30 de enero de 2022

LAMENTO DE UN CAMIÓN ABANDONADO

 

LAMENTO DE UN CAMIÓN ABANDONADO

 

—¡Qué triste y abandonado
me siento aquí en la vereda!
Soy un cadáver que hospeda
llagas de hierro oxidado.
La maleza me ha abrazado,
me ha cercenado hasta el busto,
me está absorbiendo el arbusto
que ultraja al mismo progreso,
y mi caja es piel y hueso
que está muriendo de susto.
 
—Recuerdo activas jornadas
con cargas de sol a sol,
y hoy estoy en el Seol
durmiendo en noches heladas.
Mis gomas están cuarteadas
y oxidé mis cojinetes,
no me cargan más paquetes,
pues no me puedo mover,
¡no me quiere ni el taller!
Ya no puedo hacer más fletes.
 
—Recuerdo cuánto alimento
yo abastecí al almacén,
yo cargaba más que un tren
del Ferrocarril Sarmiento.
Hoy tengo el destino cruento
del que los amados huimos,
y aunque el yuyal me da mimos
ya estoy cerca de la muerte,
bofetadas de la suerte
que los viejos recibimos.

—Recuerdo las vacaciones
cuando lo llevé a mi dueño,
y le hice cumplir su sueño
por muchísimas regiones.
Mi caja con dos colchones
le dio el confort de un hotel,
conocimos un vergel
con gastos de poco y nada,
y a su china enamorada
le di la luna de miel.
 
—Recuerdo en la nona luna
cuando se cumplió la fecha,
fui más veloz que una flecha
por llegar a la comuna.
Y en el hospital, la cuna
recibió un pañal de gasa,
y de un pecho que rebasa
se alimentó la alegría
y los tres, al tercer día
fuimos felices a casa.
 
—Pero el niño hoy es adulto
y se compró un camión nuevo,
ha llegado mi relevo
y quedé para el insulto.
¡Yo soy un camión de culto
y a morir no me resigno!
Si no hay futuro benigno
que me den en adopción,
o me den compactación
en un cementerio digno.
 
©Rubén Sada. 30/01/2022. 
Se utilizó una figura retórica llamada PROSOPOPEYA, con la que se hace hablar a algo que no puede hablar ni tiene vida, personificando al objeto.

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