23 de diciembre de 2012

APÓSTROFE - de Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)

Kaiser-Guillermo-II-de ALEMANIA


APÓSTROFE

de Pedro Bonifacio Palacios(Almafuerte)

Epígrafe del autor: "Para mis amigos, los doctores 
Carlos C. Madariaga y D. Francisco A. Barroetaveña."

I

Mentecato razonante, -amoral y razonante,
            amoral y atrabiliario-
como aquellos Federicos, tus abuelos,
como aquél, tu regio primo que arrojaron a las ondas:
            tragicómico.
Personaje de Moliere incorporado a la técnica de Hugo:
            un mediocre, un secundario,
con desplantes de Nerón; declamatorio y homicida:
            medio histrión, medio chacal.
Dulcamara de las artes y las letras
que profanas los prodigios del ingenio
            grave y hondo,
            noble y fuerte,
de los jóvenes artistas de Alemania,
con los necios cascabeles petulantes
y los místicos remiendos incongruentes
            de tu inflada medianía,
            de tu enorme fatuidad.
           
II

            Dictador de un pueblo manso,
que a virtud de un cientifismo más brutal que los azotes,
            le has hundido en el abyecto
gran trajín de los insectos laboriosos:
            en su helado mecanismo;
en aquella disciplina de colmena
que persigue un fin extraño a las abejas.
            Democracia encasillada,
donde todos son felices, -donde todos
dan la misma sensación de ser felices,-
            porque nadie es personal.
            Democracia de inconscientes,
            de resortes aceitados,
incapaz de las preñeces inefables
            de las madres de los Cristos.
Democracia subalterna, sin historia,
            que es idéntica por siempre
de una punta a la otra punta de los tiempos,
¡que es la misma democracia miseranda
que conduces al asalto en batallones,
            y la misma que desdoras,
sometida a las liturgias de la higiene
            como un torpe lupanar!

III

            Mientras tú, -zángano y pulpo,
            hiperbólico parásito
            tenebroso,-
te reservas el derecho de ser libre,
            de ser hombre, de ser loco,
            de ser genio extravagante,
            de dar rienda a tus impulsos;
porque Dios así lo quiso, porque Dios así lo manda,
            porque Dios te necesita
para el logro de sus planes y designios...
            charlatán.

IV

            Asesino coronado,
con las manos empapadas en la sangre de millones de inocentes;
de mujeres y de niños y de ancianos,-
            base y cumbre de la vida,-
de ignorantes campesinos y de bestias de labranza -
compañeras de los tristes y los pobres
y factores de riqueza y de alegría
            como el pobre y como el triste.-
Impostor, grotesco Atila, descendiente putativo
            del monarca de los Hunos,
            tragediante,
cuyas manos sumergidas en la sangre de cien pueblos,
            ya no manchan lo que tocan
            con la sangre que destilan;
            porque todo está sangriento,
porque todo está purpúreo como un coágulo fantástico;
            tierra y mar.

            Mitológico demonio,
            cuyas fauces, cuyos cuernos,
cuyas garras y pezuñas chorreantes
en la sangre generosa de la flor de los varones
dejarán por luengos años apagadas
            las antorchas de Himeneo;
las tribunas populares sin apóstrofes,
como bocas desdentadas y sin lengua;
polvorosos y vacíos y yacentes
            alambiques y retortas;
el taller de los artistas infecundo,
            pues las musas, -
que se entregan por sí mismas al ingenio
de mancebos y de ancianos-,
no darán a otra mujer todas sus gracias;
            mudo y frío,
            mudo y trágico,
como un alma bajo el peso de su crimen,
            el taller de los obreros, -
maculado con la sangre de los parias de la tierra
y acusado, por la suma de los tiempos y los hombres,
            de traición y fratricidio-;
los terrenos de labor, -ayer gloriosos
como el vientre de las madres campesinas-,
            hoy siniestros y baldíos, -
            deshonrados y horadados
            por las furias de la guerra,
cual pudiera deshonrarlos y horadarlos
un ejército de búfalos en marcha,
            una piara fabulosa;-
            las ciudades enlutadas;
            los caminos solitarios;
los portentos seculares de alarifes ignorados -
cuyas torres, como súplicas de piedra,
            se perdían en las nubes-,
convertidos en refugio de alimañas;
las aldeas -visitadas por los lobos-,
reducidas a unos viejos y unos niños
haraposos, macilentos, lamentables...
            ¡Sin honor la humanidad!

