23 de noviembre de 2009
15 de noviembre de 2009
EL PAR DE BOTAS (Recitado Gauchesco) de Carlos Portela
UN PAR DE BOTAS - Carlos Portela
Sentado en su despacho, el comisario hojeando expedientes,
Cuando el cabo se presentó trayendo al detenido..
Un mozo de treinta años a lo sumo,
Vestía bombacha gris y corralera, que a juzgar por lo viejas,
Estaban dando pruebas de la miseria e su dueño...
Sin levantar la vista e los papeles,
prestó oídos a la palabra el cabo:
- Me lo entregó el Sargento, asigún dicen,
este paisano vago le robó unas botas al bolichero Vivas, Comisario..
- Unas botas? Aha..
- Ladrón barato...
- Como te llamás?
- Orencio Nievas
- Y de ande sos?
- De acá mesmo señor
- Trabajás?
- No señor, no hallo trabajo...
Estuve conchabao pa la cosecha en la chacra e Barcala,
pero en cuantito termino la juntada e maíz me echaron..
Ahora hago algunas changas y ansí vivo..
- A qué le llamás changas, a andar robando?
El paisano bajó la vista al suelo...
- Ande tenés las botas?
- En el rancho..
- Cabo, mande a buscarlas y páselo pa adentro a este ratero que ya vamos a ver lo que le damos.
Salió el Cabo llevándose al detenido
y el comisario se quedó pensando...
- Un par de botas...
Ni pa robar sirven estos paisanos vagos...
No habían pasado dos horas que un melico
se le cuadró en la puerta del despacho..
- Permiso Comisario..
Fui hasta el rancho el detenido Nievas
a trair las botas que le robó a Don Vivas...
Me las dio su mujer, las tenía puestas un hijo de ellos,
un chico de siete años...
- Con que esas son las botas?
Son muy chicas pa ensuciarse las manos..
Qué decía la mujer?
- Y nada, lloraba como una magdalena, Comisario,
y cuando me diba a ir me dio esta carta,
pa que se la entregara a ud. en sus propias manos..
- Aver deame
Mujeres que les piden los maridos, je,
nada más natural, pero lo malo
que siempre los hayan angelitos
aunque le hagan sombra al mesmo diablo...
Pero esa carta era distinta a todas,
Escrita en un papel de estrasa mugriento y arrugado,
Las palabras, eran una hilera torpe de garabatos,
que habían estampao la gracia y la inocencia,
de aquella criaturita de siete años,
ajeno por completo a la disgracia
que la miseria echó sobre su rancho...
El ceño el Comisario se fruncía
al tiempo que la iba descifrando...
Y al acabar de leer casi temblaba
la sucia hoja e papel entre sus manos..
- Agente..
- Mande mi Comisario
- Vaya y devuelva a la mujer de Nievas esas botas que ha traído, dígale.. dígale que jue un error que nos disculpe..
Después me le pregunta al bolichero de parte el Comisario, cuánto valen la botas, se las paga y que se olvide el caso..
Espere no se vaya...
A Orencio Nievas ya mesmo me lo largan, y que no deje de llegarse mañana mesmo...
Puede que le haya hallao algun trabajo..
Se retiró el milico tras la orden, y Don Segundo
se acomodó en la silla, pa ripasar esa hoja,
que aún temblaba como un pajarito hondeao entre sus manos...
- Siñores reyes magos:
Yo les pido que se acuerden este año de trairme las botitas..
Yo soy bueno, y asigún me han contado, si uno se porta bien todito el año, ustedes no se olvidan del regalito.
Tomando de la hoja, sintió como una brasa dentro el pecho,
y echó ajuera la rabia murmurando..
"Mientras la miseria haga ladrones de esa laya ..
¡Yo nunca serviré pa comisario... !!!"
(Autor) "CARLOS PORTELA"
5 de noviembre de 2009
RECLAMOS A MI ESPEJO
RECLAMOS A MI ESPEJO
¡Hay dudas sin respuesta en este viejo,
preguntas que se quedan sin respuesta!
¡Qué negrura esta noche tan funesta!
¡Me hace difícil verme en el espejo!
Necesito su brillo, ¡y qué complejo!
Preciso claridad, mas, ¡cómo cuesta!
Maldito espejo, ¡dame la respuesta!
Necesito tu luz y tu consejo.
Responde, por favor, toda mi duda,
resuelve mi existir, ya que es complejo,
y dime la verdad, ¡aunque sea cruda!
¡Bríndame ya, sin tretas, tu reflejo!
¡Haz que hable de mí, tu imagen muda!
¡Habla ya, por favor, maldito espejo!
Rubén Sada, 04-11-2009
Soneto incluido en el noveno libro de Rubén Sada titulado
"EN 14 VERSOS" publicado en 2015.
preguntas que se quedan sin respuesta!
