25 de octubre de 2018

FRENTE AL TRIBUNAL



FRENTE AL TRIBUNAL


Allí, frente al tribunal,
con grilletes en mis manos           
y la fe de los cristianos,
oí el fallo judicial.
El proceso “criminal”
por que se me sentenció,
fue un teatro que duró
un breve eterno minuto
en el que un juez "absoluto"
a prisión me condenó.

Antes de dictar sentencia
diéronme oportunidad
de pronunciar mi verdad,
en un instante de audiencia.
Sin solicitar clemencia,
sin testigos ni jurado
más que un rojo cortinado,
fui condenado en el juicio
y ante el juez de tal desquicio
yo fui mi propio abogado.

Y alegué, por mi defensa,
no escapar como un cobarde,
de mi fe nunca hice alarde,
mi valentía fue inmensa.
Sin ningún delito, ofensa,
me hube allanado a su ley,
con el ímpetu de un buey
miré siempre a la esperanza,
yo fui de la gente mansa
que tiene a Dios como rey.

“Yo declaro en mi defensa
que no he de empuñar fusil,
y en ningún conflicto hostil
mi neutralidad se trenza.
La paz es mi recompensa,
la guerra es siempre macabra,
la poesía me labra,
de Jesús soy seguidor,
mi armadura es el amor
y mi arma es la palabra”.

Pero el juez no lo aceptó,
su libreto estaba escrito,
su mazo me hizo un proscrito
y la decisión tomó.
En minutos me dictó
tres años bastante largos,
con más un mes de recargo,
un escarmiento ejemplar,
nunca lo habré de olvidar,
“desobediencia” fue el cargo.

Un juez, de aquella ley preso
y un preso de ideas libres,
dieron distintos calibres
en un tribunal expreso.
En idéntico proceso
los dos tienen frente un cisma,
la misma ley los abisma,
al juez lo ata, encadena,
y al reo, aunque lo condena
lo hace libre, y es la misma.

© Rubén Sada. 25/10/2018.



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