Hace casi 17 años en la TV colombiana se leyó un soneto mío titulado "EL PIANO SOLO" (https://youtu.be/oXkCXk3Ib6c?si=iswB4KKMWFmIo_K4) y hoy, editándolo ligeramente y gracias al detonante de un comentario hecho por Caia Cantarelli, lo he transformado en esta balada lenta titulada 
"ROSAS ROJAS SOBRE EL PIANO", un requiem sonoro donde el abandono también canta, porque hay música que no se escucha: se siente.
En esta pieza lenta, íntima y profundamente emocional, donde el amor ausente deja su huella en cada tecla muda, el piano —testigo fiel de lo vivido— permanece solo, con unas rosas marchitas a modo de homenaje póstumo, que ya no perfuman, pero aún sangran memoria. Esta balada habita el territorio del adiós, del amor que persiste aun cuando ya no está, del recuerdo que queda cuando la voz se apaga. En su atmósfera se cruzan la melancolía romántica, el drama wagneriano de Tristán e Isolda y la fragilidad humana frente al paso del tiempo. Aquí la música respira notas que calan hondo. Y en ese aliento se oye la ausencia, el temblor del recuerdo, el pulso de un amor que no murió del todo. Es un tema para escuchar en silencio, con el corazón abierto, dejando que cada acorde diga lo que las palabras no alcanzan.
“Rosas rojas, sangre y llanto… monumento a la pasión.”
*ROSAS ROJAS SOBRE EL PIANO*
[1]
Qué triste ver tan solo al viejo piano,
se calla la banqueta sin tu voz,
si ya no estás latiendo en esta casa
la música se muere entre los dos.
La noche cae lenta sobre el tiempo,
el aire sabe a adiós y a soledad,
las rosas se marchitan de silencio,
y el teclado comienza a dormitar.
[ESTRIBILLO]
Rosas rojas sobre el piano,
nadie toca… y suena igual.
Tu ausencia pulsa mi mano,
como un beso que no está.
Rosas rojas, sangre y llanto,
monumento a la pasión.
El piano ha quedado solo,
no habrá re,
ni do,
ni si,
ni sol.
[2]
Ya no suena el acorde ni el compás,
Tristán suspira solo en su dolor,
Isolda duerme lejos de mi faz,
jurando un para siempre que murió.
Y en la muerte de amor que aquí nos toca
—tan dulce como herida sin razón—
cómo quisiera besar el aire de tu boca
si no doliera tanto el corazón.
[Puente]
Las teclas saben cosas que no canto,
guardan tu sombra entre el marfil y el do,
de aquí me voy, lo dejo abandonado
ante el ramo de pasión que ruega compasión.
[ESTRIBILLO]
Rosas rojas sobre el piano,
nadie toca… y suena igual.
Tu ausencia pulsa mi mano,
como un beso que no está.
Rosas rojas, sangre y llanto,
monumento a la pasión.
El piano ha quedado solo,
no habrá re,
ni do,
ni si,
ni sol.
(BIS)


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