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4 de mayo de 2013

ALMAFUERTE Y SU POESÍA (Cap 5 Y 6: Detalles de la personalidad de Pedro B. Palacios, por Antonio Herrero)

ALMAFUERTE Y SU OBRA POÉTICA (Detalles de la personalidad de Pedro B. Palacios, por Antonio Herrero) Capítulos 5 y 6
Almafuerte, Pedro B. Palacios, ruben sada, poesía,

CAPÍTULO 5: ALMAFUERTE Y LOS POETAS

El poeta es un gonfalonero del ideal. Mantiene
viva la llama del ensueño. Inflama y enardece los
espíritus en el soplo sagrado de la Quimera. Es un
Incitador y un Inquietador. Transforma el mundo
visible y substituye la realidad con los sueños de
su mente. Un solo poeta máximo basta para dar a
un pueblo el don de la inmortalidad; asi Homero a
la Grecia; Dante a Italia, y a Inglaterra, Shakespeare.
El poeta más completo que ha existido es Goethe;
es un hombre integral que abarca los dos polos
opuestos de la vida; es armónimo, sereno y fuerte.
Pero su espíritu es frío como un témpano, y aun
cuando parezca arder a veces, como en Werther,
es sólo cerebralmente y por motivos personales. Es
un hombre todo inteligencia y sentimiento consciente,
mas sin sentido moral. Es un plácido burgués
que admira a la aristocracia y adora las jerarquías
y distinciones sociales ; que juega con el mundo de
las ideas y tras de gozar la vida, se entretiene en
descifrarla, como a un enimga. Es una abeja griega
que sabe extraer de la vida y del dolor la dulzura
y la poesía. Intensifica y eleva el espiritu, pero
le aisla y le acorcha en su mundo interior.
Dante, por el contrario, es el poeta del dolor, del
amor y la bondad. Con hondo sentido trágico penetra
en las entrañas de la existencia y anatematiza el
mal y sepulta en el infierno a los malvados. Pero
es un poeta teológico, es ideológicamente un lacayo
del catolicismo, del cual ni por un instante se emancipa.
Y solamente condena la maldad clásica;
al juzgar el bien y el mal se atiene a los valores consagrados,
a los cánones establecidos. No descubre
nuevas zonas de la vida del espiritu, ni señala nuevos
rumbos. Y tiene mucho de hiena versificando en
las tumbas, según le llamara Nietzsche. Hay en su
alma el odio y la pasión implacables de los italianos.
Shakespeare es un demiurgos. Por su linterna
mágica pasan agigantados los hombres y los héroes.
Nos muestra un mundo más grande y maravilloso
que el real, aunque realísimo también, magnificado
por el soplo de lo infinito. Pero si bien sobrepasa
el mundo externo, no sale jamás de él. Apenas si
entrevé el mundo moral, que solamente llega a plantearse
en Hamlet como un problema, como pavoroso
enigma de la esfinge, la cual devora al héroe.
Homero fue sólo un niño, un niño gigantesco,
hechura del alma griega, y al igual de ésta, puro,
equilibrado y grandioso; pero jamás sospechó los
trágicos dolores de la vida interior, que son el
patrimonio de la existencia moderna y que entonces
se desconocían ; él fue, pues, el poeta de la epopeya
exterior.
Modernamente, el alma se ha complicado más,
se ha desdoblado e intensificado ; ya encarnan ese
matiz, prometeico y sufriente, Byron, el epicúreo
atormentado, que medita y blasfema en "Manfredo"
y "Caín" ; Hugo, el profeta lírico de la democracia,
fustigador de tiranos, sublime y superficial ; Baudelaire,
el satánico ; V'erlaine, el exquisito sensualista;
Rollinat desesperado, y Laforgue sutil ; y más que
todos Poe, el genio del Misterio, de lo Abstracto y
de la tortura interna.
Estos poetas encarnan la tensión violenta del
espíritu, la exasperación del alma que se agita en
la duda y el vacío ; pero a excepción de Víctor Hugo,
carecen de ideales y de ley moral, no aman el
porvenir y desdeñan al hombre ; no creen en el
progreso ni en la ascensión humana, ignoran el sufrimiento
de la masa social y sus ansias de justicia y de liberación.
Víctor Hugo, que al decir de Pío Baroja, constituye
la vulgaridad más exquisita, es un genio del
lirismo ideológico y sentimental, mas no aporta ninguna
nueva idea al espíritu humano, ni encarna ni
concibe un ideal definido de superación humana.
Es un panideísta y un panteísta. Carece, mentalmente,
de la facultad de síntesis y de selección. No
profundiza ni soluciona ningún problema interior.
Como una reacción violenta contra el
auto-ensañamiento interno de los decadentes, aparece en Norte
América Walt-Whitman, el homérida de la epopeya
individual, que consagra y santifica todos nuestros
impulsos y sentimientos, que despierta y fortalece
nuestro instinto. Este poeta significa la exaltación
del hecho y la glorificación del esfuerzo humano,
sea cualquiera el aspecto que presente y el
camino que tome. Es una bestia que piensa y canta
con cabeza de hombre, sin renegar en ningún instante
de sí mismo. Es como Ibsen, un exaltador de la
voluntad humana, y como Nietzsche, un apologista
del instinto. Pero también, como ellos, y tal vez aún
más que ellos, desconoce la moral.
En nuestro mundo hispano-latino aparece últimamente
esta evolución interna hacia la poesía subjetiva,
rezagada como siempre. El primero de todos
fue Darío, el exquisito creador de bellezas interiores,
el ruiseñor de la forma, de mentalidad cristiana
y de espíritu pagano. Después siguieron otros: Juan
R. Jiménez, los Machado, Carrére, Villaespesa, Herrera
Reissig, Lugoncs y, sobre todo, el aristócrata
del verbo, el genial Valle Inclán. Pero estos, más
que poetas en el alto sentido de esta palabra, son artistas,
son juglares; no cantan el dolor universal,
sino su propio dolor ; padecen un incurable provincianismo.
El más noble y elevado de todos estos es
el austero Antonio Machado.
En el ambiente moralmente achatado de Hispano-
América, Almafuerte ha pasado casi inadvertido
para las gentes de letras, quienes, en cambio,
rindieron homenaje y erigieron en pontífices a Darío
y a Rodó. Ambos eran preciosistas del lenguaje y
expresaban las modernas inquietudes como maestros
del idioma. Pero ninguno de ellos aportó una nueva
idea a la evolución humana; y sin que ello signifique
desdén hacia su obra, ni menoscabo de sus
talentos, puede afirmarse que al lado de Almafuerte
eran dos intelectos de salón.
Recientemente en España entablóse una polémica
sobre el respectivo mérito, como poetas, de Darío y
Almafuerte, en la que sostuvo Julio Cejador la superioridad
de este último sobre Darío. Desde el punto
de vista puramente artístico, y considerando el
arte, según quiere Oscar Wilde, como absoluto predominio
de la forma, Rubén Darío es el maestro insuperable
del idioma poético moderno; pero como el
arte es transitorio, y lo único imperecedero es el
ideal, Almafuerte vivirá a través de los siglos, "proyectando
su luz como los astros", mientras Rubén
Darío quedará relegado a las antologías, como un
hito indicador de la iniciación de una nueva era en
la poesía castellana y como el representante de una
época de transición en la permanente evolución ascensional
del espíritu.
Almafuerte apenas tiene de común con todos los
poetas ya citados, más que el haber escrito en verso.
Por eso él ni los nombra; sólo una vez menciona
al Dante, que es quien más se acerca a él por
su misticismo humano. Los poetas, en general, son
siervos de la Belleza; ella es su becerro de oro. Son
borrachos del vino de la emoción. Y como sus emociones
son ante todo estéticas, ellos son estetas puros.
Para ellos la moral carece de sentido, o si acaso,
lo tiene secundario ; y sólo llegan al bien por el camino del arte.
Almafuerte representa el polo opuesto; a él no
le interesan nada el arte y la belleza por si mismos.
Pocos han sido los genios que hayan llegado
a esa altura de predominio moral. Tolstoy también
profesaba ese principio, pero era por ascetismo religioso.
Carlyle, que quizá era el genio más afín al
de Almafuerte, expresaba una vez algo semejante,
dirigiéndose a Emerson : "El arte es una ilusión . . .
Un día vendrá un arquitecto que consultando tan
sólo la hosca necesidad dirá a los hombres : "Voy a
construir un ataúd para los muertos seres que sois
y los muertos propósitos que albergáis; pero carecerá
de todo adorno".
Almafuerte desdeña la belleza y cierra los ojos
voluntariamente ante los encantos de la maga naturaleza;
no porque sea incapaz de comprenderlos, ni
carezca de sensibilidad, sino porque para él tan sólo
existe el dolor y la angustia de los hombres, y la
moral que es el hilo de oro por el cual ascienden
éstos a la cima de su redención, emancipándose de
la bestia que hoy les gobierna y esclaviza.
Ningún poeta ha visto jamás tan claro como Almafuerte
este problema moral: la necesidad en que
se halla el hombre de redimirse de la naturaleza y
conquistar su ser moral, forjando, como él dice,


