20 de enero de 2019

SEYCHELLES, PARAÍSO FISCAL


SEYCHELLES, PARAÍSO FISCAL

Luego de la misteriosa y secreta parada de Cristina Kirchner en estas islas, es bueno investigar de qué se tratan y qué se hace allí.
Seychelles es un archipiélago formado por 115 islas ubicadas en el océano Índico, al noreste de Madagascar. Son un importante destino turístico internacional, con un creciente número de visitantes que desean conocer las playas y la fauna de este maravilloso paraíso tropical. Su población fija es de 90.000 personas. Seychelles ha sido durante siglos el escondite elegido por piratas a la hora de esconder sus botines o hallar el mejor refugio en un alejado paraíso y como consecuencia, la leyenda cuenta que las islas aún conservan tesoros de un valor incalculable escondidos por dichos bucaneros. 

Son 100% seguras: Seychelles es uno de los pocos lugares del mundo en el que no existe ningún riesgo o peligro natural real. A pesar de la frondosidad de sus bosques tropicales, en éstos no habitan serpientes ni hay arañas venenosas, en sus playas nunca se han visto tiburones carnívoros, ni existe riesgo de contraer malaria, lo que las convierte en uno de los paraísos naturales más seguros del mundo. Su capital, Victoria, es la capital más pequeña del mundo. Se puede explorar a pie en menos de un día.

Las Islas Seychelles son un sitio apropiado para constituir sociedades offshore y así figuran en el sitio oficial Paraísos Fiscales. En sentido general, un paraíso fiscal es un país que exime del pago de impuestos a los inversores extranjeros que mantienen cuentas bancarias o constituyen sociedades en su territorio y donde típicamente conviven dos sistemas fiscales diferentes. El Banco Central de Islas Seychelles regula todas las actividades financieras, siendo también responsable de las sociedades offshore el Seychelles International Business Authority (SIBA). Se concede un único tipo de licencia bancaria offshore, para la cual el capital mínimo debe ser de 2.000.000 dólares americanos. Por lo tanto, muy pocas personas en el mundo podrían depositar su dinero en algún Banco de Seychelles. Aún así, analistas explicaron que constituir una sociedad anónima o IBC en un paraíso fiscal "es tremendamente sencillo y rápido". Se habla de compañías que pueden conformarse, dependiendo de la jurisdicción, con un valor que ronda entre los 1.500 y 2.000 dólares. Las principales características que poseen "son el secreto bancario y la exención de impuestos". "Estos factores fueron fundamentales para que proliferaran en el planeta, ya que son ideales para el blanqueo del dinero “sucio” de las actividades “ilícitas”, advirtió el especialista. De esta manera, se convierten en excelentes refugios no sólo para quienes no quieran pagar impuestos, sino también para quienes tienen la necesidad de esconder fondos. El sector bancario es muy estable y el nivel de servicio es relativamente alto. Paraíso fiscal al fin, la ley de secreto bancario es estricta, prohibiéndose la revelación de datos financieros, excepto en el caso de una orden judicial emitida por una corte local.

LA INVESTIGACIÓN SECRETA

Una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas nos adentra en la turbia realidad de uno de los paraísos fiscales que más ha crecido en los últimos años. Sus habitantes nos cuentan cómo lavar y esconder dinero es allí una rutina y una forma de vida.