V

Invasor indiferente como un bruto,
            cual un asno enfurecido,
cual un férvido bisonte trashumante
que no ve lo que destruye con sus patas,
            en su fiebre ambulatoria,
            en sus ansias de migrar;
            invasor indiferente
a lo bello, a lo sagrado y lo indefenso, -
            que están siempre por arriba
            de la cólera de un hombre,
            como un niño en sus pañales,
            como el sol en su dominio sideral;-
destructor de catedrales portentosas,
y colegios, y hospitales, y ambulancias,
            y barcazas pescadoras,
y ciudades tan abiertas como el cielo,
y poblachos tan risueños e inocentes
            como el patio de una escuela:
            por jactancia,
            por barbarie enardecida,
            por llenar de espanto al mundo,
porque así lo hicieron antes los Atilas y Alaricos:
            por maldad.

Incendiario de las granjas admirables
            de los belgas y franceses;
de jardines y de huertos deliciosos;
            de viñedos seculares;
de jocundas, lujuriantes sementeras,-
            sudor mismo de los mansos
y alimento de los pobres y los ricos-;
sementeras melodiosas como arpas
y doradas y flotantes como túnicas de oro,
que sembraron manos próvidas y fuertes...
¡Más augustas y más fuertes que las tuyas,
            ruin taroso,
            asimétrico inservible,
mutilado por herencia desde el seno de tu madre,
            sanguijuela de los otros,
incapaz de arar un palmo de terreno,
de sembrar cuatro puñados de simiente,
            de moler un haz de trigo,
            de amasar un solo pan!

VI

            Asesino de Miss Cavell;
            victimario de mujeres;
victimario de mujeres más heroicas
            que tus rudos almirantes, -
            que los rudos almirantes
de los barcos de tu escuadra embotellada;
más heroicas que tu ejército de topos;-
inventor de laberintos y tuneles,
            y trincheras subterráneas,-
que rehuye los encuentros singulares,
            las batallas frente a frente,
            brazo a brazo,
            pecho a pecho,
            bajo el sol y a sol medido;
            a lo César y Alejandro,
            San Martín y Bonaparte,
suerte a suerte, genio a genio, faz a faz.

VII

            Asesino de Miss Cavell;
asesino sin entrañas de mujeres estupendas,
            imponentes, sobrehumanas;
            superiores al estrago,
superiores a su carne femenina,
            superiores a la muerte,
            como santas, como diosas;
que cruzaban impasibles bajo el fuego formidable
            de tus hórridos cañones,
por la zona pestilente de tus gases asfixiantes, -
            tan hediondos como tu alma,-
            sin más yelmo que sus tocas,
sin más armas de defensa que una cruz atada al brazo;
arrastradas al fragor de la contienda, -
como madres que buscaran a sus hijos
a través de los tizones de un incendio,-
conducidas al infierno colosal de los combates,-
            -¡Oh, sonámbulas sublimes!-
            Por el ¡ay! de los heridos,
por la sangre borbotante de los pechos,
            por los hipos de agonía,
por la súplica sin ayes de unos ojos nunca vistos,
por el gesto indefinible de los héroes moribundos,-
de los pálidos obreros y aldeanos moribundos,-
            que al mirar a la enfermera,
como en síntesis suprema de visiones anteriores,
ven en ella a sus hijitos, a sus padres,
             a su esposa, a sus hermanos;
ven en ella a sus amigos y la torre de su pueblo,
            que ya nunca,-
            nunca, nunca,-
            ni despiertos ni dormidos
            verán más,
            soñarán más.

