LAS MUSAS DE MI PARNASO
escurridizas, veloces,
me susurran con sus voces
tanto rosas como espinas.
De tanto en tanto, mezquinas,
no me estimulan ni a un trazo,
las llamo y no me hacen caso
y es cuando más les imploro
que hagan musical coro
“las musas de mi Parnaso”.
“Calíope” en la poesía,
“Clío”, musa de la historia,
“Euterpe”, música y gloria,
“Erato” en la melodía.
“Urania” en la astronomía,
“Terpsícore”, baile y paso,
“Polimnia” al discurso craso,
“Talía”, de la comedia,
“Melpómene” en la tragedia,
las musas de mi Parnaso.
Ve cortando la cadena
del cerrojo que te aísla,
libérate de esa isla
que te apresó y te condena.
Quita del alma la pena
que paraliza tu brazo,
ponte a escribir sin retraso
cualquier tema, aunque sea loco,
que aparecerán de a poco
“las musas de tu Parnaso”.
Que mi musa no se vaya,
y prodigue buena siembra,
poesía igual que hembra
crece más que el Himalaya.
Que las aves de esta playa
llenen mi cielo en su ocaso,
y que en un cálido abrazo
se alumbren luces difusas
que abracen las nueve musas,
“las musas de mi Parnaso”.
Otra musa ya se alista
y en el grupo se encolumna,
otra musa que es alumna
y maestra en esta pista.
Da inspiración al artista
y al verso le pone un lazo,
va repartiendo el pedazo
del pan de cada rapsoda,
juntas componen la oda,
“las musas de mi Parnaso”.
Luego de esta poesía
me despierta tanto hambre
y me da como un calambre,
¡tengo la panza vacía!
Me iré ya a la pizzería
a llenar lo que anda escaso,
necesito por si acaso
ir el horno a calentar,
llegó el tiempo de cenar
las “muzzas” de mi Parnaso.
Rubén Sada. 19/12/2018.