EL HOMBRE EMBARAZADO
(Contrapunto en décimas, entre Edgardo Laluz y Rubén Sada)
—(Edgardo Laluz)—
¡Qué bonitos se los ve!
Ella con mangas de tul,
y Rubén Sada de azul
en el retrato observé.
Mas, si puede explíqueme,
mi pregunta se abalanza,
no lo tome como chanza
pues no salgo de mi asombro…
¿por qué la toma de hombro
y ella le ataja la panza?
—(Rubén Sada)—
Si la foto no me miente,
querido amigo Laluz,
haré fuerza en mi testuz
pidiendo que me lo cuente.
Es mi brazo en su hombro el puente
de unión que hemos profesado,
y al asunto cuestionado
le respondo con soltura
ella “ataja mi figura”:
¡la de un hombre embarazado!
—(Edgardo Laluz)—
Buen amigo Rubén Sada
y querido contendor,
lo sabía paridor
de la copla improvisada.
Su figura embarazada
me recuerda en el camino
y en el verso lo imagino,
aunque a usted le suene extraño,
a un personaje de antaño:
¡el famoso filipino!
—(Rubén Sada)—
El “famoso” al que reseña,
el célebre filipino,
ninguno sabe un pepino
donde está: ¡no dejó seña!
Lo abandonó la cigüeña,
su laurel nunca fue brioso:
(fama fugaz, un tramposo).
Lo mío es bien comprobable
y es asunto impepinable: (*)
¡Yo sigo siendo famoso!
—(Edgardo Laluz)—
¡Su fama es tan macanuda!
A’ más su vocabulario
engorda mi abecedario
y a desasnarme me ayuda.
De usted no me queda duda,
pero sabiendo el camino
le juro no me imagino
y a ese misterio me anudo,
¿quién fue el gaucho corajudo
que embarazó al filipino?
—(Rubén Sada)—
No hay fotos del susodicho
ni nada que arroje lumbre,
pero yo, desde la cumbre,
le aseguro que era un bicho.
Tal vez lo picó un gualicho,
mucho asado y poca danza,
tetrabrick de nula crianza,
colado en todo festín,
fue el paisano Tallarín
que le infló tanto la panza.
—(Edgardo Laluz)—
¡Le digo que usted me ayuda!
A mi mente pone luz,
se despeja mi testuz
y se disipa mi duda.
En esa tarea ruda
que le señaló el destino,
me dice que el filipino
la panza que había mostrado
¡no es panza de embarazado!
Es una panza de vino.
—(Rubén Sada)—
Pero ahora está dietético
mi vientre, por los aumentos
de los precios de alimentos,
aumentos que no son éticos.
Ya tengo un estado atlético,
de atleta es mi jerarquía,
insisto, sin ironía,
la silueta no me importa,
la salud que me conforta
es el canto y la poesía.
—(Edgardo Laluz)—
No lo sabía cantor
de la poesía encantada,
mas, si canta Rubén Sada
soy su fiel admirador.
Le propongo algo mejor,
Si es que lo permite Dios,
formar un dúo y en pos
de la silueta del hombre,
y ya le propongo el nombre:
puede ser “Dúo Gor/Dos”.
—(Rubén Sada)—
¡Qué idea fenomenal
que se le ha ocurrido, Edgardo!
Juntar un cantor y un bardo,
en actuación especial.
El canto es universal,
y en poesía soy su hermano,
usted con guitarra en mano
tocará lo que disponga:
¡mientras se oye una milonga
yo cantaré en italiano!
—(Rubén Sada)—
Y el dúo aquí se despide,
entre el público que aplaude…
—(Edgardo Laluz)—
En el canto no habrá fraude,
pues la música lo impide.
—(Rubén Sada)—
Si usted quiere y lo decide,
Lezama espera su entrada…
—(Edgardo Laluz)—
Se despiden de pasada
y Quilmes llega hecho cruz,
—(Rubén Sada)—
cantó aquí Edgardo Laluz
a dúo con Rubén Sada.
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Muchas gracias, compañero poeta Edgardo Laluz, por iniciar estos versos. Lo seguiré porque
usted es La Luz de mi
camino en la décima.
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* Impepinable:
1. adj. coloq. Cierto, seguro, que no admite discusión. (Real Academia Española y Macri.)