VIII

Mientras tú, bajo tus cotas, tus corazas y tus cascos,-
            fiera indigna de sus garras,-
sumergido en lo más hondo de tus autos imperiales,
artillados y blindados como andantes fortalezas;
custodiado por tu guardia y tus aviones,
            en la tierra y en los aires, -
como un mísero Heliogábalo lloroso,
como un viejo Ganimedes angustiado,
            inferior a las mujeres
            del harem y el gineceo,-
estallabas en histéricos chillidos
            azuzando a tus mesnadas,
            más atrás de tus cañones,
más atrás de tus fortines y tus fosos,
            más atrás de tus reservas,
más atrás de los fogones donde hierven tus marmitas,
más atrás del más cobarde de los tuyos...
            más atrás.

IX

Imperial infanticida; rey Herodes;
ogro enorme de los párvulos de Bélgica,
a los cuales perseguiste por las calles,
            por las playas, por los campos,
            por las cuevas y los montes-
            tigre suelto,-
            hasta el pie de los santuarios
            y el regazo de sus madres;
            angelitos intangibles,
            querubines inviolables
en su vida, su candor y su belleza,
            para Dios y para el Hombre;
a los cuales arrancaste las pupilas,
            mutilaste las dos manos,
            profanaste y degollaste,
            -Gran maldito,-
por envidia, por venganza, por bestial represalía;
            padre triste,
            padre lleno de vergüenza
del borracho incorregible, del imbécil incurable
            que ha de ser, si Dios no media,
como el propio Carlos Quinto de Alemania,
            majestad.

X

Corruptor de la conciencia de los hombres;
musa roja de filósofos y sabios,
            de políticos y estetas;
            Mefistófeles.
            Seductor de la gran Virgen,-
de la hija cerebral del padre Zeus,
            de la hermética Minerva;-
cuyo pecho saturaste de pasiones inferiores,
            de satánicos instintos;
            cuyos sesos inefables,
armoniosos, fulgurantes como astros,
sometiste a pensamientos tenebrosos,
            disolventes, agresivos;
al pensar de las raposas, si pensasen,
            y al ardor del alacrán.
Animal apocalíptico; precursor de las tinieblas;
enemigo del derecho y la justicia;
            enemigo de los hombres;
            Anticristo.

XI

En un mundo tan estrecho y fugitivo
            cual un campo de gitanos,
            que hoy es vida clamorosa
            y mañana soledad;
en un mundo tan endeble y reducido,
            tan astroso y vacilante
como el triste carromato gemebundo,
donde ultrajan a Talía por las plazas y las ferias
            los histriones derrotados,
los tediosos comediantes derrotados
que darían los imperios de la tierra
            por un pan;
en un mundo tan pequeño como éste,
            tan pequeño y deleznable
            que un insecto deleznable
deposita en la bruñida superficie
            de una copa de cristal;
en un mundo como éste en que nacimos,
            así frágil y menguado,
            así vil y transitorio,
que hoy es nota bien precisa en el espacio
            y mañana no será:
No hay siquiera la esperanza
de una vida y una forma permanentes;
no hay el ámbito geográfico bastante,-
            ni alargándole su diámetro
hasta dar con el volumen de cien soles;
            no habrá nunca
ni metales, ni carbones, ni bastantes calorías,
            ni energías suficientes,
            ni apropiadas resistencias,
            para el horno,
            para el cráter,
            para el círculo dantesco,
para el báratro sin fondo y sin orillas,
para todos los abismos inflamados
            que te deben supliciar.
No; la Tierra es tan fugaz, tan reducida,
            como un campo de gitanos:
            Para ti la Eternidad.

