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2 de marzo de 2013

LOS MOTIVOS DEL LOBO de Rubén Darío



LOS MOTIVOS DEL LOBO


de Rubén Darío


El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
el lobo de Gubbia, el terrible lobo.
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.

   Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió;
al lobo buscó en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verlo se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!
¡Cómo! —exclamó el santo— ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor?
¿No has de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: ¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y a veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar.
Francisco responde: En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
Está bien, hermano Francisco de Asís.
Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
   Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: —He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. —¡Así sea!,
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

*

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus vastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

   Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

   Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
—En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote —dijo—, ¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...

Rubén Darío

24 de marzo de 2009

ESOS QUE ME CITARON

no a las guerras, poema contra las guerras

En el Aniversario del Golpe Militar que derrocó a un gobierno CONSTITUCIONAL: ¡Nunca más!

(Qué fácil es emitir órdenes para ir a la guerra...
claro está, mientras uno no vaya)


ESOS QUE ME CITARON


A esos,
esos que allá, hace treinta años,
esos que enviándome una carta, me citaron,
los que para aprender a matar me convocaron,
los que el sillón de Rivadavia usurparon,
con la complicidad de un pueblo errado,
y despertaron cuando fueron derrotados.

Esos,
esos que un cartel de "antipatria" me adosaron,
atribuyéndose leyes en sus labios,
mientras robaban la nación con ambas manos,
la deuda externa del país multiplicaron,
y así, a un conflicto nacional nos empujaron,
para ellos, poder perpetuarse con los años.

Esos, 
esos hoy también están, más disfrazados,
son dictadores con disfraz de democráticos.
Viven seguros en sus campos, en palacios,
y las balas, con hambre han reemplazado. 
Han encontrado un método barato,
para tener a los pueblos dominados. 

Su enfermedad de poder sigue aumentando,
y crecen más, sus cuentas en los Bancos.
Importan droga, y la reparten en los barrios,
cargando al joven, un futuro hipotecado.
Organizan el delito con legiones de abogados.
No les importa que se hunda nuestro barco.
Solo les interesa su quinta, no la de al lado,
porque cada vez quieren más, siguen matando.

A esos, y a ustedes va dirigido mi reclamo:
¡Salid, pueblo argentino, del engaño!
No hagan caso, a los que quieren entramparnos.
Que no os convoque nadie para hacer el daño.
¡No olviden nunca los errores del pasado!
¡No vayan pues, a la guerra, como antaño!
¡Cubran de paz, la tierra, como un manto!
...
¡Demuestren, como yo, a los que me citaron,
que el camino equivocaron!

RUBEN SADA, 24-03-2009.

Y ¿qué hubiera pasado tal vez, si yo hubiera obedecido?
Quisieron acobardarme.

rubén sada

4 de julio de 2007

ESPEJOS ROTOS

ESPEJOS ROTOS


Deformes espejos estallan mi psique, 
fantasmas siniestros detonan mis miedos, 
espectros etílicos riegan viñedos,
queriendo empujarme por que yo claudique.

Me quieren quebrar, que mi alma desangre,
al fondo me empujan con desesperanza,
mi escudo de fe lo ha partido su lanza
y brotan los chorros de mi amada sangre.

Flagelo y derrota a mi mente convencen,
talando el coraje con que hube nacido,
suponen desgaste, que ya me han vencido,
idiotas, cobardes que ni a insecto vencen.

¿No saben que es símil la fuerza del odio
que aquella de amor que adornó mi estandarte?
¡Ilusos! No entienden que yo desde el arte
la lírica blando aunque no llegue al podio.


Rubén Sada. 4/7/2007.

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