1 de febrero de 2024

ANTE LA PUERTA DEL CIELO

 

ANTE LA PUERTA DEL CIELO

 

¡Se cerraron muchas puertas
ante mi propia nariz!
Yo, que he sido un aprendiz
viví décadas inciertas.
¿Tentativas? ¡Muchas! Muertas
de insomnio, pena y desvelo.
Hoy, que tengo poco pelo
se me ha cerrado una más
y me han empujado atrás
ante la puerta del cielo.
 
Todavía no es mi turno
y me han mandado de vuelta,
mi audiencia no está resuelta
y no me quiere Saturno.
En un sueño taciturno
se ha diluido mi anhelo,
y se mojó mi pañuelo
pero aún no es la hora,
vuelvo a ver la nueva aurora
ante la puerta del cielo.
 
Tendré la oportunidad
de seguir haciendo el bien,
ser columna o ser sostén
de alguien en adversidad…
De alumbrar la oscuridad
y ser bálsamo al orzuelo,
de ser alas de algún vuelo
o prestar alguna mano,
todavía es muy temprano
ante la puerta del cielo.
 
Atónito ante el umbral
giro ciento ochenta grados,
y en mil caminos andados
vuelvo al tránsito inicial.
No me quiere ese portal
y me repatrio a mi suelo,
cambié el réquiem del consuelo
por una canción de cuna,
prefiero el sol, no la luna,
ante la puerta del cielo.
 
No me dieron bienvenida
ante el dintel de esa puerta,
para mí no estuvo abierta
ni me dieron la acogida.
La carrera de la vida
sigue en su poetizar,
mientras tanto, en este lar,
con versos de caramelo,
obligo a esperar al cielo:
El cielo puede esperar”.*
 
© Rubén Sada. 1/2/2024.

El verso final (El cielo puede esperar) fue acuñado por primera vez por Harry Segall en 1938 para su obra de teatro.
 
 

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