4 de noviembre de 2007

GESTAREMOS AL BEBÉ


GESTAREMOS AL BEBÉ 

De la semilla de un intenso amor 
que ayer plantamos entre tú y yo 
nacerá un ser maravilloso, 
y presiento que será hermoso. 

 Si es varón se llamará “Poema” 
y “Poesía” si nace nena, 
lo veremos en los versos 
de un amor de primavera.

Gestaremos al bebé, 
hay que esperar el tiempo, 
y crecerá nuestra amistad,
anhelando el reencuentro.

 © Rubén Sada. 26-12-2006

OIGO Y ESCUCHO

oir y escuchar


OIGO Y ESCUCHO


Oigo cuando me dices “Yo te amo”
pero escucho que nuestro amor es falso.

Oigo el canto matinal de muchos pájaros
pero escucho que la noche ha terminado.

Oigo el rugir de los cielos cuando truena
y escucho el poder de Dios en la tormenta.

Oigo de fondo una suave melodía
y escucho en mi alma paz y armonía.

Oigo el ansioso ladrido de mi perro
y escucho que quiere salir del encierro.

Oigo el abismal mutismo de tu silencio
y escucho todo el rencor que llevas dentro.

Oigo todo lo que entra por mis oídos,
pero escucho solo lo que yo elijo.



“Oír no significa escuchar”
y
“hasta el silencio dice algo.”


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© Rubén Sada 16-04-2007.  
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DESENCUENTRO




DESENCUENTRO


Cuando vos venís para acá 
yo voy para allá. 
Cuando vos vas para allá 
yo vengo para acá. 

Yo no sé adonde voy 

y vos no sabés adonde vas. 
Y yo no sé adónde vas 
y vos no sabes adónde voy. 

Yo no sé ya ni quién soy 

y vos no sabés quién sos. 
Vos no sabés quién soy yo,
y yo no sé quién sos vos. 

Cuando yo estoy allá 

vos estás por acá. 
Y cuando yo estoy por acá 
vos estás por allá. 

¡Qué bueno sería recuperar 

el sentido de la circulación! 
¡Qué lindo sería ir los dos 
en la misma dirección! 

Yo ya no lo entiendo más 

por qué tanto desencuentro.
Cuando vos estás en la orilla 
yo me encuentro en el centro.

¡Qué lindo sería un reencuentro!


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© Rubén Sada. 16-09-2007
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3 de noviembre de 2007

DETRÁS DE LAS REJAS



DETRÁS DE LAS REJAS


¿Por ir detrás de las rejas
es que ahora tú estás mal?
Por el tiempo suficiente
podrás recapacitar.
Ahí el mal que nos hiciste
en carne propia verás,
lo hubieras pensado antes,
de beber tu propio agraz:
¡La vida no acepta quejas!
-
Soledad, silencio y rejas,
abandonado estarás.
¿Pensaste a cuántos el miedo
tu pistola infundió más?
Por tu culpa su universo
se hundió en pantanos de sal,
y dejaste a niños huérfanos
sin abuela y sin mamá:
Su historia sin padres dejas.
-
¿Mereces ir tras las rejas?
El miedo no olvidarás,
el mismo que le sembrabas
a tu víctima mortal.
Sus pertenencias quitabas
con un arma por detrás,
y a mujeres indefensas,
le asestabas un puñal,
niñas, jóvenes y viejas.
-
Y ahora decís: ¡Qué injusto
es estar allí detrás!
Pero vos, pena de muerte
propinaste a los demás.
Les has quitado la vida
con una zarpa rapaz
por veinte roñosos pesos
vos sos la monstruosidad,
y a tus víctimas pusiste
una bala, que fatal
colocaste entre las cejas.

Desde adentro vas culpando
a la entera sociedad,
cuando lacras como vos
son los que roban la paz.
De malditos semejantes
está llena la ciudad
y los justos entre rejas
se han tenido que encerrar
para buscar protección,
reclamar seguridad
y que el Señor los proteja.
-
¿Por ir detrás de las rejas
es que ahora tú estás mal?
¡Tu castigo es merecido!
¡La condena purgarás!
La cadena que es perpetua
te será la eternidad.
Si el juez conforme a derecho
te confina en Alcatraz,
podrá el pueblo, ya sin miedo
por las calles caminar
mientras estás... tras las rejas.
-
© Rubén Sada. 03-11-2007.
Escrito en medio de la altísima ola de delincuencia que reina impunemente en el conurbano de Buenos Aires.
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29 de octubre de 2007

ATRAPADO EN EL TÚNEL


ATRAPADO EN EL TÚNEL


Voy caminando en medio de un túnel
sin resplandor ni luz que me alumbre.
No hay temor ni horror que me asuste.
Desde este hoyo pretendo la cumbre.