¡Qué negrura esta noche tan funesta!
¡Me hace difícil verme en el espejo!
Necesito su brillo, ¡y qué complejo!
Preciso claridad, mas, ¡cómo cuesta!
Maldito espejo, ¡dame la respuesta!
Necesito tu luz y tu consejo.
Responde, por favor, toda mi duda,
resuelve mi existir, ya que es complejo,
y dime la verdad, ¡aunque sea cruda!
¡Bríndame ya, sin tretas, tu reflejo!
¡Haz que hable de mí, tu imagen muda!
¡Habla ya, por favor, maldito espejo!
Rubén Sada, 04-11-2009
Soneto incluido en el noveno libro de Rubén Sada titulado
"EN 14 VERSOS" publicado en 2015.
EL PRINCIPE AZUL JAMÁS LLEGARÁ
EL PRÍNCIPE AZUL JAMÁS LLEGARÁ
Por favor, no sigas esperando,tu azul príncipe jamás llegará.
Sólo tal vez llegará un hombre
de carne y hueso, de verdad.
Llegará hasta ti un ser humano,
que necesite tu cuerpo y nada más.
A quien sólo atraiga tu belleza,
y tu forma de ser y de pensar.
Tendrás que lavar toda su ropa,
y tal vez le tengas que cocinar.
Vivirás soportando sus defectos,
si desean convivir hasta el final.
Aguantarás sus vicios y manías,
tendrás que enfrentar la realidad.
Soportarás enojos y berrinches,
con la esperanza de hallar felicidad.
Tan sólo conocerás un hombre,
que te hará suspirar y gozar.
Con todos sus errores y virtudes,
él será sólo un varón, uno más.
No quisiera desilusionarte, nena,
pero tu príncipe azul no llegará.
Sólo llegará hasta ti un hombre,
con el que formarás un hogar.
Rubén Sada. 16/08/2009
31 de octubre de 2009
DIGO LA TONADA... por ANTONIO ESTEBAN AGUERO
El idioma nos vino con las naves,
sobre arcabuces y metal de espada,
cabalgando la muerte y destruyendo
la memoria y el quipo del Amauta;
fue contienda también la del Idioma,
dura guerra también, sorda batalla,
entre un bando de oscuros ruiseñores
con su pico de sierpe acorazada
y zorzales y tímidas bumbunas
que la voz y la sangre circulaban
del abuelo diaguita o michilingue
con persistencia de remota llama;
rotas fueron las voces ancestrales,
perseguidas, mordidas, martilladas
por un loco rencor sobre la boca
del hombre inerme y la mujer violada.
sobre arcabuces y metal de espada,
cabalgando la muerte y destruyendo
la memoria y el quipo del Amauta;
fue contienda también la del Idioma,
dura guerra también, sorda batalla,
entre un bando de oscuros ruiseñores
con su pico de sierpe acorazada
y zorzales y tímidas bumbunas
que la voz y la sangre circulaban
del abuelo diaguita o michilingue
con persistencia de remota llama;
rotas fueron las voces ancestrales,
perseguidas, mordidas, martilladas
por un loco rencor sobre la boca
del hombre inerme y la mujer violada.
Y el Idioma triunfó, los ruiseñores
de Castilla vencieron, la calandria
cuya voz era tierra, barro nuestro,
son y zumo de tierra americana
de repente calló cuando los hierros
agrios del odio en su dolor de fragua
le marcaron el pecho que gemía
y segaron la luz de su garganta...
Pero la lucha prosiguió en la sombra,
una guerra de acentos y palabras,
de fugitivas voces y vocablos
con las venas sangrantes que buscaban
refugiarse en la frente o esconderse
en la nocturna claridad del alma
perdiendo expresión y contenido,
la sonora raíz, la leve gracia,
el poder bautismal y la semilla
para ser sólo la sutil fragancia
que nos sella la voz con el anillo
popular y común de la tonada:
Yo entrecierro los ojos y la escucho
venir y llegar hasta mi almohada
como un largo rumor de caracola,
como memoria de mujer descalza,
como llega la música en la brisa
si la brisa es arroyo de guitarra;
y la siento volar en la tertulia
de labio en labio, mariposa mansa,
suave cuerda que vibra, quena sorda,
o fugaz sugerencia de campana;
y la escucho en la voz que me despierta
con el mate y su luz en la mañana
cuando el sol es un padre que nos dona
el reciente verdor de la esperanza;
y la escucho en un niño que transita
por el sendero que trazó la cabra
y me grita: ¡Buen día! y me conforta
con la sonrisa de su alegre cara;
de repente la siento que rodea
mi corazón como una mano blanda
si la voz de la madre o de la esposa
se florece con íntimas palabras;
alguna noche la escuché en Rosario
en la voz de una joven que pasaba
y eso sólo bastó para que viera
amanecer los cerros del Conlara;
y otra noche la oía en Buenos Aires,
en muchedumbre de no se qué plaza,
sobre un grito vibrante que decía
titulares de prensa cuotidiana;
cómo es dulce sentirla cuando llega
desde una boca de mujer besada
con el "sí" suspirado que promete
una cálida rosa para el ansia;
y la escucho sonar entre los niños
de un pueblecito que se dice Larca
mientras mueven las manos en el juego
escolar y rural de la payana;
y la siento rezar en el velorio,
y saltar en el arco de la taba,
y volverse puñal en el insulto
y suspirar en la recién casada.
