Vale la pena mirar
el sol de cada mañana,
entrando por la ventana
que se abre de par en par.
Cada nuevo despertar
nos obliga a discernir
qué misión tiene existir
el tiempo de cada uno,
meditarlo es oportuno:
¡Vale la pena vivir!
Vale la pena el camino
aunque encuentre alguna piedra,
apunta al cielo la hiedra
aunque no llegue al destino.
Aún si lastima un espino,
que una herida nos va a abrir,
siempre habrá un buen elixir
que sea bálsamo al alma,
hay que tomarlo con calma...
¡Vale la pena vivir!
Amor a la vida desde que he nacido, llevo compartiendo con el corazón, te ofrezco mi mano que mucho ha sufrido, para que la estreches en esta canción.
Caminemos juntos por todo el planeta para recorrerlo sembrando unidad, pongamos el hombro cumpliendo la meta porque el amor nuestro cosecha amistad.
(Estribillo) Palpitan latidos adentro del pecho, como mil estrellas en constelación, y forman las sendas de un mundo derecho que a veces se dobla de tanta emoción.
Vida, te agradezco por lo que me diste, con todo el cariño de un amanecer, los sueños se cumplen aunque estés muy triste, puede ser mañana distinto al ayer.
Vida, aquí te canto con un sentimiento, que dentro de mi alma enciende una luz, que si nos unimos enfrentando al viento, no costará mucho levantar la cruz.
(Estribillo) Palpitan latidos adentro del pecho, como mil estrellas en constelación, y forman las sendas de un mundo derecho que a veces se dobla
de tanta emoción.
Autores: Rubén Barbosa, Manuel Hermosi, Ricardo Zeberio, Juan Carlos Gaffoglio, Olga Antognoli, Adela Córdoba, Lucas Boccalon, Delia Arjona, Rubén Sada, Emanuel Gabotto. 27 de mayo de 2019.
A la vida le doy gracias, que “me ha dado tanto”, tanto, un techo me ha dado el manto, la poesía es mi farmacia. Aunque la tarde es tan lacia me encuentra súper contento, porque vivo y porque siento este magnífico impulso, mientras tenga algo de pulso daré mi agradecimiento.
En verso alejandrino que tiene una cesura entre dos heptasílabos que hermanan entre sí, hoy quiero homenajearlos, me dieron la cultura, forjaron mi figura y los menciono aquí.
De mi papá he copiado el sudor de ser padre, y me enseñó mi madre el valor de estudiar. Constancia y sacrificio, ahorrar y ser honesto, y he aprendido de ellos ¡a amar y trabajar!
[Estribillo]
Sus manos me tendieron, sus moldes me moldearon, la senda me enseñaron, sus huellas las seguí. La escuela de la vida me dio más de un maestro virtuoso, probo, diestro, con los que yo aprendí.
Mis hijos me educaron en compromiso vivo, y en sus ojitos lindos mi infancia recordé. Les di lo necesario, forjándoles futuro y ahora que son adultos, yo creo que lo logré.
Y vos, maestrita mía, sos la que me enseñaste los colores fragantes de la más bella flor. No alcanzará mi vida para darte las gracias por tantos años juntos compartiendo el amor.
[Estribillo]
Sus manos me tendieron, sus moldes me moldearon, la senda me enseñaron, sus huellas las seguí. La escuela de la vida me dio más de un maestro virtuoso, probo, diestro, con los que yo aprendí.
—(Rubén Sada)— Querido amigo tocayo, ya le invito a improvisar, debatiendo en un cantar que sirva a modo de ensayo. Ninguna cuestión soslayo ni me asusta ningún tema, escribamos un poema sobre la vida y la muerte, quizás hallemos, con suerte, la respuesta a este dilema. —(Rubén Barbosa)— La respuesta a este dilema no encadena el pensamiento, recurso que uso al momento de la décima es emblema. Seguir la huella es mi lema, este asunto es urticante. Poniendo el mejor talante vamos a filosofar para poder arribar a buen puerto, Dios mediante. —(Rubén Sada)— Comienzo por preguntarle, y respóndame en poesía: ¿Por qué la absurda ironía que procederé a contarle? ¿Por qué al muerto van a honrarle en un “parque” cementerio, pero en opuesto criterio afuera, la gente viva, de hermosos parques, se priva, y sufre miseria en serio? —(Rubén Barbosa)— Parece que va apurado comenzó por el final pero es así, cada cual, expresa lo barruntado. Un “vivo” seguro ha ideado otro ardid pa’ recaudar. ¿Se priva o la hacen privar? Por más que abunden las flores esos honrados señores ¡No las podrán olfatear! —(Rubén Sada)— A mi existencial consulta ha respondido muy bien, ¿no cree usted, don Rubén, que la muerte nos insulta? Colmado en lujos, resulta, que están rodeados, yaciendo, mientras los vivos, sufriendo. ¿Desde el vergel los cautivos se burlarán de los “vivos”? ¡Me parece estarlos viendo! —(Rubén Barbosa)— No pierde tiempo la parca en agravio ni amenaza, el ser humano se abraza a tales cosas. La barca, de la señora, es el arca que en un mar atemporal mas allá del bien y el mal cumple con su derrotero y ni siquiera el dinero te salva, si te hecha el pial. —(Rubén Sada)— Por sus respuestas, Barbosa, de verdad que le agradezco, responderle yo le ofrezco si usted su pregunta glosa. Nuestra vida es majestuosa, tenemos la dicha inmensa, de alegría, que compensa del más allá alguna paz, ahora ataque si es capaz, que yo jugaré en defensa. —(Rubén Barbosa)— Atacarlo, ¿le parece? No pienso en contrapuntear. Sólo quiero socavar lo que el pensamiento mece. Toda vida que florece trae beatitud, lozanía, risa, dicha, algarabía, pero todos ya sabemos el final, pues fenecemos y aguarda la tumba fría. —(Rubén Sada)— Ya que no pregunta nada seguiré yo preguntando, y usted siga despejando las dudas de Rubén Sada. Si es que la vida es sagrada, ¿por qué no se la respeta? ¿Por qué del hombre es la meta el dinero acumular? ¡Si nada podrá llevar allá adentro de la grieta! —(Rubén Barbosa)— En la segunda pregunta ya responde la primera y en su afirmación certera aclara la que hace yunta. El humano es marabunta, todo devora a su paso no se sacia y por si acaso acumula pa’l futuro aunque sabe que es oscuro, ¡no tiene bolsillo el raso! —(Rubén Sada)— Bueno, nos vamos apeando, ¡gracias de estar en mi libro! —(Rubén Barbosa)— En la décima desfibro lo que voy elucubrando. —(Rubén Sada)— Usted y yo en el mismo bando con esta hermandad hermosa, —(Rubén Barbosa)— versificando o en prosa tenemos igual mirada —(Rubén Sada)— Lo saluda Rubén Sada al poeta Rubén Barbosa. ¡Gracias, poeta Rubén Barbosa, por tu excelente versar! Este poema fue publicado en el libro DE DIEZ de Rubén Sada. 24/02/2016