"la sublime segunda naturaleza."


Almafuerte, en realidad, es el primer poeta que
predica y encarna la doctrina redentora de Jesús.
El cristianismo que otros han cantado y han prescripto,
era, más que cristianismo, teología; y residía
en la cabeza, pero no en el corazón; era dogma
en vez de ser espíritu.
El mismo León Tolstoy, más que un cristiano, era
una conciencia perturbada que, en su profunda desorientación,
asióse al Evangelio como el náufrago a una tabla.
Almafuerte comprendió que las ideas no son las
que modifican a los hombres; pues igual que los paganos
quemaban a los cristianos primitivos, los cristianos,
después, quemaron a los herejes. Lo que únicamente
puede modificar y elevar al hombre es el
sentimiento hecho conciencia, y esto es lo que él
cultiva y educa en toda su obra.
La esencia del cristianismo que Almafuerte poseyó
tan hondamente es el espíritu de altruismo, de
tolerancia y justicia universal que empieza por aplicarse
a los siervos y los tristes, los caídos y los reprobos;
y es, sobre todo, el imperio de la vida moral
e interior sobre la externa y natural.
Y no sólo Almafuerte fue cristiano, sino que supera
el cristianismo. El no se consideraba santo y
puro; no hacía de redentor y de pontífice; se humillaba
y prosternaba ante los viles y abyectos y se
erguía con altivez ante los grandes. Así lo expresa
en "El Misionero"
:

"Yo miré con espanto al miserable,

Con el espanto del Caín primero,
Cual si yo — ¡ pobre sombra ! — todo entero
Fuese de su miseria responsable.
Yo veneré genial de servilismo
En aquel que por fin cayó del todo
La cruz irredimible de su lodo.
La noche inalumbrable de su abismo."

Almafuerte no fue, como Jesús, un aristócrata.
Descendió hasta lo más hondo de la Chusma, cual si
él fuese más vil que todos ellos, llevado por su amor
trágico ; no con el fin de evangelizar, sino de fraternizar.
Así lo declaraba al afirmar
No soy el Cristo Dios que te perdona,
Soy un Cristo mejor; soy el que te ama
Esto demuestra lo vano y limitado del concepto
que enunció Alfredo Palacios al definir a Almafuerte
como poeta bíblico. Lo era, sí, por su tono apocalíptico;
pero su moral contiene tres o cuatro mil
años de evolución posterior y superior a la de la Biblia.
Los poetas argentinos han permanecido, como
es lógico, ajenos a la influencia de Almafuerte. Un
genio de tal índole se adelanta en varios siglos a su
época. Sus coetáneos apenas se enteran de que existe.
Por otra parte, es posible imitar o plagiar al ruiseñor,
mas no se imita el rugido de un león ni se
plagian los estruendos del volcán.