XII

Y la historia es un momento,
            una mísera palabra,
-una mísera palabra que resuena altisonante,-
un clamor en el desierto, nada más.
            Son los siglos como un sueño:
            eran nada y se hacen nada,-
nada mismo, olvido mismo: noche y paz.
            Los archivos van al polvo
            y a la sombra impenetrable
            de un lenguaje incomprensible
            como cuentos de otros mundos,
como el verbo de unos seres que no fuesen
            ni siquiera el antropoide,
            ni siquiera una vislumbre de razón,
            de humanidad.
Los azotes de la Historia no castigan:
            crean dioses;
crean tipos fabulosos, mitológicos,
arrastrados al dolor por el destino,
condenados al delito por las horas,
sometidos al horror de la tragedia.
            -del incesto al parricidio-,
            por las fuerzas del ambiente;
porque así lo dispusieron las costumbres,
            las pasiones imperantes,
            los impulsos del momento,
las herencias y atavismos: lo fatal.

No; la Historia es un momento, una mísera palabra
-una mísera palabra que resuena altisonante...
            Para ti, para la serie
larga y negra de tus crímenes horrendos,
            cien millones, mil millones de centurias
            son un soplo.
Te reclaman los archivos de lo eterno:
vida eterna, fuego eterno, llanto eterno,
            sin Plutarcos,
sin siquiera la sonrisa de Caín el fratricida:
dolor pleno, dolor sumo, dolor puro
            por los siglos de los siglos;
y en aquella angustia eterna,
            tú y Satán.

ALMAFUERTE (Pedro B. Palacios)
La Plata, 29 de diciembre de 1915    


ruben sada, apostrofe, pedro b. palacios, almafuerte,

Descargar el APÓSTROFE de Almafuerte en PDF:
 http://www.biblioteca.org.ar/libros/153118.pdf

10 de noviembre de 2012

JUANCHO EL DESERTOR (Décimas del payador Martín Castro)

desertor

JUANCHO, EL DESERTOR

Autor: Payador Martín Castro

-Madre, vengo perseguido,
me he juido del regimiento.
-Hijo que en este aposento
hay un hueco como un nido.
Tu abuelo estuvo escondido
hasta que Rosas cayó...
Cuando el mozo se ocultó
ajuera se oyó un tropel,
y como en la casa de él
un sargento penetró.

- Capitán, dijo el sargento,
aquí hay algo que no entiendo;
yo lo he visto entrar corriendo
a Juancho, en el aposento.
Entré tras él al momento
y el pájaro había volao;
tuito el rancho he registrao
y ni rastro hallé siquiera;
tampoco ha salido ajuera
porque el rancho está rodiao.

-¡Señora! Vamos a ver:
¿Dónde se ha escondido su hijo?
Aquí hay algún escondrijo
y usted lo debe saber.
No se niegue a responder
porque si lo oculta es pior;
¡No me haga obrar con rigor,
porque téngalo por cierto
que del rancho, vivo o muerto,
me llevaré al desertor!

- No sé, no he visto y no entiendo
porqué esta actitud tan rara.
- Usted miente, y en su cara
mis ojos lo van leyendo.
Sus labios lo están diciendo
por más que quieran negar;
lo acaban de confesar
sus palabras intranquilas;
lo descubren sus pupilas
que empiezan a lagrimear.

- Si el sargento lo ha corrido
hasta la puerta del rancho,
y cuando él entró, ya Juancho
había desaparecido,
y si ha entrao y no ha salido,
no me podrá desmentir
que en verdad debe existir
en el rancho un escondrijo,
y es donde se oculta su hijo
y lo voy a descubrir.

- Sargento, está demostrao
que en el rancho hay una trampa,
y en ella, como una estampa,
el desertor se ha ocultao.
El hombre está emparedado
ha entrao por algún boquete;
vaya usted hundiendo el machete
entre las pajas del rancho;
apostaría que Juancho
se oculta en el mojinete.

- Se me ocurre algo mejor
aunque le parezca cruel:
ate en este cordel
la madre del desertor,
ajústela sin temor
y apuremos los asuntos:
al rancho en los cuatro puntos
préndale juego al alaero,
pa'que aparezca el matrero
o se quemen los dos juntos.

