OKUPAS ILEGALES
—¡Por fin llegamos, por fin! ¡Entrá, entrá! ¿Te gusta el nuevo departamento, te gusta? ¡Entrá, entrá!
—No sé qué decirte, ¡si recién llegamos! Esperá que vivamos por lo menos un día aquí y te contaré.
—Te dije que te traería a una nueva casa, te dije, para vivir una nueva vida, y aquí estamos, a punto de empezarla, te dije.
—Pero está todo demasiado limpio para mi gusto. Apenas un rato aquí y extraño esa pocilga sucia donde vivíamos antes.
—Todo limpio, todo. Ahora no vas a empezar a quejarte. ¡Disfrutá tu vida en esta nueva casa, disfrutá!
—Además, me parece que hay demasiada luz.
—Mucha luz, mucha luz, acaso ¿querés que estrenemos ya mismo el dormitorio, que está un poco más oscurito, querés?
—Después; ahora primero exploremos la cocina, para ver si hay algo para comer, que tengo un hambre por todo lo que me hiciste caminar para entrar aquí. Espero que el inquilino anterior, nos haya dejado algo.
—Che, ¿no sentís olor demasiado a limpio, no sentís? Está todo como perfumado, está.
—Puede ser, porque a lo mejor quien vivía aquí antes era un metrosexual. Son esos tipos que están todo el día cuidando su apariencia, mirándose al espejo y perfumándose. Pero siento un olor rancio, a "perfume viejo" en las paredes. Es medio extraño el tufo a tabaco impregnado en esta vieja habitación.
—Olores, olores, quedate tranquila que en unos días impregnaremos estas nuevas paredes de nuestros olores, quedate. Ahora disfrutá tu estadía, disfrutá, y no pensés que “estamos usurpando este departamento nuevo”, no pensés.
—¿Usurpando, dijiste? ¿No será peligroso esto? ¿A ver si nos echan?
—Nos echan, nos echan. Peor sería que nos encuentren y nos limpien aquí mismo, adentro.
—Bueno, pero si nos matan, yo quiero morir abrazada a vos.
—Ahora pensando en la muerte, ¡qué cosa! Ya te dije, disfrutá tu pasar, disfrutá la vida, ¡que es tan corta!
—¿No será ilegal lo que estamos haciendo, de meternos a vivir en un departamento nuevo?
—¡Ilegal! ¡Ilegal! Hay tantas cosas que son ilegales. Nosotros no estamos matando a nadie, al contrario, nos estamos "escondiendo" de los que nos quieren matar. Además, cuando entramos el departamento estaba vacío.
—Vacío estaba, sí, cuando entramos. Pero desde ahora lo llenaremos de nuestros hijitos, ¿me los darás, no, mi amor?
—Ah, ahora sí, veo que nos vamos entendiendo, nos vamos. Por lo menos ya pensás en disfrutar nuestra corta vida, no en la muerte.
—Es verdad, amor mío. Pero todavía tengo miedo que irrumpa aquí un nuevo inquilino, con un Baygón en la mano y rociando nuestros cuerpos, diga: ¡Qué de cucarachas había en este departamento!
© Rubén Sada. 10/09/2014.