Así la poesía argentina sigue su evolución, que es
la hispano-latina en general. Se imitan y recogen
las enseñanzas de Darío y de los franceses decadentes.
Son los vates argentinos poetas de intimidad
y de dulcedumbre, un poco amanerados y femeninos.
Entre los poetas argentinos de la nueva antología
destácanse los siguientes : Arrieta, el más correcto
y vulgar, el más adaptado al gusto de
un vulgo bien educado; Amador, parisino y modernista;
Bravo Mario, proletario y sentimental; Carriego,
sutil y sugerente; Delheye, el más eufónico
y musical, el más fino rimador; De Diego, original;
Fernández Moreno, amable; Federico A. Gutiérrez,
ironista y rebelde, original y libre; Ghiraldo, el
anarquista; Lugones, el más fuerte y personal, renovador
e ideólogo, pero algo extravagante y poco
moralista : Marasso Roca, armonioso y razonante;
Mendióroz, elegante, demasiado elegante, y
Ugarte y Rojas, que son muy poco poetas, aunque
regulares rimadores.
El poeta más fuerte de esta generación es Arturo
Vázquez Cey, a quien por lo mismo se le aisla;
espíritu idealista y metafísico que tiene una concepción
propia del mundo, es el único, también, que
al igual de Almafuerte, aunque en forma distinta,
hállase penetrado de un profundo sentido moral.
No hay que decir que Almafuerte no ha sido
comprendido por la crítica. No habría él estado tan
alto si se hallase al alcance de los críticos. El dictador
del cenáculo "Nosotros", señor Roberto F. Giusti,
descalificó al poeta, como es justo. Ya que no
puede aspirar a la gloria de Homero, se apropia la
de Zoilo. Más y Pi fue quizá el único que si no interpretó
al poeta íntegramente, al menos lo admiró
cual merecía. José de San Martín le dedicó un
estudio en sus "Profetas locos" que tuvo la virtud
de indignar al poeta. Escrito en un estilo vargasvilesco
y disparatado, no se sabía si en él elogiaba o
insultaba al autor de "La inmortal".
Los dos más grandes admiradores, entusiastas,
conscientes y sinceros, de la obra del poeta, entre
los intelectuales, son el doctor Francisco A. Barroetaveña,
presidente de la Comisión de Homenaje Nacional
a Almafuerte y autor de varios artículos elevados
y fervientes en defensa del mismo, y el doctor
Victorio M. Delfino, quien en las diversas conferencias
que ha consagrado al estudio y difusión de las
altas creaciones de este vate profético, ha hecho plena
justicia a su grandeza, con el cariño y el entusiasmo
propios de un generoso y elevado espíritu y que tanto
repugnan y aun indignan a los seres mediocres, siervos
y cortesanos de la pálida Envidia.
Los demás profesionales de la pluma han pensado
más o menos como el crítico incipiente, con arrestos
de filosofoide, que desde esa tribuna vulgarizante
que se llama "El Hogar" injuriaba la memoria del
poeta tachándole de inculto por el hecho de no ser
pedante como él, y afirmando con descomunal aplomo
que no se puede juzgar que Almafuerte haya
sido un gran poeta hasta que no lo haya demostrado
alguna autoridad académica ! ! .

CAPÍTULO 6

EL POETA DE LA CHUSMA Y DEL DOLOR


Podría haber sido Almafuerte un poeta nacional,
cantor de glorias, de damas y de próceres, amable
y grato a la crasa aristocracia del oro. Entonces
se habría visto agasajado, favorito de la prensa y
los círculos sociales y glorificado en vida. Pero él
no era un amante de la gloriola, de la vida galante
ni del lujo. Amaba solamente el bien del hombre
y anhelaba el más alto destino de justicia y de grandeza
ideal para su patria.
Así, prefirió arrojarse al mar embravecido del dolor
y elegir para su musa la Chusma sudorosa y maloliente.
Era ése el destino impuesto a su alma formidable.
Porque él era un titán entre pigmeos. No
podía revolverse en los salones ni doblegar su corazón
homérico a cumplidos y mentiras. Estallaba su
sinceridad con la violencia del rayo. El sólo podía
vivir entre la inocencia y el dolor, entre los miserables
y los niños. No le interesaba nada en el universo
salvo el sufrimiento humano.
Él lo ha dicho genialmente en sus estrofas:

"Como las vibraciones de un necio ruido
ni Wagner, ni Rossini me dicen nada,
pero si por acaso gime un gemido...
¡ me traspasa las carnes como una espada I
Cargué la Cruz sobre mi espalda recia
Con la fé de un jayán de ardientes nervios
Y aquella Cruz no es carga de soberbios...
¡ No es un deporte olímpico de Grecia !"

Nadie penetró jamás tan hondamente como el autor
de "El Misionero" en el abismo espantoso del
dolor. Porque él no era un literato que analiza las
almas fríamente como en un laboratorio y descubre
y expone sus lacerias. Era un explorador del alma
humana que se hundió en la selva virgen del sufrimiento,
abrasado por el ansia de aniquilar el mal y
de calmar la angustia de sus hermanos o de hurgar
en sus llagas para excitar en ellos el deseo de curarlas.
Él lo ha dicho también en una de sus conferencias
en el Odeón: "dijo que su musa era una musa extraña,
poco amada de los poetas modernos ; ella era
el amor al bien de los hombres, el amor al hombre
mismo. Y como el hombre mismo — agregaba — no
es otra cosa que un haz vibrante, que un manojo
ardiente de dolores, mi musa es la musa del dolor,
tiene que ser la musa del dolor".
Esa fue la inagotable fuente de energia en que se
inspiró el poeta. En ninguna obra humana, ni siquiera
en el impío y anticristiano infierno dantesco
que parece todo él una maldición gitana, o venganza
calabresa, canta y ruge el dolor universal tan
desesperadamente como en toda la obra de Almafuerte.
Porque él no pinta un dolor externo ni canta sus
dolores personales, aun hablando de sí mismo. Expresa
solamente el trágico dolor que es la esencia
misma de la existencia. No es como Verhaeren, con
quien se le ha comparado, un torturado neurótico
que mira la existencia y la describe a través de su
alma perturbada de refinado hiperestésico.
Almafuerte es un alma equilibrada y pura cuyo magno
corazón sufre con el dolor de toda la humanidad.
El no siente dolores personales, más que aquellos
que brotan del alma universal. Es él mismo el Cristo
negro, santo hediondo, Job por dentro, vaso infame
del dolor, de su "Dios te salve";

"el que aguanta en sus dos lomos
como el peso indeclinable,
como el peso punitorio de cien orbes, de cien siglos,
de cien razas delincuentes."

No existe en toda la literatura una poesía de moral
tan alta, y tan profunda psicología, como ésa
en que se ha volcado todo el secreto del alma atormentada
y formidable de los Redentores y los Cristos.
La gran pasión de Almafuerte, su ídolo más querido,
a quien consagró lo más intenso y hondo de
sus poesías y también sus más rudos apostrofes, fue
la "Chusma sagrada", en cuya tosca alma enorme,
él esculpió la excelsa figura del superhombre futuro,
luchando contra Dios que la moldea.
Y esto no lo realizó en la poesía solamente, como
algunos poetas populares que aún cuando cantan
al pueblo se alejan de él y hasta lo reniegan, sino
con su vida misma, debatiéndose en medio del barro
humano, amasando con las manos de su espíritu
el alma informe de los miserables para forjar un
alma mejor.
Tal obra es superior a la realizada hasta hoy por
los poetas, cuya bestia negra fue precisamente el
pueblo, porque las finas manos ducales y femeniles
de los portaliras no se humillaron jamás a estrechar
las manos puercas y callosas de las almas de
combate, de los hijos del trabajo y del dolor, ni
menos se atrevieron a palpar las fétidas lacerias y
la trágica sarna de la Chusma, por miedo de contagiarse,
Ningún poeta pudo hasta hoy decir con Almafuerte:

"Como madre sensual dejé mi beso

Sobre cada bubón de los leprosos
Y aquellos besos... ¡ ah ! son espantosos,
¡ Pudren hasta la médula del hueso !"