venir y llegar hasta mi almohada
como un largo rumor de caracola,
como memoria de mujer descalza,
como llega la música en la brisa
si la brisa es arroyo de guitarra;
y la siento volar en la tertulia
de labio en labio, mariposa mansa,
suave cuerda que vibra, quena sorda,
o fugaz sugerencia de campana;
y la escucho en la voz que me despierta
con el mate y su luz en la mañana
cuando el sol es un padre que nos dona
el reciente verdor de la esperanza;
y la escucho en un niño que transita
por el sendero que trazó la cabra
y me grita: ¡Buen día! y me conforta
con la sonrisa de su alegre cara;
de repente la siento que rodea
mi corazón como una mano blanda
si la voz de la madre o de la esposa
se florece con íntimas palabras;
alguna noche la escuché en Rosario
en la voz de una joven que pasaba
y eso sólo bastó para que viera
amanecer los cerros del Conlara;
y otra noche la oía en Buenos Aires,
en muchedumbre de no se qué plaza,
sobre un grito vibrante que decía
titulares de prensa cuotidiana;
cómo es dulce sentirla cuando llega
desde una boca de mujer besada
con el "sí" suspirado que promete
una cálida rosa para el ansia;
y la escucho sonar entre los niños
de un pueblecito que se dice Larca
mientras mueven las manos en el juego
escolar y rural de la payana;
y la siento rezar en el velorio,
y saltar en el arco de la taba,
y volverse puñal en el insulto
y suspirar en la recién casada.
Dondequiera que esté yo la escucho
y tras ella regreso a la comarca
donde soy una piedra, una semilla,
una nube y un pájaro que canta...
No tenemos bandera que nos cubra
tremolando en el aire de la plaza,
ni canción que nos diga entre los pueblos
cuando suene el clarín, y la proclama
desanude las últimas cadenas
y destruya el alambre y la muralla,
pero tenemos esta luz secreta,
esta música nuestra soterrada,
este leve clamor, esta cadencia,
este cuño solar, esta venganza,
este oscuro puñal inadvertido
este perfil oral, esta campana,
este mágico son que nos describe,
esta flor en la voz: nuestra Tonada.
y tras ella regreso a la comarca
donde soy una piedra, una semilla,
una nube y un pájaro que canta...
No tenemos bandera que nos cubra
tremolando en el aire de la plaza,
ni canción que nos diga entre los pueblos
cuando suene el clarín, y la proclama
desanude las últimas cadenas
y destruya el alambre y la muralla,
pero tenemos esta luz secreta,
esta música nuestra soterrada,
este leve clamor, esta cadencia,
este cuño solar, esta venganza,
este oscuro puñal inadvertido
este perfil oral, esta campana,
este mágico son que nos describe,
esta flor en la voz: nuestra Tonada.
Autor: Antonio Esteban Aguero.
Antonio Esteban Agüero nació en Piedra Blanca (San Luis) el 7 de Febrero de 1917 y murió en San Luis el 18 de Junio de 1970. Se graduó de Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal "Juan Pascual Pringles" de la Ciudad de San Luis. Desempeñó importantes cargos públicos en su provincia. Fue Presidente del Consejo Provincial de Educación (1955/56), Director de Cultura (1957), Ministro de previsión Social y Educación (1957) y Ministro de Gobierno (1958/59). Su vocación literaria se manifestó a temprana edad, los primeros relatos y poemas datan desde sus quince años. Poeta y prosista obtuvo distinciones por varios de sus trabajos: "Retrato de un dama" obtuvo el 1º Premio de Poesía y Medalla de Oro, 1947, de la Dirección General de Cultura de Córdoba, "Las cantatas del árbol" y "Romancero de niños" fueron galardonados con el 1º Premio Nacional de Literatura Regional, máxima distinción a que puede aspirar un escritor residente en el interior del país. En 1958, la Dirección Nacional de radiodifusión le otorgó la Medalla de Oro por la mejor conferencia de carácter histórico. Desde 1938, Agüero colaboró en el suplemento dominical del diario "La Prensa" (Buenos Aires), y en numerosas revistas y periódicos argentinos y extranjeros. En 1960 el diario "Clarín" de Buenos Aires otorgó al poeta, por voto unánime de los tres jurados que fueron: Jorge Luis Borges, Enrique Larreta y Fermín Gutiérrez, el premio del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo a su poema "Un hombre dice a su pequeño país". En 1970, Antonio Esteban Agüero recibió el título de Doctor Honoris Causa Post-Mortem de la Universidad Nacional de San Luis.
