27 de diciembre de 2018

ROMANCE DEL MOSQUITO

ROMANCE DEL MOSQUITO

Yo me estando en la mi cama,
   tres horas antes del día, 
soñé que alguien se acercaba
    a la cabecera mía,
pensé que venía a verme
   aquella que más quería.
Eché mano hacia la puerta
    a donde una luz había,
y sólo viera un mosquito
    cerca de la cama mía.
—Por Dios te ruego, el mosquito,
   por Dios y Santa María,
que me dejes tú dormir
   hasta que amanezca el día.
—Sólo te puedo dejar
   media hora no cumplida.—
Ya me arrebocé en la sábana,
    tapé la cabeza mía;
la sábana era de holanda,
    que en el agua no se vía,
de la lanza del mosquito
    ella no me protegía.
No pasó la media hora,
   su trompeta retiñía;
pronto me dio tres lanzadas,
    las tres fueron muy sentidas:
la prima fuera en el hombro,
    la otra en una mano mía,
la tercera la peor,
    que en la nariz me hería.
Salto diera de la cama
    y me puse una camisa,
me fuí al cuarto de baño,
    por ver si me protegía;
el mosquito era guerrero,
    hasta allí me perseguía.
Me puse bajo la ducha
    a ver si llegaba el día.
Allí me hablara el mosquito,
    muy mal me amenazaría:
—No será sólo una noche,
    todas te acompañaría;
aunque estemos en Otoño,
    está ya trocado el clima,
paciencia, hombre, paciencia,
    que es Alá quien a mí envía,
tendrás que ponerte un burka
    o aguantar mi compañía,
y nadie conocerá
    el sexo que tú tenías.
—Tate, tate, el mosquito,
    no hables en demasía,
que tengo yo una raqueta,
    que me trajeron de China
que apretándole un botón
    se parece a una parrilla
y vas a hacerle a Lorenzo
    en el cielo compañía.

AUTOR: Gerald Widemann