SALDOS Y RETAZOS
(de Héctor F. Gagliardi, 9 de enero de 1953.)
Señores dueños de tiendas
en nombre de los maridos
vengo con tono afligido
a pedirle que me atiendan,
que razonen y comprendan
si es humano y es honesto
que todos los pesos nuestros
que juntamos de a puchitos
se transformen en salditos
que no tienen cinco metros.
Por ustedes la ciudad
vive siempre acelerada
con mujeres apuradas
que no saben donde van,
pero se apuran igual
para gastarse a empujones
la plata de sus varones
que por verlas en primera
les quedan las billeteras
para guardar direcciones.
Por ustedes se inventó
la mar de palabras raras:
a una seda colorada
la llaman rayón bordó;
si el trapo es color marrón
le dicen tafeta habano,
si tienen como gusanos
es un shantung natural,
y ahora lo llaman voal
a un mosquitero floreado.
Ya nos tienen aplastados
con tanta liquidación,
cuando no es por ampliación
es por mes aniversario
o por venta preinventario
o porque están de mudanza
o la piqueta que avanza
o que le sobran retazos
y nosotros a los ponchazos
porque la plata no alcanza.
Uno sabe qué liquidan
porque lo ha visto en el diario
o lo escuchó por la radio,
pero se olvida enseguida,
pero ellas que en la vida
nunca tienen que ponerse,
te gimen cada S.O.S.
que hacen temblar al marido
y en el ropero hay vestidos
que se han puesto un par de veces.
Mientras ustedes señores
del metro y la tijerita
esperan a las visitas
como el gato a los ratones,
desparramando a montones
el sebo por las vidrieras
ellas pasan, se codean
miran, se van... pero vuelven,
y ustedes por ver si llueve
se asoman a la vereda.
Y pensar que a los clientes
los tratan como a las telas,
al principio con cautela,
tijerita suavemente,
para después de repente
shuummm!!! las desgarran de un tirón
pensando en la comisión
sin importarle un pepino,
del dolor de los maridos
que no entienden del chifón.
Si ellas van por un piqué
ustedes traidoramente
le muestran secretamente
un regio crepé shorgé
si no es penicó francés,
el que cae en la balanza
bajan un corte de organza,
diciendo en tono insinuante
queda este gris elefante
y un saldito de azul francia.
Y las pobres que han entrado
solamente por mirar
se empiezan a desmandar
y te dejan arruinado,
cuando el gross no es regalado
es un amor el satén
y van del azul pastel
al verdecito botella,
y la gracia es de que a ellas
lo caro le queda bien.
Y la papa es al regreso
cuando vos querés saber
cuánto gastó tu mujer
te contesta con un beso
después te rasca el pescuezo,
te acaricia la orejita,
te saca la pelusita,
te trabaja de ternura,
y te quedás en ayunas,
silbando la cumparsita.
Porque todo lo que has dado
se lo ha gastado en la tela,
así que aguantá la vela
que después vendrá el bordado,
que modista, que plisado,
que botones, que cuellito,
sin contar los zapatitos,
la cartera, el sombrero,
y los guantes que hagan juego,
y te regalo el jueguito.
Y pensar que en el civil
al llamarme el contrayente
entendí: Contribuyente...
pero igual dije que "Sí,"
y ella en lugar de aplaudir
entró a mandarse la parte,
que manera de engancharte
y pensar de que hay amigos
que te salen de testigos
el día que vas a ahorcarte!
Autor:
Héctor Gagliardi,
del Libro "El Sentir de Buenos Aires."