Entre sus principales publicaciones se destacan: "Poemas lugareños" (1937), "Romancero Aldeano" (1938), "Pastorales" (1939), "Romancero de niños" (1946), "Cantatas del árbol" (1953), "Un hombre dice a su pequeño país" (1972), "Canciones para la voz humana" (1973) y "Poemas Inéditos" (1978).
Entre sus principales publicaciones se destacan: "Poemas lugareños" (1937), "Romancero Aldeano" (1938), "Pastorales" (1939), "Romancero de niños" (1946), "Cantatas del árbol" (1953), "Un hombre dice a su pequeño país" (1972), "Canciones para la voz humana" (1973) y "Poemas Inéditos" (1978).
LA ECUACIÓN DEL AMOR
LA ECUACIÓN DEL AMOR
¡Qué compleja es la ecuación del amor!
Es más difícil que componer un poema.
Mucho más arduo que hallar valiosa gema.
¿Por qué razón uno más uno, no es dos?
¿Por qué no puedo encontrar la solución,
ni tampoco resolver este teorema?
Muy complicado resolver este dilema:
No se resuelve ni con ordenador.
Es una hipótesis sin tesis el amor,
y no se pueden redactar sus lemas.
Su teoría rompe todos los esquemas,
y no se puede obtener por deducción.
¡Cómo encegueces cuando ves el sol!
Y con su fuego, tus neuronas quemas.
¡Qué fácil es, en cambio, hacer las cuentas!
Pero éstas no funcionan con amor.
¿Por qué no puedo descifrar esta ecuación?
¿Y por qué en el afecto no hay reglas?
¿Cómo se hace para sumar dos letras,
y que el resultado no me tire error?
No lo sé, no hay común denominador,
creo, ni Pitágoras me resuelve ésta.
Estoy cansado ya de andar a tientas,
sin hallar cómo resolver esta ecuación.
RUBÉN SADA. 18/04/2010
18 de octubre de 2009
VISITA A LA FM POPULAR DE CLAYPOLE
sábado 17 de octubre de 2009
Rubén Sada en su visita a la Radio
4 de octubre de 2009
EL HUESO (Primer cuento corto de Rubén Sada, publicado en Antología de Cuentos de Bialet Massé, Córdoba)
EL HUESO
(Publicado en la V Antología de Escritores de Prosa y Narrativa 2009 de BIALET MASSÉ, CÓRDOBA, ARGENTINA)
_________________
(Primer cuento corto de Rubén Sada)
EL HUESO
La tarde se perfilaba calurosa. Era muy tedioso aguantar el calor en la calle, por eso el perro solo atinó a echarse en la vereda fresca, debajo de la sombra de un frondoso árbol, al comenzar la tranquila hora de la siesta. De repente, y cuando el perro estaba dispuesto a disfrutar de esa merecida pausa, luego de tanto andar en el fragor del sol buscando algo que roer, nuestro callejero amigo, fue sobresaltado por un ruido, un fuerte ruido a hueco, producido por un gran hueso que cayó del camión recolector de cebo que pasa una vez por semana por la carnicería de la otra cuadra. Allí había caído, en la vereda del frente. Era un hermoso hueso, algo nunca visto, brillante, grande, y hasta tenía todavía restos de carne fresca en sus costados, como una auténtica burla para los canes que mendigan en la calle, como él.
Al tratar de cruzar para tomarlo con sus mandíbulas, y en el mismísimo momento que puso la primera de sus patas en la caliente acera, un auto a alta velocidad casi le arrancó la pata.
—"¡Desgraciado!" —ladró con furia. "¿Por qué irán todos tan apurados en esta gran ciudad? ¿Es que todos están locos? Menos mal que saqué la pata de la calle justo a tiempo, sino ya me convertía en trípode."
La brisa soplaba cálida y provenía de la vereda de enfrente, trayendo el olor del hueso... ¡Qué hueso! Su olor era irresistible. Debía ser un hueso recién cortado, "Pobre vaquita," pensó, pero en definitiva, allí estaba el hueso. Ahora era 'su hueso' y debía recogerlo.
Otro arriesgado momento vivió, cuando en un nuevo intento de tener el hueso, nuevamente "Tuuuuu," un gigantesco camión cargado con arena, lo hizo retroceder, esta vez bañando sus ojos de una nube de fina arena que iba tirando a la vera del camino. "¡Qué camionero miserable!" pensó, "¿no vio que yo estaba por cruzar? ¡Así vienen los accidentes!" Al cabo de esperar un rato, la irritación producida por el polvo en sus ojos, se le fue, y comenzó a ver nuevamente... y, ¿qué veía?