En otoño de 2012, dos desconocidos procedentes de África se presentaron en las Seychelles. A diferencia del príncipe Guillermo, Kate Middleton y otras celebridades que viajan a Seychelles, estos visitantes no acudieron a disfrutar de la belleza natural y los hoteles de lujo. Los africanos estaban allí, decían, para realizar negocios en el centro financiero offshore de la capital. Se dirigieron a las oficinas de "Zen Marino", una de las decenas de compañías que se prestan como "empresas fantasma" para clientes de todo el mundo. Los africanos explicaron que representaban a un individuo que sirve como un "oficial de enlace entre el Gobierno de Zimbabue y las ricas minas de diamantes". Para cualquier persona que entiende el nexo de la corrupción y el lavado de dinero en los países económicamente pobres, ricos en recursos naturales, esta declaración debería haber levantado sospechas. Pero antes de que los misteriosos visitantes pudieran dar más detalles comprometidos, un representante de Zen Marino cortó en seco. "Sí, sí, pero no queremos saber de eso", dijo, riendo entre dientes. "Si entramos en conocimiento de eso, se complicaría mucho la cosa. Así que no he oído una palabra de lo que dijo en el último par de minutos". Después, el empleado de Zen Mario explicó a sus interlocutores cómo podrían crear una empresa en Seychelles y ocultar la identidad de quien estaba realmente detrás de todo ello mediante la creación de una estructura de propiedad laberíntica que colocase, como dijo textualmente, "una empresa dentro de una empresa, dentro de una empresa". La compañía de Seychelles sería controlada por otra empresa en Dominica, que sería a su vez controlada por una sociedad en Belice, y así sucesivamente. Cualquiera que tratase de descubrir el verdadero dueño nunca sería capaz de seguir el rastro, desperdigado por el planeta. "Es imposible", dijo el empleado de Zen Marino. "Nadie va a intentar perseguir ese tipo de información”. La conversación se puede citar literalmente porque los dos presuntos clientes africanos no eran en realidad emisarios de un intermediario corrupto de un país arrasado por la pobreza. Eran, por el contrario, periodistas encubiertos que realizaban un reportaje de cámara oculta para un programa de televisión de Al Jazeera. Su documental, que fue emitido poco después de dicha visita, provocó una ola de escándalo en este remoto paraíso fiscal, un lugar que se ganó una reputación como un imán para los príncipes árabes, inversores chinos, piratas, fugitivos, mercenarios, mafiosos y forasteros que quieren ocultar su dinero o disfrazar sus actividades empresariales. 

Gracias a su industria de alta mar, las Seychelles, un archipiélago con menos población que la provincia de Soria (España), mantiene un papel “protagonista en los anales de la corrupción internacional y el lavado de dinero”.[...] La historia de las islas ofrece el relato de cómo en los últimos años ha emergido un nuevo tipo de paraíso fiscal: más pequeños, más difíciles de controlar y fuera de la órbita occidental. Apoyan un sistema que estaría abasteciendo a traficantes de drogas, estafadores, blanqueadores de dinero y altos patrimonios de evasores de impuestos, alimentando la corrupción y la pobreza en todo el mundo. Según una estimación, algo así como 32 billones de dólares de riqueza financiera privada se encuentran ocultos en paraísos fiscales, el equivalente al PIB anual de EEUU, China y Japón combinados (o el 25% del PBI “mundial”). Situados en lugares remotos, estos refugios financieros escasamente poblados han sobrevivido a pesar de que los países desarrollados y las organizaciones internacionales llevan dos décadas prometiendo cerrarlos. Pero lejos de perderse, Seychelles y otros escondites más pequeños se están convirtiendo en los jugadores más importantes en el mundo offshore, más que EEUU, Reino Unido y otras potencias mundiales, que en los últimos años han aprobado leyes y puesto en marcha iniciativas multinacionales orientadas a tomar medidas enérgicas contra la evasión transfronteriza y el lavado de dinero. Durante el último año, organizaciones internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han intensificado su presión sobre Suiza, las Islas Vírgenes Británicas y otros paraísos financieros europeos. Para los blanqueadores de la mafia rusa, por ejemplo, el empuje de la OCDE sólo ha aumentado el atractivo de lo que Euan Grant, un exfuncionario de aduanas del Reino Unido que ahora trabaja como consultor en temas de lavado de dinero, llama a los "nuevos paraísos" (estados independientes y pequeños que operan fuera de la órbita política occidental). “Estamos hablando de Singapur, Emiratos Árabes Unidos y, cada vez más, Islas Mauricio y Seychelles", dice Grant. Para el Gobierno de Seychelles los beneficios de la industria offshore son evidentes y la riqueza se acaba filtrando a los 89.000 habitantes de las islas. Juzgado estrictamente sobre una base per cápita, las Seychelles tienen una renta que supera los 25.000 U$D, la más alta de África. "Somos una nación de oportunidades", suele decir el presidente del archipiélago, James Alix Michel. Registros secretos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación indican, sin embargo, que Michel podría estar buscando las oportunidades para sí mismo en otras tierras. Dichos papeles, publicados en la base de datos de ICIJ Offshore Links, apuntan a James Alix Michel como único accionista de Soleil Overseas Holding Ltd., una entidad creada en las Islas Vírgenes Británicas en 2007. La dirección que aparece en los documentos, además, coincide con la ubicación de la residencia presidencial. Un portavoz del Gobierno se negó a decir si el presidente Michel ha tenido participaciones en alta mar y el propio presidente se negó a responder a las peticiones de entrevista, así como a una serie de preguntas enviadas por correo electrónico. Llueve sobre mojado. Un cable del Departamento de Estado de EEUU de 2008, aireado por WikiLeaks, indica que los funcionarios estadounidenses están convencidos de que "la corrupción es la razón fundamental de por qué un país tan rico como Seychelles (...) ha sufrido problemas económicos tan persistentes, (...) que ahora exige un rescate 2.100 millones $ del Fondo Monetario Internacional”. 