- ¡Alto!, cobarde ha de ser
el que ansina sacrifica
a una madre que suplica
con todo el dolor del ser.
- ¡Ansina te quería ver!
Has tenido que salir.
- "¡Pero no me he de rendir
aunque la muerte se cuadre!
Por ser libre y por mi madre
estoy dispuesto a morir...

Yo sé que la madre tierra
a naides pide defensa,
la tierra no pide ofensa
la tierra no pide guerra.
Orejeando en esa yerra
la marca no es para mí;
si mi vida prometí
en el momento oportuno,
no la daré por ninguno
pero por mi madre sí".

Como un tigre enfurecido
cargó sobre el capitán,
que a su empuje de titán
rodó mortalmente herido.
Un estruendoso estampido
de carabina se oyó,
y de unos labios partió
esta palabra: ¡Hijo mío!
Y en gestos de desafío
el desertor tambaleó.

Con una mano en el pecho
se agachó y quedó en cuclillas.
Después cayó de rodillas
sin expresar un despecho,
luego arrastrándose un trecho
hasta la madre llegó.
Como pudo desató
a la pobrecita anciana,
besó su cabeza cana
y entre sus brazos murió.

Todos llevaron de allí
la expresión clara y sentida:
"Por naides daré la vida
pero por mi madre sí".
Yo también siento entre mí
esa palabra de amor;
ojalá que con ardor
surgieran de cada rancho
Argentinos como Juancho:
¡Gaucho, libre y desertor!

Autor: Payador Martín Castro

21 de octubre de 2012

PARA TI, MAMÁ



PARA TI, MAMÁ

Aniversario universal,
el homenaje preciado.
Alma, mente, corazón,
desborde, tibia emoción.
Con cariño idolatrado
la gratitud proverbial.

A la madre, bendito ser
de bondad y tersura exquisita.
Dama ilusa del amor
luce encantos cual primor,
la maravilla bonita...
¡Da la vida!¡Ella es mujer!

Honor al festejar, brindamos,
hijos, padres, abuelos, juntitos,
alzando en alto las copas
la faz de rubor sonroja,
la lagrimita es un hito,
¡por la diosa que adoramos!

La fiesta finaliza ya,
¡Augurio!¡Buenaventura!
De dicha y felicidad
aquí, más allá en la eternidad,
sutilezas y dulzura...
¡Ay!¡Sí, para todas las mamás!

Lorenzo Oscar Macho (Poeta de Quilmes)
(Escrito para el día de la madre, 2012, Argentina)

15 de octubre de 2012

EULOGIA TAPIA, UNA MUJER



EULOGIA TAPIA, UNA MUJER


“Viene en un caballo blanco, la caja en sus manos tiembla
y cuando se hunde en la noche, es una dalia morena.”
La Pomeña – Manuel J. Castilla.

En nuestra vasta Argentina que de jactarse se empeña
hay millones de pomeñas a la vuelta de la esquina.
Neustadt nombró ‘Doña Rosa’ a la mujer hogareña,
que tanto bien desempeña: trabajadora y esposa.

Así como Tapia Eulogia, esa gran mujer salteña, 

aparentan ser pequeñas, mas son de gran humildad,
en el campo y en ciudad, región oeste o norteña,
litoral, región sureña, luchadoras de verdad. 

Cambian risas juveniles que duran un santiamén

por ‘boletos’ en un tren atestado de seniles, 
madrugando a sus trabajos, que han de darles de comer,
cambiando su florecer por la rutina a destajo.

Luego llega el falso amor, y su brillante sonrisa

se evapora tan deprisa como el gas de la ilusión,
y cuando cae el botón de su vestido floreado
se hace padre disfrazado, papá por obligación. 

La tersura de su piel fue herida por amarguras,

sus palabras de dulzura transmutan en triste hiel.
Y en zanja de seco suelo del que ya no es más su dueña,
duerme aquí nuestra pomeña como tributo al desvelo. 