Sí, ¡el hueso! Allí estaba, burlándose de él, y de todos los perros hambrientos del mundo. Había que hacer algo, alguien tenía que sacrificarse. "Quizás, tenga que arriesgar mi vida," pensó, "pero lo haré, porque ese hueso, es mío. Todo sea por los hambrientos del mundo. Es una causa justa."
Al tratar de cruzar para tomarlo con sus mandíbulas, y en el mismísimo momento que puso la primera de sus patas en la caliente acera, un auto a alta velocidad casi le arrancó la pata.
—"¡Desgraciado!" —ladró con furia. "¿Por qué irán todos tan apurados en esta gran ciudad? ¿Es que todos están locos? Menos mal que saqué la pata de la calle justo a tiempo, sino ya me convertía en trípode."
La brisa soplaba cálida y provenía de la vereda de enfrente, trayendo el olor del hueso... ¡Qué hueso! Su olor era irresistible. Debía ser un hueso recién cortado, "Pobre vaquita," pensó, pero en definitiva, allí estaba el hueso. Ahora era 'su hueso' y debía recogerlo.
Otro arriesgado momento vivió, cuando en un nuevo intento de tener el hueso, nuevamente "Tuuuuu," un gigantesco camión cargado con arena, lo hizo retroceder, esta vez bañando sus ojos de una nube de fina arena que iba tirando a la vera del camino. "¡Qué camionero miserable!" pensó, "¿no vio que yo estaba por cruzar? ¡Así vienen los accidentes!" Al cabo de esperar un rato, la irritación producida por el polvo en sus ojos, se le fue, y comenzó a ver nuevamente... y, ¿qué veía?
Sí, ¡el hueso! Allí estaba, burlándose de él, y de todos los perros hambrientos del mundo. Había que hacer algo, alguien tenía que sacrificarse. "Quizás, tenga que arriesgar mi vida," pensó, "pero lo haré, porque ese hueso, es mío. Todo sea por los hambrientos del mundo. Es una causa justa."
Un pájaro que se hallaba parado en el cable de la electricidad, se acercó al hueso. Desde allí, saltó y luego voló rápidamente al lado del perro, y comenzaron a charlar.
—"Cómo quisiera ser un pájaro en este momento," —le dijo el perro. El pajarillo, asombrado de semejante confesión, le preguntó: "¿Para qué?" El perro le contestó: "Para volar al otro lado de la calle, con la facilidad que tú lo haces, y apoderarme de un hermoso hueso que me está llamando desde allí. ¿Lo ves? Allí está." El pájaro le respondió: "Si serías pájaro, el hueso no te interesaría, comerías semillas y bichos, así que de nada te serviría estar al otro lado de la calle. Mejor, escucha mi canto, mientras elaboras un plan para cruzar la calle."
Y así, despreocupado, se puso a gorjear hermosos trinos.
El perro ya se estaba poniendo nervioso, pues los autos seguían pasando a alta velocidad, sin respetarlo, y el pobre can no podía siquiera asomar su hocico fuera del cordón, a lo que exclamó: "Deja de trinar, pajarraco, que no es momento para el arte," y el asustado pájaro huyó sin rumbo. "Este tonto pajarito, piensa que la vida es una canción, y yo estoy preocupándome por comer. Arte, arte, ¡ARTE! Con el arte no se llena la panza. Para comer hay que sacrificarse."
Hasta que en un momento, en el que parecía que se apaciguaba la circulación de autos, el perro realizó un nuevo intento para cruzar, y de repente: "Tuuuuuuuu" un transporte escolar lleno de niños, que justo lo esquivó, sino, nos quedamos sin protagonista. Asustado por el bocinazo, retrocedió. "Otro asesino al volante," rabiaba el perro. "Pobres esos niños, colocan su vida en las manos de un conductor maníaco. Menos mal que yo viajo a pie, y conduzco yo mismo."
Los vehículos seguían pasando en ambas direcciones, sin detenerse, como la tarde. Las primeras sombras del ocaso, bañaban las copas de los árboles, produciendo algunas zonas de oscuridad, pero allí seguía brillando, 'su hueso'. Estaba quieto, en la misma posición, y él solo lo perdía de vista cuando algún camión largo pasaba un poco más lento por la calle, pero cuando las grandes ruedas del final del camión pasaban, ahhh... ¡Qué tranquilidad! Allí estaba todavía el hueso.
Fue entonces al anochecer, que los gatos salían a merodear por el barrio. Su amigo, el gato Michifuz estuvo mirándolo desde antes, y se reía de él, porque le causaba gracia el fracaso del perro por cruzar. Entonces se le acercó, y le dijo: "Deja de intentarlo, amigo. No lo lograrás. ¿No ves que este es el resultado de la modernidad? Cada vez más autos, cada vez más contaminación, cada vez más barullo... y cada vez más perros hambrientos y abandonados."