( CONTINUARÁ)...

1 de mayo de 2013

APÓSTROFE AL PECULÂDRON



APÓSTROFE AL PECULÂDRON 

(Al estilo Almafuerte)

“Hace más ruido un sólo hombre gritando
que cien mil que están callados”.
(Gral. Don José de San Martín.)

Tus pestíferas maneras de embaucarme,
son formas de control, burdas estafas.
Asociación ilícita e infame
componen tus alianzas de política y finanzas.

Peculados* y timos te inventaste,
tu faz de bienhechor es una farsa.
Indigentes fabricas en las calles
con técnicas de hurto y usufructo despiadadas.

¿Para qué me sirve a mí? ¿Para qué sirven
garantías de dudosas ‘libertades’?
¿Para que haya impunidad de blancos guantes,
pero no haya honestidad ni sea libre la palabra?

Siendo rico votas leyes contra el pobre
con codicia plutocrática insaciable.
Y escuchando a mentirosas cacatúas
tu poder se perpetúa, despótico y salvaje.

¿Para qué me sirve a mí? ¿Para qué sirve
llenar vientres sin pan, con celulares,
horadando estómagos de infantes
de los miles que por día se retuercen por el hambre?

¿Creerás ser de mi ser, “representante”?
¡Representas al Mefisto del ultraje!
Tendrás hilos de títere cobarde
porque ¡te manipulan con mandatos desde Bílderberg!

¿Será eso la esperada democracia,
el dejarse conducir a la catástrofe?
¿Que nos des de comer como a la hormiga
y nos cagues a lo grande como caga el elefante?

Nos mancillas con oprobios ante el mundo.
¿No te avergüenzan tus mañas inmorales?
Y nos robas el esfuerzo del trabajo
desviándolo a tus cuentas en paraísos fiscales.

Ejecutores, verdugos, caudillaje
de corruptela y ponzoñosa sangre
y al servicio de los Bancos, salvatajes
que dirimen las sentencias en procesos ‘¿judiciales?’

A ti, productor de obscenidades
que gozas riendo mientras la patria arde:
¡Maldito sea el día en que naciste!
Y aunque de ella no es la culpa, maldita sea tu madre.


© Rubén Sada - 26/03/2013


*Peculado: Delito que consiste en el hurto o malversación de caudales del erario público, cometido por aquel a quien está confiada su administración.
Este delito está tipificado en el Código Penal Argentino (Cap.12 Art.223)

PECULÂDRON: Esta palabra no existe en la RAE, pero con ella me refiero a los "políticos que roban los dineros de Argentina y la envían a sus cuentas en Suiza.




30 de diciembre de 2012

EL POEMA " APÓSTROFE " DE ALMAFUERTE ¿ES EXCESIVO? Juicio del Dr. Francisco A. Barroetaveña

almafuerte, apóstrofe, ruben sada, pedro b. palacios,

El poema [Apóstrofe] de Almafuerte ¿es excesivo?

Juicio del Dr. Francisco A. Barroetaveña sobre el poema “Apóstrofe” de Pedro B. Palacios [Almafuerte](Con notas al pie e investigaciones aclaratorias de Rubén Sada)