Toda la vida soñando obtener más que victorias,

y esfumándose la historia, van construyendo el mañana,
y con garra de hembra humana triunfan en contrapunto,
y le dan ejemplo al mundo, millones de Eulogias Tapias.

© Rubén Sada. 7/01/2012.

Participó del Concurso de Poesía de Verano 2012 del Grupo Almafuerte. Obtuvo una MENCIÓN DE PRIMEROS FINALISTAS en el citado concurso literario.

http://premios-rubensada.blogspot.com.ar/2012/10/mencion-primeros-finalistas-por-poema.html

13 de septiembre de 2012

Doña Primavera - De Gabriela Mistral - Poema Día de la Primavera



Poema Doña Primavera


Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...

No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?

¿Cómo va a encontralas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?

De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...

Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:

Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.

Gabriela Mistral


8 de septiembre de 2012

A MI MESA (Poema de Baldomero Fernández Moreno)



A MI MESA (Poema de Baldomero Fernández Moreno)



Desnuda como un yunque, mesa mía,
no admites ni una flor para tu adorno,
nada se aquieta en ti ni permanece:
el torrente infantil lo barre todo.

Negro tintero, blando cartapacio,
búcaro de cristal o marco de oro
hace mucho que están en las alturas
o yacen de cajones en el fondo.


Cuando me llego a ti ya voy completo:
el pensamiento musical y pronto,
estilográfica en la mano
y una hoja sale de un bolsillo o de otro,


¿Cómo será una mesa aderezada
bajo la fija claridad de un foco,
con una rosa erguida en una copa,
sin una brizna de papel o polvo?


La pluma ha de correr oleosamente
y el período o la estrofa fluir solos.
Mas ¿quién piensa en el orden un instante
bailando alrededor varios demonios

que saltan sobre ti como si fueras
en la campaña fugitivo potro?


Éste abre su libro de lectura,
ése levanta mapas policromos,
aquél corta figuras de revistas
y las pega en cuadernos ampulosos
a pinceladas de indomable engrudo
que, de paso, salpican el contorno.


Tal vez así se escriba con ventaja,
entre gritos, moquetes y sollozos,
y el cerebro agradezca el espolazo
como el fijar el hierro presuroso,
como la tierra el filo de la reja
o como el mar los remos espumosos.


Así te han puesto más de quince años
cual banco de escolares revoltosos,
que elaborando sobre ti se han ido
el verso más o menos primoroso
o la resta pueril, o el mapa alegre,
cosas de niño, de poeta y loco.


Sobre tu desnudez leo y medito
contra la tabla, persistente, el codo,
o me cruzo de brazos resignado
en la actitud cerrada del estoico.

Mesa: estés como estés, así te dejo,
ni te pulo, te lustro, ni repongo,
hemos de continuar como hasta ahora:
ya sabemos los dos que falta poco.

Baldomero Fernández Moreno


Uno de los poemas más conocidos de este autor argentino es: 

SETENTA BALCONES Y NINGUNA FLOR

Biografía de Baldomero Fernández Moreno
Poeta argentino
1886 - 1950

Baldomero Fernández Moreno nació en Buenos Aires, en el barrio de San Telmo, el 15 de noviembre de 1886. Su poesía ha inmortalizado la geografía íntima de los barrios porteños y la cálida placidez de las provincias y el campo argentino.

Su infancia en España y su admiración por Antonio Machado también han dejado huella en su obra, ajena al modernismo en boga cuando publica su primer libro (Las iniciales del misal). Su obra bella, transparente y profunda ha sido alcanzada sólo por grandes poetas.

"Versos de Negrita", "Intermedio Provincial" y "Ciudad" son algunos de sus más reconocidos poemas. Baldomero Fernandez Moreno muere el 7 de junio por un derrame cerebral.

Con tu visita yo vibro./ Tu regalo apreciaré,/y te obsequiaré mi libro/ si me invitas un café.

Invitame un café en cafecito.app