CONTRAPUNTO PESO VERSUS DÓLAR
(Prosopopeya)
Doblados en mi bolsillo
dos billetes conversaban,
y entender por qué peleaban
no me fue nada sencillo.
—Ante vos yo no me humillo.
Dijo, orgulloso el PESO...
y el DÓLAR objetó a eso:
—No valés nada, criollo,
vos sos el subdesarrollo,
yo, en cambio, soy el progreso.
(Dólar)
Nací en cuna del Tío Sam,
con rostro de 'Washingtón',
y hoy tengo cotización
desde Alaska, ¡hasta Guam! [1]
¡Me aceptan hasta en Vietnam
pero a vos, lo dudo mucho!
Y en el noticiero escucho
que estás perdiendo valor,
la gente me tiene amor
y a vos te ven papelucho.
(Peso)
—Yo soy la soberanía
monetaria del país,
Argentina es mi raíz,
te doy total garantía.
Vos tendrás supremacía,
pero acá sos extranjero,
e inundás al mundo entero
con crímenes escarlatas,
te reimprimen los piratas
con papel filibustero.
(Dólar)
—¿Que vos les das “garantía”?
¿Que “el que apuesta al dólar pierde”?
y les da ilusión mi guía.
Me rinden gran pleitesía,
¡tras de mí corren en pos!
Matan por mí en forma atroz.
Yo gobierno a las naciones.
Yo tomo las decisiones.
Yo soy el rey, ¡yo soy dios!
(Peso)
—Pero sos un dios muy cruel,
por eso nada te envidio,
tu veneno es el de ofidio
que hace llagas en la piel.
Tus castillos de papel
con efectos dominós,
tienen efecto feroz
que hace al codicioso ciego,
mas no resistís el fuego:
¡un fosforito y chau dios!
(Dólar)
—Yo inspiro seguridad,
soy la moneda más fuerte,
mi valor se reconvierte
y produce utilidad.
Y en cambio a tu realidad
llaman multiplicación,
que es desvalorización,
pero algunos embusteros
te agregan más y más ceros
por causa de la inflación.
(Peso)
—Yo valgo veinte, vos uno,
yo doy suerte, doy albur,
me aceptan hasta en Carrefour
y de vos ahí no hay ninguno.
Soy popular y oportuno,
la alegría en aguinaldo,
de mí siempre tienen saldo,
vos pegás menos que el box,
no tenés ni oro en Fort Knox,
no tenés ningún respaldo.
(Dólar)
—Mi respaldo es tanta fe
de mis millones de usuarios,
me hacen famoso en los diarios
más que a tu yaguareté.
¡Vos no tenés mi tupé,
miserable vale
nimio!
Yo soy un billete eximio
digno del siglo veintiuno,
a vos no te ama ninguno,
excepto el tonto y el simio.
(Peso)
—Emblema de corrupción
es tu pútrido olor gris,
tu pirámide es matriz
del poder y del hampón.
Hasta comprás la exención
de cárcel a funcionarios,
sindicatos y empresarios
compran poder judicial,
“combatiendo al capital”
hoy son todos millonarios.
(Dólar)
—Bueno, me voy, amiguito,
me cansé, voy a dormir,
¿por qué voy a discutir
con un simple papelito?
Mi valor es infinito,
no discuto con novatos
ni con billetes baratos,
papeles de mala muerte,
yo duermo en la caja fuerte,
vos en una de zapatos.
(Peso)
—Mejor vete a tu vergel,
tu paraíso fiscal,
soy yo el dinero oficial
y a mi país seré fiel.
No me llames más “papel”,
fui plata en el plan del Mingo,
y hoy de vos yo me distingo
pues no soy marca pirata,
¡soy del Río de la Plata!
No de la imprenta del gringo.
© Rubén Sada. 15/03/2017
La figura retórica utilizada en este trabajo es la PROSOPOPEYA, que consiste en atribuir cualidades propias de un ser racional o animado a otro inanimado.
[7])
Tupé. (coloquial) Atrevimiento
o desfachatez.