—"Sí, sí, tú me dices eso, porque eres un gatito 'fifí', alimentado en tu casa, bien limpio, duermes en una mullida cesta con colchón de espuma y los niños te acarician todo el día. No conoces el hambre, nunca lo conociste. No imaginas lo que es revolver la basura, para encontrar... encontrar nada, nada que sea comible. Quisiera ver qué harías siendo un gato callejero, si pensarías igual que ahora. ¡No! El hueso es mío, y no lo dejaré, no me resignaré. Lucharé por él. ¡Mataré por él!"
—"Como quieras, es tu decisión" replicó el gato, "pero yo no lo intentaría más. Adiós."
En ese instante, en que el gato se va, parecía que la calma se apoderaba también de la calle, pero no. Justo cuando nuestro amigo, nuevamente pone la otra pata en la calle, una potente luz le ciega los ojos. Era la luz de una motocicleta, que lo encandiló, y que a altísima velocidad le pasó raspando, y... fuuuuzzzzz. "Menos mal que nadie me lleva en moto," pensó, "pues es muy peligrosa. Por lo menos yo tengo cuatro patas, y no dos ruedas. Estos humanos que arriesgan la vida, por nada. Hablando de arriesgar, me tengo que arriesgar nuevamente. Todo sea por el hueso. El hueso es mío, es solo mío y de nadie más".
En eso que se le fue el efecto de la luz en los ojos, se le acercó una hermosa perra blanca y limpia y moviendo la cola, lo olfateó.
—"Hola," —le dijo la perrita.
—"Hola", —respondió nuestro amigo, con tono de mal humor.
—"¿Esperas a alguien?" —preguntó ella.
—"No," —contestó refunfuñando. —"Mejor dicho, sí, espero que dejen de pasar estos endemoniados autos por la calle, para tomar ese hueso que está en la vereda de enfrente. El hueso es mío, porque yo lo vi primero, y no permitiré que otro perro me lo quite. Pero... si me ayudas a tomarlo, podríamos compartirlo... y quién sabe, pasaríamos una velada de ensueño juntos."
—"Bueno, te ayudaré," —respondió la perra.— "Para cruzar la calle, tienes que mirar adelante, al objetivo. ¿Cuál es nuestro objetivo? El hueso. Solo miras para adelante, y comienzas a cruzar. Los autos, pararán cuando te vean. Tú solo cruza, sin miedo. Mira siempre adelante, a la meta. Y avanza paso a paso, paso a paso, hasta que llegues a ella. Sin miedo, vamos. ¡Hazlo!"
—"¿Estás loca?" —Replicó el perro. —"Esta calle está llena de asesinos al volante. Tendrías que ver la cantidad de compañeros canes, que he visto aplastados por conductores perricidas y hasta ahora yo me salvé de estar entre ellos."
"Aunque, pensándolo bien, debería hacer un nuevo intento, y todo sea por el hueso... uy, uy, el hueso, me olvidé del hueso, lo perdí de vista, uuuu... me parece que ya no está, no, no ya no está, efectivamente, ya no está allí donde 'yo' lo dejé, el hueso era mío y me lo robaron, me lo robaron, ¡Policía! ¡Policía! Me robaron el hueso, uy, ¡qué bronca, me lo robaron! ¡Qué sinvergüenzas! ¡Sacarle el pan de la boca a un hambriento! ¡Y ahora se me fue la perrita, me desapareció mi nueva compañera de repente. ¿No será que ella se fugó con el hueso? ¡Qué mala suerte!"
...
"Bueno, pero ya que hoy no pude dormir la siesta, y ya viene la noche, me voy a dormir, y seguiré soñando con lo imposible... cruzar la calle y seguir vivo. Está a la vista que el hueso no era para mí, y cuando 'no es pa'uno, no es pa'uno.'
Debe ser el destino, que así lo quiso. O, no sé por qué será. No hay nada que hacer. Seguiré soñando con la música de los pájaros (como la del que se me voló), con la perrita (que también se me fue), y con el hueso (como el que me robaron)... pero que era 'mi hueso' ¿se los dije?..."
—"Cómo quisiera ser un pájaro en este momento," —le dijo el perro. El pajarillo, asombrado de semejante confesión, le preguntó: "¿Para qué?" El perro le contestó: "Para volar al otro lado de la calle, con la facilidad que tú lo haces, y apoderarme de un hermoso hueso que me está llamando desde allí. ¿Lo ves? Allí está." El pájaro le respondió: "Si serías pájaro, el hueso no te interesaría, comerías semillas y bichos, así que de nada te serviría estar al otro lado de la calle. Mejor, escucha mi canto, mientras elaboras un plan para cruzar la calle."
