6 de enero de 2017

CANTO A LA LIBERTAD (del poeta Gerardo Molina)

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Canto a la libertad


  He encontrado la voz para cantarla,
he encontrado la luz para decirlo,
para cantar la rebeldía única
de sus caminos y de mis caminos.

  He encendido mi voz para cantarla
a la luz del heroico endecasílabo:
una y de todos, sí, porque primero
la libertad comienza en uno mismo:

  quererla y conquistarla cada día
con un quehacer irreprochable, límpido,
humilde o encumbrado, ello no importa
si labra, en bien de todos, un destino.

  ¡Oh, suprema virtud! ¡Oh, libertad!
Llega su luz atravesando siglos:
desde el albor primero de los tiempos
y el asombro del hombre primitivo

  y en las cruentas batallas, sólo aquellas
que la portaban como ideal y símbolo;
por sobre los verdugos y tiranos,
indestructible fue, igual a un ígneo

diamante, cuya luz irradia siempre
-soñado faro del galeón perdido-.
Inmune a las traiciones y al escarnio
llega su luz atravesando siglos.

  Y la deseo para todos, tanto,
 que me duele el dolor del oprimido;
y una y de todos va, multiplicada,
como los panes y los peces bíblicos

  a forjar la cruzada redentora
de millones de seres desvalidos.
He encontrado la voz para cantarla,
viene su luz atravesando siglos.

  Desprecio a los que medran, los cobardes,
oportunistas y acomodaticios,
victimarios del pueblo, soslayados,
que disfrazan de amor su despotismo.

  Y amo, sí, a los pueblos irredentos
que pugnan, luchan, se debaten, ínclitos
héroes que con pasión tenaz le buscan
porque con ella no serán vencidos.

  ¡Ser libre en plena noche y en el alba,
en el patrio solar o en el exilio!
Cierta tiende oriflamas sobre el orbe
y es real su fantasma fugitivo.

  Igual a una canción que no detienen
en el alma del hombre los esbirros
del mal, ¡la libertad hacia la aurora
es lucha, certeza, esperanza y grito!

Autor: Gerardo Molina

Primer Premio Poesía, Certamen Literario Internacional, 
“Alas del Alma”, Buenos Aires, 2013.

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LIBRE






2 de enero de 2017

EL AMANECER (Poema de Enrique Momigliano, para Rubén Sada)

EL AMANECER

a Rubén Sada


Está clareando en Comodoro,
ya es primavera en el “nueve”,
alguien bebe whisky sin aforo,
para ahuyentar un sueño leve.
-
La noche trae fiera añoranza,
de mujer y de pago lejano,
al oficial que hace balanza,
entre el deber y ser humano.
-
Piensa mucho en el prisionero,
que meses lleva en agujero,
y muy terco sostiene su credo,
por ser “testigo”, fiel y certero.
-
Objetó arma y uniforme,
rechazó el saberse soldado,
por tenerla por monstruo informe,
negó a la guerra ser llevado.
-
Encarcelado por peligroso,
torturado por ser convencido,
aislado por no ser contagioso,
extraño rebelde decidido.
-
Además canta todo el día,
incómodo ministro cristiano,
y hasta escribe poesía,
en rollos que oculta su mano.
-
Por momentos sabe recelarlo,
oscuro traidor le parece,
en otros llega a admirarlo,
y cree que un alivio merece.
-
Gana la disputa el humano,
busca al reo en calabozo,
con soldados de armas en mano,
interrumpe su triste reposo.
-
Apuntado a playa conduce,
al preso que ya nada comprende,
frente a la aurora que luce,
sobre mar que lento se enciende.
-
De frente al azul infinito,
de espalda al fusil asesino,
el rebelde se cree bendito,
en la hora final del destino.
-
Pero esa bala nunca llega,
mientras el astro rey se eleva,
y la duda al reo anega,
el oficial intriga devela.
-
“La pausa usted necesitaba,
ver que aún había belleza,
tras esos muros que confinaba,
su ser no exento de grandeza”
-
El ministro es todo sollozo,
ora llora libertad perdida,
ora ríe de súbito gozo,
por la esperanza renacida.
-
Volverá a su celda el reo,
al inmundo pozo de carencia,
más ya no le sabrá tan feo,
pues solo necesita paciencia.
-
Entre locura y esperanza,
un solo instante alcanzaba,
humanidad entre acechanza,
de algun oficial que dudaba.
-
Enrique Momigliano
Buenos Aires, 24 de diciembre de 2016

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