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14 de enero de 2010

LOS REYES MAGOS (Por Héctor Gagliardi)


LOS REYES MAGOS

-"¡Si vos no te portás bien,
le digo a los Reyes Magos
que te dejen sin regalo
y te quedás sin el tren!"...
Es que mi vieja, también,
¡un poco se aprovechaba...
por que esa noche llegaban
los Tres Reyes de Belén!

La carta la había mandado
sin faltas de ortografía,
así los reyes veían
de que era un chico aplicado.
Hice todos los mandados,
me lavé hasta las orejas,
porque ese día mi vieja
me tenía acorralado.

La luna hacía brillar
el lustre de mis zapatos...
Y si ellos fueran chicatos
¿Quién les podía avisar?
Por eso al irme a acostar,
puse la almohada a los pies
y me acosté del revés
para poder vigilar...

¡Cuando más lo precisaba
me vengo a quedar dormido!
Me desperté a los maullidos
del gato de la encargada...
Ya entraba la madrugada
de un radiante seis de enero,
y un trencito, el más diquero,
del umbral me saludaba...

Lo habían dejado de frente
ya listo para marchar...
con él me iba a despertar
a mi madre alegremente.
¡Qué alegría que uno siente!
-explicarlo yo no puedo-
¡Unas ganas de ser bueno,
de ser bueno hasta la muerte!

Al que dejaron sin nada
fue al hijo de la de al lado...
¡Cómo se habrían olvidado!
Siempre “muy bueno” sacaba...
Con nosotros no jugaba
porque en seguida tosía,
y los reyes no sabían
que el padre no trabajaba...

Yo comprendí su dolor
cuando me vio con el tren:
Se acercó a mirarlo bien
y después lo acarició...
A mí me daba calor
de que me viera jugar
y en casa lo invité a entrar
y él también se divirtió...

¡Cuántos Reyes han pasado
por la puerta de mi vida,
y a mi alma dolorida
cuántas veces la he dejado
como un zapato gastado,
esperando a su Melchor,
que le dejara el amor
para un mundo envenenado!

Esta noche por los cielos
llegarán los Reyes Magos;
vendrán trayendo regalos
a los chicos que son buenos,
pero hay otros pibes buenos
en otro lado de la tierra,
que por culpa de una guerra...
¡no han de pasar los camellos!

Señor: yo aprendí a rezar
arrodillado con mi vieja,
si nunca te fui con quejas
hoy me tenés que escuchar:
¿Por qué tienen que pagar
esos pibes inocentes,
de que en el mundo haya gente
que sólo piensa en matar?

Ellos ¿qué saben de guerras?...
¡Ellos quieren Reyes Magos!
¡Y ellos, en vez de regalos
tienen un miedo que aterra!
Si vos pararas la guerra,
pasarían los camellos.
¡Yo te lo pido por ellos!
¡por los pibes de mi tierra!

Héctor Gagliardi 
(Poeta argentino)

3 de mayo de 2009

SALDOS Y RETAZOS (de Héctor Gagliardi)


SALDOS Y RETAZOS
(de Héctor F. Gagliardi, 9 de enero de 1953.)

Señores dueños de tiendas
en nombre de los maridos
vengo con tono afligido
a pedirle que me atiendan,
que razonen y comprendan
si es humano y es honesto
que todos los pesos nuestros
que juntamos de a puchitos
se transformen en salditos
que no tienen cinco metros.

Por ustedes la ciudad
vive siempre acelerada
con mujeres apuradas
que no saben donde van,
pero se apuran igual
para gastarse a empujones
la plata de sus varones
que por verlas en primera
les quedan las billeteras
para guardar direcciones.

Por ustedes se inventó
la mar de palabras raras:
a una seda colorada
la llaman rayón bordó;
si el trapo es color marrón
le dicen tafeta habano,
si tienen como gusanos
es un shantung natural,
y ahora lo llaman voal
a un mosquitero floreado.

Ya nos tienen aplastados
con tanta liquidación,
cuando no es por ampliación
es por mes aniversario
o por venta preinventario
o porque están de mudanza
o la piqueta que avanza
o que le sobran retazos
y nosotros a los ponchazos
porque la plata no alcanza.

Uno sabe qué liquidan
porque lo ha visto en el diario
o lo escuchó por la radio,
pero se olvida enseguida,
pero ellas que en la vida
nunca tienen que ponerse,
te gimen cada S.O.S.
que hacen temblar al marido
y en el ropero hay vestidos
que se han puesto un par de veces.

Mientras ustedes señores
del metro y la tijerita
esperan a las visitas
como el gato a los ratones,
desparramando a montones
el sebo por las vidrieras
ellas pasan, se codean
miran, se van... pero vuelven,
y ustedes por ver si llueve
se asoman a la vereda.

Y pensar que a los clientes
los tratan como a las telas,
al principio con cautela,
tijerita suavemente,
para después de repente
shuummm!!! las desgarran de un tirón
pensando en la comisión
sin importarle un pepino,
del dolor de los maridos
que no entienden del chifón.