Y así, despreocupado, se puso a gorjear hermosos trinos.
El perro ya se estaba poniendo nervioso, pues los autos seguían pasando a alta velocidad, sin respetarlo, y el pobre can no podía siquiera asomar su hocico fuera del cordón, a lo que exclamó: "Deja de trinar, pajarraco, que no es momento para el arte," y el asustado pájaro huyó sin rumbo. "Este tonto pajarito, piensa que la vida es una canción, y yo estoy preocupándome por comer. Arte, arte, ¡ARTE! Con el arte no se llena la panza. Para comer hay que sacrificarse."
Hasta que en un momento, en el que parecía que se apaciguaba la circulación de autos, el perro realizó un nuevo intento para cruzar, y de repente: "Tuuuuuuuu" un transporte escolar lleno de niños, que justo lo esquivó, sino, nos quedamos sin protagonista. Asustado por el bocinazo, retrocedió. "Otro asesino al volante," rabiaba el perro. "Pobres esos niños, colocan su vida en las manos de un conductor maníaco. Menos mal que yo viajo a pie, y conduzco yo mismo."
Los vehículos seguían pasando en ambas direcciones, sin detenerse, como la tarde. Las primeras sombras del ocaso, bañaban las copas de los árboles, produciendo algunas zonas de oscuridad, pero allí seguía brillando, 'su hueso'. Estaba quieto, en la misma posición, y él solo lo perdía de vista cuando algún camión largo pasaba un poco más lento por la calle, pero cuando las grandes ruedas del final del camión pasaban, ahhh... ¡Qué tranquilidad! Allí estaba todavía el hueso.
Fue entonces al anochecer, que los gatos salían a merodear por el barrio. Su amigo, el gato Michifuz estuvo mirándolo desde antes, y se reía de él, porque le causaba gracia el fracaso del perro por cruzar. Entonces se le acercó, y le dijo: "Deja de intentarlo, amigo. No lo lograrás. ¿No ves que este es el resultado de la modernidad? Cada vez más autos, cada vez más contaminación, cada vez más barullo... y cada vez más perros hambrientos y abandonados."
—"Sí, sí, tú me dices eso, porque eres un gatito 'fifí', alimentado en tu casa, bien limpio, duermes en una mullida cesta con colchón de espuma y los niños te acarician todo el día. No conoces el hambre, nunca lo conociste. No imaginas lo que es revolver la basura, para encontrar... encontrar nada, nada que sea comible. Quisiera ver qué harías siendo un gato callejero, si pensarías igual que ahora. ¡No! El hueso es mío, y no lo dejaré, no me resignaré. Lucharé por él. ¡Mataré por él!"
—"Como quieras, es tu decisión" replicó el gato, "pero yo no lo intentaría más. Adiós."
En ese instante, en que el gato se va, parecía que la calma se apoderaba también de la calle, pero no. Justo cuando nuestro amigo, nuevamente pone la otra pata en la calle, una potente luz le ciega los ojos. Era la luz de una motocicleta, que lo encandiló, y que a altísima velocidad le pasó raspando, y... fuuuuzzzzz. "Menos mal que nadie me lleva en moto," pensó, "pues es muy peligrosa. Por lo menos yo tengo cuatro patas, y no dos ruedas. Estos humanos que arriesgan la vida, por nada. Hablando de arriesgar, me tengo que arriesgar nuevamente. Todo sea por el hueso. El hueso es mío, es solo mío y de nadie más".
En eso que se le fue el efecto de la luz en los ojos, se le acercó una hermosa perra blanca y limpia y moviendo la cola, lo olfateó.
—"Hola," —le dijo la perrita.
—"Hola", —respondió nuestro amigo, con tono de mal humor.
—"¿Esperas a alguien?" —preguntó ella.
—"No," —contestó refunfuñando. —"Mejor dicho, sí, espero que dejen de pasar estos endemoniados autos por la calle, para tomar ese hueso que está en la vereda de enfrente. El hueso es mío, porque yo lo vi primero, y no permitiré que otro perro me lo quite. Pero... si me ayudas a tomarlo, podríamos compartirlo... y quién sabe, pasaríamos una velada de ensueño juntos."
—"Bueno, te ayudaré," —respondió la perra.— "Para cruzar la calle, tienes que mirar adelante, al objetivo. ¿Cuál es nuestro objetivo? El hueso. Solo miras para adelante, y comienzas a cruzar. Los autos, pararán cuando te vean. Tú solo cruza, sin miedo. Mira siempre adelante, a la meta. Y avanza paso a paso, paso a paso, hasta que llegues a ella. Sin miedo, vamos. ¡Hazlo!"
—"¿Estás loca?" —Replicó el perro. —"Esta calle está llena de asesinos al volante. Tendrías que ver la cantidad de compañeros canes, que he visto aplastados por conductores perricidas y hasta ahora yo me salvé de estar entre ellos."