Sin duda alguna, el Apóstrofe[1] del poeta Pedro B, Palacios ha sido el acontecimiento literario rioplatense del primer mes del año nuevo 1916, aun cuando su fecha, de fin de diciembre, lo constituya el testamento de 1915, al menos la partida de defunción moral del Deux ex machina[2] que agita y ensangrienta al mundo. De seguro también que por la mentalidad del autor, por el rango del procesado y por el alto nivel de la sentencia, puede considerarse al "Apóstrofe" como el “chef-d'œuvre [3] contemporáneo, que difícilmente podrá ser superado en las letras; y debemos felicitarnos por ello los argentinos y felicitar a “LA NOTA”[23] por tan brillante primicia.
Se trata realmente de un poema colosal, de altísimo y comprensivo pensamiento; de un proceso histórico-literario sin ejemplo, para hundir al personaje que aspira, entre catástrofes y sangre, al dominio del mundo; de una serie de inculpaciones, de invectivas aceradas y terribles, de flagelaciones implacables, que al enrostrar en cada canto crímenes extraordinarios de lesa humanidad, cae sobre el gran culpable el castigo  condigno, lógicamente, proporcionado, como el estigma de los siglos, como una lápida enorme, ilevantable.
Suscita tanta más extrañeza esta creación genial de Almafuerte, cuanto que su inspiración 'no nace del dolor propio, ni de su pueblo — pues escribe desde un país que se encuentra a tres mil leguas de los acontecimientos trágicos; abstraído de ellos por una ingeniosa, menguada y lucrativa neutralidad, — sino que nace de principios de moral, de justicia y de humanidad, que los ve naufragar entre horrores, entre vilezas, entre olas de sangre y de lodo. Esta gallarda actitud de Almafuerte desafina en la misión vergonzosa de la literatura refinada, ditirámbica[4] y laudatoria, que florece con frecuencia a la sombra de los césares, de los conquistadores, de los grandes tiranos, que conturban y subyugan al mundo. Desde Sesostris[5], Alejandro[6], César Augusto[7], Luis XIV[8] y Napoleón[9]; desde Tamerlán[10], Atila[11], Nerón[12] y Claudio[13], Felipe II[14] e Iván el Terrible[15], Luis XI[16], Abdul-Hamid[17], Francia y Rosas[18]. — todos esos personajes deformes han contado con la aducción[19] de contados Juvenales[20], Víctor Hugos[21], Dantes[22] y Carducéis.[24]
La excelencia de las virtudes de Almafuerte, la elevación de su estro[25] y de su carácter, la aspiración de justicia y de moral, de derecho y de humanidad, le han llevado a producir una obra maestra, terrible y vengadora, de justicia severa y extrema, como son extraordinarios los atentados que impulsó y que preside el kaiser alemán[26]. Otra faz honrosa del "Apóstrofe", para la Argentina y para el poeta, es que no recuerda nada superior en su género la historia literaria, ni se les ha ocurrido nada por el estilo a los Rostand, Anatole France, Maeterlink, Wells, D'Annunzio y demás hombres de letras de los países aliados, donde se producen, sublevan y atormentan, todos los horrores de la guerra. Si Almafuerte produjo con su "Evangélica" a Miss Cavell[27] la página más brillante sobre la torpe crueldad alemana, que inmoló a la heroína inglesa, su inmortal "Apóstrofe" no será superado por ningún ingenio; y marca a perpetuidad la frente del factor de los desastres que enlutan al mundo y eclipsan los progresos de nuestra civilización, especialmente la fama de las universidades alemanas.
Kaiser Guillermo II, Almafuerte, Apóstrofe,
Almafuerte empieza por desalojar al kaiser del trono de nubes y de omnisciencia levantado hasta el Olimpo por el candor de los extraños y por la adulación cesárea.
Fuera de la tragedia contemporánea, no encontrando en todas sus manifestaciones mentales y aficiones oratorias, musicales, filosóficas, escultóricas, rituales, pictóricas, arqueológicas y poéticas, más que lugares comunes, vanidades amenazantes, como "la pólvora seca", "la espada afilada de mis antepasados"' y algunas trivialidades estentóreas[28], aclamadas por la claque[29] militarista, —principia el poema por llamarle "mentecato", "amoral", "bilioso", "mediocre", "medio histrión"[30], "medio chacal" (por su predilección al terrorismo pretoriano), con "necios cascabeles" y "místicos remiendos", que lo magnificaron a su "inflada medianía", a su "'enorme fatuidad".
En apoyo o disculpa de esta humanización del personaje, basta recordar la teatralidad del kaiser en todo; sus 200 trajes pintorescos, su mínimum de diez cambios diarios de uniformes, su manía ambulatoria, de hablar, de entrometimiento en todo, hasta en representaciones teatrales, en la fábrica Krupp[31] y en ganancias sórdidas de estanco.
El poeta responsabiliza al kaiser de todos los atentados, porque en su omnipotencia cesarista, no los ha impedido, ni castigado, sino estimulado con odios y premios que extravían el carácter y pervierten la moral.
Palacios, con su espíritu generoso y analítico de Germania, abstrae un tanto de los "desplantes" grotescos del kaiser a "los jóvenes artistas de Alemania", reconociéndoles  ''prodigios del ingenio, grave y hondo, noble y fuerte''; ''pueblo manso, que a virtud del cientifismo más brutal que los azotes", lo ha "hundido en el abyecto gran trajín de los insectos laboriosos", de "helado mecanismo", con "disciplina de colmena", "encasillada", "sin historia", "mecánica", "de resortes aceitados", de "inconscientes", "donde todos son felices", "porque nadie es personal"; "democracia subalterna", inalterable, donde la omnipotencia imperial "la somete" a las "liturgias de la higiene", o la "conduce al asalto en batallones", como en plena servidumbre romana, de los emperadores más torpes, más crueles y más locos.
Alguien reprocha al poema de Almafuerte excesivo rigor y crueldad en las flagelaciones implacables de cada canto, sobre todo en el coronamiento aplastador del último verso de los procesos parciales; en las síntesis brillantes de una versificación de oro; en los contrastes despiadados del valor sublime de las enfermeras y de Miss Cavell, entre los escombros y horrores de los campos de batalla, y la avilantez[32] fugitiva del divino kaiser; a quien no ha rozado todavía una sola bala en su fastuosa carrera a la cumbre del cesarismo, que la consiente su nación universitaria arrodillada; entre las mujeres violadas y masacradas y la marina de guerra, embotellada bochornosamente, sin más rayo heroico que los hundidos cerca de Malvinas, aunque empañados por la falta de humanidad en Coronel; en aquellas conclusiones magistrales, al terminar el cuadro de los estragos de la guerra: "¡sin honor la humanidad!"; el final de la matanza de niños belgas: "padre triste, padre lleno de vergüenza"; al juzgar la comunidad del kaiser con Dios: "Charlatán"; al compararlo con los Atilas y Alaricos[33]: "por jactancia, por barbarie enardecida, por llenar de espanto al mundo, por maldad"; en la sentencia dantesca: "para ti la Eternidad", "vida eterna, fuego eterno, sin Plutarcos[34], sin si quiera la sonrisa de Caín el fratricida: dolor pleno, dolor sumo, dolor puro por los siglos de los siglos; y en aquella angustia eterna, tú y Satán".
¿Hay en este poema grandiosas calumnias, exceso de invectivas [35], de cargos deshonrosos y aplastadores, falta de proporción y de equidad entre la delincuencia y el castigo? Se trata, dice el poeta, de "la serie larga y negra de tus crímenes horrendos". ¿Hay en ello calumnia? Reflexionemos sobre el atentado sin nombre contra Bélgica y las crueldades inauditas perpetradas allá; sobre el naufragio del derecho internacional, violando las leyes de la guerra, envenenando el aire, bombardeando poblaciones indefensas y abiertas, asesinando masas de mujeres, ancianos y niños con ataques alevosos, estilo Lusitania (glorificado hasta en las escuelas germanas), Ancona, Arabic, etc.; los tratados, base de la comunidad de las naciones, convertidos en simples "tiras de papel", para la insolencia de las invasiones vandálicas imperialistas; la ciencia, puesta al servicio de la destrucción y de la muerte, en formas condenadas por la moral y la tradición; la moralidad, pervertida por la astucia y el espionaje sin escrúpulos, que relaja todos los vínculos más respetables, en obsequio servil de un predominio criminal; los implacables fusilamientos de mujeres, por faltas leves; las rapacidades y los incendios; la extrema brutalidad en los combates y un odio feroz de pueblo a pueblo, como el proclamado y aun premiado, contra Inglaterra, contra Rusia, contra Servia y contra Italia. Todas estas enormidades, que desconciertan y horrorizan, han sido desatadas sobre el mundo por la guerra de imperialismo conquistador provocada por Guillermo II. No se necesita ser germanófobo para encontrar entre las condenas de Almafuerte y esos atentados, la primordial base del derecho represivo: la proporcionalidad, prescindiendo, naturalmente, de la eficacia de los castigos de la imaginación de los poetas.
El   poema  ''Apóstrofe"  de  Palacios  resplandece  en  las cumbres   del   arte   literario;   no   morirá;   para   encontrarle parangón, hay que elevarse hasta la '' Divina Comedia"; y constituye un timbre de gloria para su autor, para su  carácter y para su moral humanitaria. Muy pronto lo harán circular por el mundo los tipos de Gutenberg, en los idiomas de  Cervantes,  de  Shakespeare,  de Voltaire  y  de Alighieri, perpetuando en las edades más remotas la protesta sublime y valiente del Nuevo Mundo, contra el genio de destrucción que enluta a la humanidad.

Francisco  A. Barroetaveña. Enero,1916.

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[1] Apóstrofe. (Del lat. apostrŏphe, y este del gr. ποστροφή).
amb. Ret. Figura que consiste en dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en dirigirla a sí mismo en iguales términos.

