MESA DE NEGOCIACIÓN
Por debajo de la mesase cocina el estofado,
te traiciona hasta tu aliado
como el Judas que te besa.
Mienten el metro y la pesa,
la balanza es la traición,
el poder mete presión,
sus condiciones pondrá,
cuando estés sentado en la
mesa de negociación.
El negocio está en el horno
mientras la idea se gesta,
la decencia no protesta
siempre y cuando haya un “retorno”.
A nadie le importa un corno
la luz de la honestidad,
mejor si no hay claridad
la caridad se descarta,
mientras haya quien reparta
suculenta cantidad.
Se jugará alguna carta
en esa mesa lustrosa,
que a la vista será honrosa
pero de inmundicia, harta.
Las porciones de la tarta
alimentan la disputa,
la amistad en codicia muta,
lo blanco se torna negro,
mientras haya un “reintegro”
tiene prioridad absoluta.
¡Ay! ¡Cuánto dinero turbio
se arrastra bajo la mesa!
El cóctel de esta impureza
será sangre en el suburbio.
El pacto suma disturbio
y corte en el Obelisco,
mientras aumenta en el fisco
el hambre de recaudar,
y no lo puede evitar
siquiera el Papa Francisco.
El contrato es un refugio
que arriba en la mesa anuncia,
mas, su letra chica enuncia
el disfraz de un artilugio.
Siempre existe un subterfugio
donde el más hábil tropieza,
hay debajo de la mesa
cláusulas que nadie lee,
birla y burla del que cree
en tanta falsa promesa.
Con guantes blancos, arriba,
la pulcra mano se expresa,
mas, debajo de la mesa
la iniquidad se reaviva.
El crupier apura, esquiva,
la avidez de su rastrillo,
la farsa aprieta el gatillo
con una amenaza amable,
porque no hay prueba contable
que al juez le baje el martillo.
El buen trato no es dañino
a quien en verdad le guste,
pero si hay algún embuste
se convierte en desatino.
Artilugios del destino,
bendición o maldición,
la astucia del más bribón
tarde o temprano saldrá,
cuando estés sentado en la
mesa de negociación.
© Rubén Sada. 28/07/2018.
(Consigna: “Por debajo de la mesa”).