Voy caminando en la mitad del túnel
hacia adelante, solo, es mi costumbre,
pues volver para atrás sería insalubre,
o me traería más incertidumbre.

Estoy perdido en medio de un túnel.
Y necesito que alguien me ayude.
Alguien que hasta el fin me catapulte
para que el Diablo aquí no me sepulte.

El buen recuerdo a mi pasado alude,
pero nadie aquí me oye, ni acude.
Siento la asfixia del calor que me percude
y el escozor en la piel que me sacude.

No hay puñal que a mi conciencia torture,
ni odio humano que a mi calma perturbe.
No hay enemigo que a mi mente turbe,
y hasta el recuerdo en este sitio me aturde.

Voy recordando que ayudé al que pude.
Quiero evitar que mis ojos pierdan lustre.
Me desahogo como escritor ilustre,
mientras la angustia de mi boca fluye.

Paralizado en el medio de este túnel,
mientras mi carne en el cajón se pudre.
Allá el castillo de naipes se destruye.
Allí afuera, mi hogar a nadie incumbe.

Estupefacto en la mitad del túnel,
salir de acá en poco tiempo me urge.
Pero hasta hoy, hice todo lo que pude...
No tengo ya más fuerzas. Que Dios me ayude.


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© Rubén Sada. 29-10-2007
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27 de octubre de 2007

IRONÍA SIN TECHO


IRONÍA SIN TECHO 

(Una historia homeless)

Era una tarde muy fría
en una fría ciudad,
tan fría como el cemento,
fría como su humanidad.

Una señora se hallaba
en la esquina pidiendo pan,
a su lado miles pasaban
ignorando su avanzada edad.

Era una "homeless" sin techo,
sin familia, amor ni hogar,
caminaba su vida en la calle
en la plaza o en la terminal.

En los atardeceres temía
no poder pasar una noche más,
es dura la vida de los sin techo,
y nadie los quiere ayudar.

La falta de nutrimientos
le impedía hablar y pensar...
y al rato de estar mareada...
se comenzó a desmayar.

Recién cuando cayó al suelo
la gente la empezó a rodear,
y más de veinte celulares
al 911 empezaron a llamar.

Los que la habían ignorado
la empezaron ahora a auxiliar.
Desesperados hicieron llamados
con sus lap-top y con celular.

Le ofrecieron un vaso de agua,
pero ella nunca iba a contestar.
Ya sin fuerzas cayó en la acera,
su cuerpo quería descansar.

Un médico intentó reanimarla,
y su pulso empezó a tomar,
pero se dio cuenta que nada...
ya nada la podría salvar.

Al rato tres ambulancias
llegaron hasta ese lugar.
Soledad acababa de morir
anémica, enferma, y en soledad.

El frío y el hambre cobraban
¡otra inocente víctima más!
No había tecnología costosa
que devolviera la vida a Soledad.

¡Qué ironía! Ambulancias equipadas
que costaban un enorme dineral,
que a pesar de esmerados intentos
no la pudieron reanimar.

Luego también fue llegando
con la misión de ayudar
el camión de los bomberos,
valuado en cien mil, tal vez más.

Cuando el deceso los médicos
se dispusieron a constatar,
llegó la Policía en dos patrulleros,
que cuestan muchos miles más.

Todo un gran dispositivo
dispuso nuestra sociedad,
miles de dólares invertidos,
que no la pudieron salvar.

¡Qué ironía la de los sin techo!
¿Cuál es su crucial necesidad?
¿No es mejor proveerles alimento,
haciéndoles recuperar su dignidad?

¡Cuanto se gastó en un momento
tratando de salvar a Soledad!
La modernidad llegó tarde.
Ella sólo necesitaba pan.

© Rubén Sada. 27-10-2007.

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