[2] Deus ex machina (lat. AFI: [ˈdeːus eks ˈmaːkʰina]) es una expresión latina que significa «dios de la máquina». Es utilizada para referirse a un elemento externo que resuelve una historia sin seguir su lógica interna. Desde el punto de vista de la estructura de un guión, “Deus ex Machina” hace referencia a cualquier evento cuya causa viene impuesta por necesidades del propio guión, a fin de que mantenga lo que se espera de él desde un punto de vista del interés, de la comercialidad, de la estética, o de cualquier otro factor, incurriendo en una falta de coherencia interna.

[3] “Chef-d'œuvre”. Término francés que significa “obra maestra”.

[4] Ditirambo. (Del lat. dithyrambus, y este del gr. διθύραμβος, sobrenombre de Dioniso).
1. m. Alabanza exagerada, encomio excesivo.
2. m. En la antigua Grecia, composición poética en loor de Dioniso.
3. m. Composición poética, comúnmente de carácter laudatorio, a semejanza del ditirambo griego.

[5] Sesostris I.
Segundo faraón de la dinastía XII, del Imperio Medio de Egipto. Gobernó de c. 1956 a 1911/10 a. C. Fue uno de los reyes más poderosos y eficientes de esta dinastía.

[6] Alejandro Magno. Rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte. Dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de su padre, Filipo, para rebelarse. En 334 a. C. lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos —bajo el liderazgo de Macedonia— contra los persas. En su reinado de 13 años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio Aqueménida y dar inicio a una época de extraordinario intercambio cultural, en la que lo griego se expandió por los ámbitos mediterráneo y próximo oriental. Es el llamado Período Helenístico (323–30 a. C.) Tanto es así, que sus hazañas le han convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su vida.


[7] César Augusto. Primer emperador del Imperio romano. Gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C. (año de su muerte), convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado de la Historia.

[8] Luis XIV de Francia, llamado "El Rey Sol" fue rey de Francia y de Navarra desde el 14 de mayo de 1643 hasta su muerte, con casi 77 años de edad y más de 72 de reinado, en 1715.

[9] Napoleón I Bonaparte (Ajaccio, 15 de agosto de 1769 – Santa Elena, 5 de mayo de 1821) Militar y gobernante francés, que durante un periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi toda Europa Occidental y Central mediante una serie de conquistas y alianzas, y sólo tras su derrota en la Batalla de las Naciones, cerca de Leipzig, en octubre de 1813, se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a Francia y al poder durante el breve periodo llamado los Cien Días y fue decisivamente derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo desterrado por los ingleses a la isla de Santa Elena, donde falleció.
Napoleón es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores operaciones militares conocidas hasta ese momento en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos de la época. Además de estas proezas bélicas, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo estiman un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas, así como uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos.

[10] Tamerlán. Conquistador, líder militar y político turco-mongol, el último de los grandes conquistadores nómadas del Asia Central. En poco más de dos décadas conquistó ocho millones de kilómetros cuadrados de Eurasia.  Entre 1382 y 1405 sus grandes ejércitos atravesaron desde Delhi a Moscú, desde la cordillera Tian Shan del Asia Central hasta los montes Tauro de Anatolia, conquistando y reconquistando, arrasando algunas ciudades y perdonando a otras. Su fama se extendió por Europa, donde durante siglos fue una figura novelesca y de terror, mientras que para aquellos involucrados más directamente en su trayectoria, su memoria, siete siglos después, permanece aún fresca, ya sea como destructor de ciudades del Medio Oriente o como el último gran representante del poder nómada.

[11] Atila (395 llanuras danubianas - Valle de Tisza, 453). Último y más poderoso caudillo de los hunos, tribu procedente probablemente de Asia. Gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en 453. Conocido en Occidente como El azote de Dios, sus posesiones se extendían desde la Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos del Imperio Romano, que en esta etapa final del mismo estaba dividido en dos: El Imperio Oriental con capital en Constantinopla, hoy Estambul, y el Imperio Occidental, con capital en Roma y más tarde en Rávena. Invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans, hasta que el general romano Aecio le obligó a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos en el 451 (Châlons-en-Champagne). Logró hacer huir al emperador de Occidente Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452.
El imperio de los Hunos murió con Atila. Los hunos fueron un pueblo nómada de cazadores y ganaderos. No solían usar la agricultura ni la industria en su organización social, y la escritura era rara vez usada para documentar su historia, por lo que desaparecieron sin dejar ninguna herencia destacada. Lo poco que se sabe de ellos se lo debemos en gran parte a sus mayores enemigos, los romanos. A pesar de todo, Atila se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa, y en gran parte de la Europa Occidental se le recuerda como el paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña. Algunos historiadores, en cambio, lo han retratado como un rey grande y noble, y tres sagas escandinavas lo incluyen entre sus personajes principales.


[12] Nerón Claudio César Augusto Germánico (en latín: Nero Claudius Cæsar Augustus Germanicus, 15 de diciembre del 37 – 9 de junio del 68), fue emperador del Imperio romano entre el 13 de octubre de 54 y el 9 de junio de 68. El reinado de Nerón se asocia comúnmente a la tiranía y la extravagancia. Se lo recuerda por una serie de ejecuciones sistemáticas, incluyendo la de su propia madre y la de su hermanastro Británico, y sobre todo por la creencia generalizada de que mientras Roma ardía él estaba componiendo con su lira, además de como un implacable perseguidor de los cristianos. Estas opiniones se basan fundamentalmente en los escritos de los historiadores Tácito, Suetonio y Dión Casio. Pocas de las fuentes antiguas que han sobrevivido lo describen de manera favorable, aunque sí hay algunas que relatan su enorme popularidad entre el pueblo romano, sobre todo en Oriente.


[13] Tiberio Claudio César Augusto Germánico (Lyon, 1 de agosto de 10 a. C.2 3 — Roma, 13 de octubre de 54 d. C.) Historiador y político romano, fue el cuarto emperador romano de la dinastía Julio-Claudia, y gobernó desde el 24 de enero del año 41 hasta su muerte en el año 54. Su gobierno fue de gran prosperidad en la administración y en el terreno militar. Durante su reinado, las fronteras del Imperio romano se expandieron, produciéndose la conquista de Britania. El emperador se tomó un interés personal en el Derecho, presidiendo juicios públicos y llegando a promulgar veinte edictos al día.
En cualquier caso, se le vio como un personaje vulnerable, especialmente entre la aristocracia. Claudio se vio obligado a defender constantemente su posición descubriendo sediciones, lo que se tradujo en la muerte de muchos senadores romanos.