"Aunque, pensándolo bien, debería hacer un nuevo intento, y todo sea por el hueso... uy, uy, el hueso, me olvidé del hueso, lo perdí de vista, uuuu... me parece que ya no está, no, no ya no está, efectivamente, ya no está allí donde 'yo' lo dejé, el hueso era mío y me lo robaron, me lo robaron, ¡Policía! ¡Policía! Me robaron el hueso, uy, ¡qué bronca, me lo robaron! ¡Qué sinvergüenzas! ¡Sacarle el pan de la boca a un hambriento! ¡Y ahora se me fue la perrita, me desapareció mi nueva compañera de repente. ¿No será que ella se fugó con el hueso? ¡Qué mala suerte!"
...
"Bueno, pero ya que hoy no pude dormir la siesta, y ya viene la noche, me voy a dormir, y seguiré soñando con lo imposible... cruzar la calle y seguir vivo. Está a la vista que el hueso no era para mí, y cuando 'no es pa'uno, no es pa'uno.'
Debe ser el destino, que así lo quiso. O, no sé por qué será. No hay nada que hacer. Seguiré soñando con la música de los pájaros (como la del que se me voló), con la perrita (que también se me fue), y con el hueso (como el que me robaron)... pero que era 'mi hueso' ¿se los dije?..."
© Rubén Sada, Quilmes, Buenos Aires, Argentina. 23-03-2009.
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ANIMAL,
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RUBEN SADA
16 de septiembre de 2009
HA ANOCHECIDO EN MEDIODÍA
HA ANOCHECIDO EN MEDIODÍA
Y así lo dijo hace siglos, el Viracocha Pachaya, que sin duda había escuchado la profecía de los mayas,
pues algunos años antes hubo conquistas hispanas.
Y así lo auguró el Inca, en quechua, con sus palabras:
“Vendrán monstruos desde el mar, que nos quitarán el alma:
Hombres pálidos, barbudos, dejarán tierra asolada,
vestirán ropa de hierro, que se abre y se desarma
tendrán tubos que vomitan un fuego que hiere y mata.”
Y llora su imperio el Inca, el Gran Inca Huáyna-Cápac,
y entre dos hijos guerreros, el territorio se rasga.
Llega guerra fratricida que los divide y desangra
entre dos hermanos Cápac: Huáscar y Atahualpa.
Y este ahora es capturado en su tierra, Cajamarca,
por Pizarro y demás hombres sobrevenidos de España.
Apresado allí Atahualpa promete pagar fianza:
Una sala llena de oro, y dos de valiosa plata.
Corren los incas, prestos a salvar a su monarca,
Llevando puras riquezas para llenar dichas arcas,
Y así queda desolado y vacío el Quri Kancha,
porque a Europa llevan todo y lo que queda lo arrasan.
Llora, Atahuallpa llora, duele la traición blanca
y llora también su muerte su esposa la Schyri Pacha,
mientras los conquistadores le instituyen pena máxima,
poniendo fin al imperio y a la cultura incaica.
La rapiña hoy continúa, quinientos años no es nada,
en el Imperio del sol hoy siguen sudando lágrimas
que se transforman en oro saqueado de las montañas,
pues viene otra vez Pizarro, ¡esta vez viene con máquinas!
Y se repite la historia del saqueo y las desgracias,
en este pueblo amerindio, Quito, Cuzco y sus comarcas.
Es tan solo un corto instante para las garras del águila.
¡Viene de nuevo la muerte! ¡Defiéndenos Atahualpa!
¡Libérate de los garfios! ¡Despierta ya, Abya Yala!
¡Que no exista desunión entre naciones hermanas!
Que cese ya la rapiña, y grite al ultraje: “¡Basta!”
Es la noche en mediodía… ¡Chaupi Punchapi Tutayarca!
© Rubén Sada, 11-09-2009.
6 de septiembre de 2009
MARIPOSAS EN TU ESPALDA (DECASÍLABO SIMPLE)
MARIPOSAS EN TU ESPALDA
Caliento el placer con que te meces
con suaves cosquillas en tu espalda,
mi mano, tu piel helada escalda,
presiento tibiezas: las mereces.
Con brisas carmines infloresces,
la orquídea de amor tu cuerpo salda,
te ofrezco alevillas tono gualda,
con seda en las manos que me ofreces.
Verás como el tallo reverdece
tiñendo el matiz de tu guirnalda,
tu mundo será fronda esmeralda
brotando en el valle que humedece.
Tu piel de gallina te estremece,
y tiembla en el frío de tu falda.
Bailamos en ruedas de giralda,
a un ritmo del día que anochece.
Cosquilla en la espalda y en la frente
te hará revivir con luz del alba.
Seré mariposas en tu espalda...
Que quieren volar hasta tu vientre.
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