EN APENAS UN METRO DE TIERRA
"La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en [poder] hacer lo que se debe".
(Ramón de Campoamor, poeta español. 1817-1901).
"La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en [poder] hacer lo que se debe".
En apenas un metro de tierra
puedo hacer que florezca la vida,
que del tosco terrón inmovible
asome la rosa que en su vientre anida.
En apenas un metro de tierra
puedo un brote plantar, o semilla,
que en mil años se transforme en bosque
que dé inspiración a las aves que trinan.
Puedo echar al descanso mi espalda
o aunque pesen mis piernas heridas,
puedo dar el intrépido paso
de un largo camino hasta hallar la salida.
En apenas un metro de tierra
que se precie de ser productiva,
puedo hacer un agujero y que brote
tanta agua que calme la sed del que pida.
Puedo hacer que mi sombra proyecte
los fantasmas que a mi cuerpo erizan,
y que el peso del tiempo haga un sello
igual a las huellas que mis plantas pisan.
En apenas un metro de tierra
la esperanza del sol me acaricia,
y al enfoque del prístino cielo
las aves que pasan me alegran el día.
Puedo ser aguijón del equino ([1])
y luchar contra la pus maldita,
o esgrimir la curación estoica
blandiendo mi arma: la palabra escrita.
¿Qué es un mísero metro de tierra
sino un grano de polvo en el cosmos?
¿De qué vale el orgullo del hombre
si por su codicia lo destruye todo?
Es tan sólo este metro de tierra
que a mi carne caliente cobija...
¿Para qué ser el dueño del mundo?
¡Si en un sólo metro mis huesos se enfrían!
Sólo quiero mi metro de tierra,
¡cuán pequeña en verdad, mi porfía!
¡Déjenme que yo siga soñando…
que el metro de tierra lo tendré algún día!
Rubén Sada. 8/01/2017.
"Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos:
es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo". (Franz Grillparzer
(1791-1872) Dramaturgo austriaco).
([1]) En una de las más famosas alocuciones de
Sócrates en su defensa, (relatada por Platón en el siglo V A.C.), Sócrates metaforizó ser un
tábano y el Estado un gran caballo perezoso que necesitaba ser despertado. Se consideraba a sí mismo como un tábano, un pequeño insecto
que con su aguijón se podía convertir en una verdadera molestia para animales
de mayor tamaño. Decía que la divinidad lo había colocado junto a un caballo
grande y noble, pero un poco lento por su tamaño y con la necesidad de ser
aguijoneado para despabilarse. El animal no era otro que el Estado griego, con
sus políticos e intelectuales.