[14] Felipe II de Austria (o Habsburgo), llamado El Prudente (Valladolid, 21 de mayo de 1527 – San Lorenzo de El Escorial, 13 de septiembre de 1598), fue rey de España desde el 15 de enero de 1556 hasta su muerte, desde cuando fue presentado por sus defensores como arquetipo de virtudes, y como un monstruo fanático y despótico por sus enemigos. Esta dicotomía entre la Leyenda Blanca o Rosa y Leyenda Negra fue favorecida por el propio Rey Prudente, que se negó a que se publicaran biografías suyas en vida y ordenó la destrucción de su correspondencia. Aún hoy en día, la historiografía anglosajona y protestante representa a Felipe II como un ser fanático, despótico, criminal, imperialista y genocida. Sus victorias fueron minimizadas hasta lo anecdótico y sus derrotas magnificadas en exceso, a pesar de que no supusieron grandes cambios políticos o militares, como la pérdida de una parte de la Armada Invencible denominada la Grande y Felicísima Armada debido a un fuerte temporal, que además los historiadores anglosajones "transformaron" en una victoria inglesa.
Durante su gobierno, el Imperio español dirigió la exploración global y la extensión territorial a través del Océano Atlántico y del Océano Pacífico, alcanzando su apogeo y convirtiéndose durante mucho tiempo en el principal país y potencia europea en todo el mundo. Su imperio, el Imperio español, se convirtió bajo su gobierno en el primer imperio global, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes, a diferencia de lo que ocurría en el Imperio romano.

[15] Iván IV Vasílievich (ruso: Иван IV Васильевич), llamado Iván el Terrible (Kolómenskoye, Rusia, 28 de agosto de 1530 - Moscú, 18 de marzo de 1584) fue un zar de Rusia (1547-1584). Es considerado uno de los creadores del Estado ruso. Fue coronado Gran Príncipe de Moscú a los tres años, tras la muerte de su padre. Sin embargo, el reino fue administrado por su madre, que fue envenenada cinco años después de la coronación por clanes boyardos que se disputaban el poder. Fue sometido a las humillaciones de los boyardos, lo que ensombreció su carácter. Fue recluido en el palacio del Kremlin viviendo casi como un mendigo. Este hecho generó en Iván un gran odio hacia los boyardos, y tuvo como consecuencia las constantes persecuciones y matanzas que organizó contra estos clanes. En estos primeros años Iván sufrió desvaríos mentales, ya irreversibles, lo que le llevaba a dar rienda suelta a su ira torturando y arrojando a perros desde las torres. La muerte de su esposa en 1560 acentuó el autoritarismo de Iván IV, quien mostró los primeros síntomas psicopáticos, que, agravados más adelante, lo llevaron a cometer todo tipo de atrocidades -a las cuales debió el apelativo del Terrible- y a una religiosidad exacerbada y próxima al delirio. Entre 1560 y 1564, valiéndose de los «streltsí» y con el propósito de reforzar su poder frente a la aristocracia, desencadenó una sangrienta represión contra los boyardos y el clero, prescindiendo de los consejeros de la Rada. Incluso atacó y devastó en 1570 las antiguas ciudades libres rusas de Nóvgorod y Pskov, y en 1581 dio muerte a su primogénito.

[16] Luis XI de Francia, (Bourges, 3 de julio de 1423 - Plessis-les-Tours, 30 de agosto de 1483). Rey de Francia entre 1461 y 1483. Desde 1456 a 1461 Luis vivió en la corte de Felipe III de Borgoña, donde se le conocía como "La Araña" por su capacidad de tejer conspiraciones en contra de sus enemigos. Para lograr consolidar el poder de la monarquía se sirvió, cuando era necesario, de cualquier instrumento que le resultara útil, así sea la corrupción, diplomacia, intrigas, traición y la guerra.

[17] Abdul Hamid II (En turco otomano: عبد الحميد ثانی `Abdü’l-amīd-i sânî, en turco: İkinci Abdülhamid) (21 de septiembre de 1842 - 10 de febrero de 1918), 34º sultán del Imperio otomano.
Fue el último sultán otomano en poseer poderes absolutos, y el que demoró en unas décadas el advenimiento de la época moderna a Turquía, por sus métodos autoritarios y a menudo despiadados para tratar con las fuerzas separatistas; y sus maniobras diplomáticas, utilizando un poder europeo contra el otro.

[18] Juan Manuel de Rosas (Buenos Aires; 30 de marzo de 1793 – Southampton, Hampshire; 14 de marzo de 1877) fue un militar y político argentino, que en 1829, tras derrotar al general Juan Lavalle, accedió al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Logró constituirse en el principal dirigente de la denominada Confederación Argentina (1835-1852).


[19] Aducción. (Del lat. adductĭo, -ōnis). 1. f. Acción de aducir (Presentar o alegar pruebas).


[20] Décimo Junio Juvenal (en latín Decimus Iunius Iuvenalis, Aquino, actual Italia, 60 d. C. - Roma, 128 d. C.) fue un poeta latino, activo a finales del siglo I y comienzos del siglo II, autor de dieciséis Sátiras. Juvenal traza un retrato ácido y despiadado de sus contemporáneos. En sus propias palabras, es un mundo sobre el cual «difficile est saturam non scribere» (Sátira I–30). A Juvenal se atribuyen 16 poemas conocidos, divididos en cinco libros; todos pertenecen al género romano de la sátira, que, en su forma más básica en tiempos del autor, comprendía una discusión amplia de la sociedad y sus costumbres en hexámetro dactílico.

[21] Víctor Hugo (Besanzón, 26 de febrero de 1802 - París, 22 de mayo de 1885), fue un poeta, dramaturgo y escritor romántico francés, considerado como uno de los escritores más importantes en lengua francesa. Contribuyó de forma notable a la renovación lírica y teatral de la época; fue admirado por sus contemporáneos y aún lo es en la actualidad, aunque ciertos autores modernos le consideren un escritor controvertido. Su implicación política, que le supuso una condena al exilio durante los veinte años del Segundo Imperio francés (1852-1870), permitió a posteriores generaciones de escritores una reflexión sobre la implicación y el compromiso de los escritores en la vida política y social.
Sus opiniones, a la vez morales y políticas, y su obra excepcional, le convirtieron en un personaje emblemático de Francia.

[22] Dante Alighieri (Florencia, c. 29 de mayo de 1265 – Rávena, 14 de septiembre de 1321) fue un poeta italiano. Su obra maestra, La Divina Comedia, es una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista, considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. Participó activamente en las luchas políticas de su tiempo, por lo que fue desterrado de su ciudad natal. Escribió varios tratados en latín sobre literatura, política y filosofía.


