EN UN PAISAJE OTOÑAL
que lo alfombran de oro puro
pronosticando el futuro
temple de viento invernal.
En este cuadro otoñal
que va derramando perlas,
¡cuánto gozo me da verlas!
Se van dorando las calles
con mil preciosos detalles
que incitan a recorrerlas.
y voy a tomar oxígeno,
que es por cierto un buen antígeno
con el que al virus derroto.
Atento a tomar la foto
de una escena rutilante,
da esperanza a mi semblante
ver de joyas una alfombra,
y mi garganta lo nombra:
¡Qué otoño tan relumbrante!
de la vivaz joyería,
despliega policromía
en el suelo que me atrae.
Pero aunque ella me trae
una experiencia triunfal,
bajo un cielo de percal
expectante aquí presencio,
extasiado ante el silencio
de la belleza otoñal.
aunque su óxido me raspe,
veo esmeraldas y jaspe
en el barrio en que nací.
Y este ocaso carmesí
visto con versos bisoños,
desnudando a mil retoños
que contemplo de soslayo,
mientras cae otro mayo
después de sesenta otoños.
Un cielo de atardecer
va contagiando a las hojas,
y las va pintando rojas
en los labios de mujer.
Luego empiezan a envolver
lentamente y en caída
a la tierra desvestida,
verlo me hace pensar
que empecé a peregrinar
el otoño de mi vida.
con un cuadro que deslumbra,
pues ya llegó la penumbra
y me pesa el equipaje.
De mi recorrido extraje
un repentismo eventual
y he llenado este morral
con luz de las bibliotecas
de millares de hojas secas
en un paisaje otoñal.