13 de diciembre de 2020

YO SOY EL HORNO DE BARRO

 

YO SOY EL HORNO DE BARRO

 

Yo soy el horno de barro
que cocina el rico pan,
que en un mantel servirán
junto al mate o café en jarro.
Mis peripecias te narro
con valores que atestiguo,
de mi origen averiguo
en milenios de existencia,
¡soy asombro de la ciencia,
un invento muy antiguo!
 
Fue mi cuna una de arcilla
con las manos, amasada
por gauchos de madrugada
mezcla de Pampa y Castilla.
¿Mi forma? Da maravilla
mi perfil abovedado,
igual a un cielo estrellado
del que me copio y lo tomo
como bóveda de un domo
de unos ciento ochenta grados.
 
Los pájaros me hacen coro
cuando miran de una rama,
mientras perfume derrama
mi humito gris incoloro.
Al patio interno decoro
siendo útil y capaz,
no consumo luz ni gas,
y es crisol mi piel de tierra,
parezco un casco de guerra
pero soy horno de paz.

Con mi calor refractario
te cocino lo que quieras,
solo ponle unas maderas
y dedícale un horario.
Mi catedral es santuario
de la familia en reunión,
dentro mi caparazón
no hay comida que no siembre,
y en las noches de diciembre
puedo hacer hasta un lechón.
 
Pero mi producto estrella
sin ambages es el pan,
que amasa con mucho afán
y amor, la madre más bella.
El aroma que descuella
es la dulce tentación
que obnubila la razón
y no ofrece negativa
cuando ella reparte, altiva
su hogaza con chicharrón.
 
Desde mi boca de fuego
me gusta observar la mesa,
y mi gratitud te expresa
que por la familia ruego.
¿Que soy fango? ¡Desde luego!
Pero esto no es bizarro.
A mi origen hoy me amarro
como utensilio de bien,
después de todo, también
el ser humano es de barro.
 
© Rubén Sada. 13/12/2020. 
Se utilizó un recurso literario llamado PROSOPOPEYA, en el que se hace hablar a objetos inanimados o atribuir cualidades propias de un ser racional a uno inanimado.

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