducho
en la más fácil
carrera.
Y entonces, sí,
donde quiera
que vaya se va a
dar cuenta
que pa' esquivar
la tormenta
allí se ven los
varones
a quien les
sobra polenta.
VI
Por eso cuidate
en caer
que si no, pa'
levantarte
más que un
pulmón va a costarte
aunque no lo
quieras creer.
Si vieras con qué
placer
hay que tener
condiciones
sigue el mundo
tu fracaso
y por allá si un
si acaso
le tenés que
mendigar,
cómo te quieren
sacar
el alma, viejo,
a pedazos.
VII
Es fulera la
existencia
del que lo
engrampa la mala
como le corta
las alas
el mundo con su
inclemencias
como lloras de
impotencia
cuando ninguno
te ve
y que no pierdas
la fe
porque si no te
aseguro
que se hace más
obscuro
el camino a
recorrer.
VIII
Si supieras qué
amargura
y qué vergüenza
se siente
cuando hay que
bajar la frente
ante alguna
frase dura.
Aquella opinión
tan pura
que vos del
mundo tenías
se desvanece ese
día
en que la mano
cerrás
y nada en ella
encontrás
tan sólo una
risa fría.
IX
Pero che, si
estoy hablando
macanas y no es
cuestión
de que escuche
la reunión
a quien está
divagando.
Sin querer me
fui desviando
y agarré pa'
otro camino,
es que me ha
faltado tino
y entré sin
grupo a broncar,
me tienen que
perdonar:
son cosas de mi
destino.
Autor: Juan
Arrestía