28 de febrero de 2019

DE OFICIO: CHARLATÁN. DE PROFESIÓN: OPINÓLOGO


DE OFICIO: CHARLATÁN.
DE PROFESIÓN: OPINÓLOGO

“La opinión de 10000 hombres no tiene ningún valor
si ninguno de ellos sabe nada sobre el tema”
(Marco Aurelio)


Se respiran libertades
y de acallarlas no hay modo,
todo el mundo habla de todo
alegando sus verdades.
Expresar barbaridades
les provee “categoría”,
hablan sin bibliografía,
de prueba y datos prescinden,
y hoy la carrera que rinden
es la de opinología.



Para ser un opinólogo
solo hay que poder hablar,
estar bien presto a opinar
y decir un buen monólogo.
Se los exime de prólogo,
y el saber no califica,
el criterio no se explica
y opinan sin fundamento,
pura opinión, puro cuento
que hoy en TV se replica.


Y opinan de economía
un doctor o una abortera,
o la ilustre cocinera
de cualquier rotisería.
Un mecánico sin guía
opina de un homicidio,
un capellán con subsidio
opina sobre un fiscal,
y el caso ya es un barrial,
si fue crimen o suicidio.


Luego opina un panadero
sobre leyes astrofísicas,
y con ciencias metafísicas
da el diagnóstico un cartero.
Con la epopeya de Homero
da argumento cautelar
la amiga de un familiar
que acertó en las elecciones,
y tiran más opiniones
que en “Polémica en el bar”.


Opina una impresentable
solo por ser “la hija de...”,
y hasta opina un balompié
sobre un balance contable.
Expresan de un modo amable
que lo “contó un pajarito”,
y se va esparciendo el mito...
¡Si tuvieran que pagar!
No cuesta nada opinar
siempre y cuando sea gratuito.


Por eso es que entré en concurso
también para recibirme,
y un diploma les confirme
que habré de aprobar el curso.
Es la opinión mi discurso
de todo tema y teoría,
y al ver que tanta osadía
hace a todos a opinar
también me he puesto a estudiar
“Doctor de Opinología”. 


© Rubén Sada. 28/02/2019.


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