Si ellas van por un piqué
ustedes traidoramente
le muestran secretamente
un regio crepé shorgé
si no es penicó francés,
el que cae en la balanza
bajan un corte de organza,
diciendo en tono insinuante
queda este gris elefante
y un saldito de azul francia.

Y las pobres que han entrado
solamente por mirar
se empiezan a desmandar
y te dejan arruinado,
cuando el gross no es regalado
es un amor el satén
y van del azul pastel
al verdecito botella,
y la gracia es de que a ellas
lo caro le queda bien.

Y la papa es al regreso
cuando vos querés saber
cuánto gastó tu mujer
te contesta con un beso
después te rasca el pescuezo,
te acaricia la orejita,
te saca la pelusita,
te trabaja de ternura,
y te quedás en ayunas,
silbando la cumparsita.

Porque todo lo que has dado
se lo ha gastado en la tela,
así que aguantá la vela
que después vendrá el bordado,
que modista, que plisado,
que botones, que cuellito,
sin contar los zapatitos,
la cartera, el sombrero,
y los guantes que hagan juego,
y te regalo el jueguito.

Y pensar que en el civil
al llamarme el contrayente
entendí: Contribuyente...
pero igual dije que "Sí,"
y ella en lugar de aplaudir
entró a mandarse la parte,
que manera de engancharte
y pensar de que hay amigos
que te salen de testigos
el día que vas a ahorcarte!

Autor:
Héctor Gagliardi,
del Libro "El Sentir de Buenos Aires."

CELOS (de Héctor Galiardi)




CELOS

(Poema del extraordinario prócer de la poesía,
don Héctor Gagliardi, de Buenos Aires)

¿Hasta cuándo - te pregunto- vas a seguir con tus celos
o te crees que vengo a casa, para quererme amargar...?
¡Y no me andés olfateando, que yo no soy ningún perro
si hasta el perfume que llevo, vos misma me lo comprás...!

Y tomá llevate el saco y revisalo a tu gusto
que a lo mejor el pañuelo, tiene una mancha de "rouge"
y te aviso por las dudas, para evitarte el disgusto
que este número que tengo... ¡es del doctor Santa Cruz...!

Y apurate que te falta examinar la camisa
y analizá esta manchita... vas a ver que es de café
que lo tomé sin azúcar... por no usar la cucharita
paradito en Do Brasil a las cuatro y veintitrés...

Y después le toca el turno al pantalón por supuesto,
eso sí... en la cartera, por favor no demorés...
que siempre cuento "la tela" por temor a los impuestos;
tengo 2 de cincuenta, 6 de cinco y 3 de cien.

Y en vista que la pesquisa no te ha dado resultado
sentate cerquita mío, que me quiero confesar
de todo lo que yo hice, cuando me fui de tu lado
esta mañana a las ocho, después de desayunar...

Como taxis no venían... me subí a un colectivo
y las cosas del destino, donde el hombre se ubicó
que si es otro se desmaya, pero yo... quedé tranquilo:
¡De un lado Sofía Loren... del otro... Brigitte Bardot...!

¡Y las dos por conquistarme, de rabia se derretían...!
Una me dio un codazo... la otra lo repitió...
ésta que me miraba... aquella me sonreía...
que al final, les dije: ¡Niñas, compostura por favor...!

Pero viendo que las cosas más oscuras se ponían
dije al llegar a Congreso: "¡Pare, que bajo yo...!"
"No te vayas... cuchi cuchi..."- me suplicó la Sofía
"Mi Tarzán... no me abandones"- ¡suspiró Brigitte Bardot...!

Eso... ocurrió a la mañana, que la pasé descansando
pero justo al mediodía, un amigo me avisó
que Ava Gardner me esperaba, para tomar un "cortado"
que venía con la Gina y esa rubia Diana Dorst...!

¿Ah... te reís... te causa gracia, y decís que son mentiras
porque jamás una estrella, en mí se podrá fijar...?
¿Entonces, yo qué merezco... esa gorda de la esquina,
esa que vende empanadas... en la esquina frente al bar...?

¡O no ves que en tu egoísmo, te rebajás a vos misma
cuando el esposo no vale, no hay motivos de celar,
y si vale... hay que cuidarlo, no aburrirlo con pamplinas
¡y hacerle gratas las horas cuando viene a descansar...!

¿O pensás de que tus celos, son motivo de cariño
y que a mí, me causa gracia, los papelones que hacés...?
¡Si cada día que pasa... sin querer me desanimo
y el día que diga: ¡Basta!... ¡Jamás me volvés a ver...!

Esa cuestión de celos, dejala para los novios
que se enojan veinte veces, para volverse a amigar...
o te creés de que a mis años... estoy pa´ hacerme el Tenorio
con los problemas que tengo, por mantener el hogar...

¡Y no llores que estas cosas no se arreglan con suspiros,
se arreglan queriendo fuerte, con cariño, con lealtad...!
¡Y ahora vení... dame un beso... y abrazalo a tu marido...
que no le gusta que llores... porque lo hacés aflojar...!


Héctor Gagliardi
del libro "El sentir de Buenos Aires"

Con tu visita yo vibro./ Tu regalo apreciaré,/y te obsequiaré mi libro/ si me invitas un café.

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