[23] La Nota. Semanario argentino cuyo primer número 1 apareció al cumplirse el primer año de la llamada Gran Guerra (14 de agosto de 1915), se publicó en Buenos Aires entre 1915 y
1921. La colección completa es de 312 números y tuvo un carácter político-misceláneo. En un comentario al pie de dicha revista, al citar la obra de Almafuerte, expresa: “Apóstrofe” y “Alemania” de Almafuerte; “Alemania contra el mundo” de Francisco Barroetaveña, con prólogo de Almafuerte. De este libro, que se había publicado primero en El Diario de Láinez, La Nota, en “Bibliografía”, afirmaba: “nos reconforta, pues con la convicción de que el pueblo argentino no ha permanecido en una deshonrosa inconsciencia”. La Nota, nº 63, pp. 1253-1254.

[24] Giosuè Carducci (Valdicastello, Toscana, 27 de julio de 1835 – Bolonia, 16 de febrero de 1907) fue un poeta y escritor italiano. Fue profesor de literatura italiana en la universidad de Bolonia, cátedra que mantuvo durante 42 años. Opuesto al papado, a la monarquía y al sentimentalismo que dominaban la literatura italiana de su tiempo, fue el primer poeta que adaptó con éxito los metros clásicos latinos a la poesía italiana moderna. En toda su obra son notorias la afirmación de su personalidad, su rebeldía e inconformismo —sobre todo en su época juvenil— y su anticlericalismo militante.

[25] Estro. (Del lat. oestrus, y este del gr. οστρος, tábano, aguijón).
m. Inspiración ardiente del poeta o del artista al componer sus obras.

[26] Guillermo II (en alemán: Wilhelm II, nombre completo: Friedrich Wilhelm Viktor Albrecht von Hohenzollern; Berlín, 27 de enero de 1859 – † 4 de junio de 1941) fue el último emperador alemán (Káiser) y el último rey de Prusia. Gobernó entre 1888 y 1918. Es asociado a la Primera Guerra Mundial y el imperialismo europeo. Guillermo II tenía una personalidad compleja, brutal para algunos, manipulador excesivo para otros, en suma una personalidad que algunos historiadores han tildado de megalómana extrema, poco tolerante y avasallante. No por ello menos inteligente y vivaz, y se ha afirmado que con el tiempo y la experiencia adquirió astucia política y militar.
Varios análisis recientes de documentos sobre su nacimiento, almacenados en los Archivos Imperiales alemanes, han sugerido que Guillermo II pudo también haber experimentado un trauma cerebral en su nacimiento. Los historiadores no han podido determinar si tal incapacidad mental pudo haber contribuido a su agresividad, testarudez y falta de tacto con las personas que lo rodeaban (notablemente su madre) y a la hora de afrontar problemas, lo cual era evidente tanto en su vida política y personal. El káiser tuvo una relación difícil con su madre, quien era fría y estricta con él, y se sentía en cierta manera culpable por la deformidad del brazo izquierdo de su hijo, tratando en muchas ocasiones de corregirla a través de un riguroso régimen de ejercicio y dolorosos sistemas médicos.

[27] Edith Cavell (Swardeston, Norfolk, Inglaterra; 4 de diciembre de 1865 – Bruselas, Bélgica; 12 de octubre de 1915) Enfermera británica condenada a muerte en juicio sumarísimo por un tribunal militar alemán (Primera Guerra Mundial), por haber cobijado en su hospital en Bruselas a hasta doscientos soldados belgas, franceses e ingleses (prisioneros evadidos y pilotos abatidos) y haberles ayudado a huir de Bélgica y reintegrarse a sus puestos de combate. En Bélgica, país donde ella trabajaba como enfermera de la Cruz Roja, se ordena que todos "los heridos peligrosos o sospechosos" sean sacados del hospital. Ella se opone y ayuda a varios de ellos a escapar para que vuelven al combate. Sin embargo, un espía alemán la delata, siendo sorprendida en esta labor. Es llevada a la prisión militar de Saint-Gilles. La noticia asombra y enfurece a los países aliados, así como a varios neutrales como Estados Unidos o España, que solicitan le sea respetada la vida. Los alemanes no escuchan y realizan un juicio sumario, condenándola a ser fusilada el día siete de octubre de 1915 a las dos de la madrugada, hecho que provoca horror e indignación a nivel mundial. Según dijo un oficial del Estado Mayor Alemán posteriormente "ha sido uno de nuestros más grandes errores. No pudimos concebir una acción más impopular".

[28] estentóreo, a. (Del lat. stentorĕus, y este der. del gr. Στέντωρ 'Estentor', personaje de la Ilíada conocido por su fuerte voz).
1. adj. Dicho de la voz o del acento: Muy fuerte, ruidoso o retumbante.

[29] Claque. (Del fr. claque). f. Grupo de personas que asisten a un espectáculo con el fin de aplaudir en momentos señalados.

[30] Histrión. (Del lat. histrĭo, -ōnis).
1. m. Actor teatral.
2. m. Persona que se expresa con afectación o exageración propia de un actor teatral.
3. m. Hombre que representaba disfrazado en la comedia o tragedia antigua.

[31] Krupp es el apellido de una familia de industriales alemanes de los siglos XIX y XX, que creó con el consorcio Krupp la mayor empresa de Europa en su época. Los Krupp se relacionaron estrechamente (salvo durante la República de Weimar) con todos los gobernantes alemanes. Las armas producidas por ellos protagonizaron las guerras europeas desde 1866 hasta 1945.

[32] avilantez. (De vil). 1. f. Audacia, insolencia.

[33] Alarico I (gótico Allareiks 'rey de todos'), nacido en la isla de Peuce, en el delta del Danubio en el año 370 y fallecido en Cosenza en el año 410, fue rey de los visigodos (395–410) de la dinastía baltinga. Acaudilló un ejército visigodo aliado de los romanos (387–395), y se proclamó rey (395–410). El rey Alarico fue crucial en el proceso de descomposición del Imperio romano de Occidente.
Alarico II (¿? – 507) fue rey de los visigodos desde el año 484 hasta que murió en la batalla de Vouillé en el año 507, que enfrentó a los visigodos con las tropas del rey franco Clodoveo I. La derrota de los visigodos en esta batalla marca la desaparición del Reino de Tolosa.

[34] Plutarco de Atenas (ca. 350 - 430) Filósofo neoplatónico de la antigua Grecia que enseñó en Atenas a principios del siglo V. Restableció la Academia platónica en esta ciudad y fue su director. Escribió comentarios sobre Aristóteles y Platón, enfatizando las doctrinas en las que ambos coincidían.

[35] Invectiva. (Del lat. invectīva). 1. f. Discurso o escrito acre y violento contra alguien o algo.

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