Es el primer paraíso fiscal socialista. Hasta finales del siglo XVIII, Seychelles permaneció deshabitada. Los primeros pobladores fueron comerciantes franceses que establecieron una pequeña colonia en el flanco oeste de Mahé, la isla más grande del archipiélago. A principios del siglo XIX, Seychelles había pasado sin derramamiento de sangre a manos del imperio británico. En 1971, abrió un aeropuerto en la costa noreste de Mahé. La infraestructura turística pronto le siguió: hoteles, tiendas de recuerdos, ferrys, casinos, paseos en helicóptero. Cinco años más tarde, en 1976, Inglaterra otorgó la independencia a las islas.  Pero el microestado tuvo un comienzo duro: meses después de que James Mancham asumiese el cargo de primer presidente de la nación, este fue derrocado en un golpe de Estado organizado por su primer ministro, el socialista France-Albert René, que se aferró al poder con el apoyo de James Michel, quien fue su ministro de Finanzas y posterior vicepresidente. También se apoyó en un italiano llamado Giovanni Mario Ricci, uno más en la larga lista de extranjeros que se trasladaron a Seychelles para hacer una nueva vida. René y Ricci crearon lo que era, en esencia, el primer paraíso fiscal socialista del mundo: la Seychelles Trust Company, que mantuvo los derechos exclusivos para incorporar sociedades offshore en las islas. Desde su base en las Seychelles, Ricci estableció intereses empresariales en dos docenas de países de todo el mundo, haciendo negocios con lo que el historiador Stephen Ellis llama “esas empresas claramente inusuales”. Entre ellas una llamada  “International Monetary Funding”, or IMF, un nombre que parece ideado para hacerse pasar por el Fondo Monetario Internacional. Años más tarde se supo que Ricci, al igual que muchos extranjeros que acuden a Seychelles, no era exactamente quien decía ser. El padre de la industria offshore en el archipiélago era, de hecho, un ilustre criminal financiero antes de encontrar su hogar en el paraíso tropical. Incluso podría estar asociado a la mafia italiana. Ricci fue condenado por fraude en Italia en 1958 y más tarde, por posesión de dinero falsificado en Suiza. Llegó a las Seychelles tras ser expulsado de Somalia en circunstancias misteriosas. 

Es el nido del fraude fiscal. En muchos sentidos, Victoria es una típica capital africana, con construcciones bajas, repleta de polvo y ruidosa. Desde la torre del reloj en el centro de la ciudad, una carretera gira hacia el mar y la otra hacia la cresta de Trois Frères, los acantilados de granito que protegen la ciudad de los elementos. La actividad offshore se concentra en la plaza principal, en una serie de desagradables complejos de oficinas de varios pisos. Contables y oficinistas trabajan en cubículos idénticos, de paredes blancas, con mostradores llenos de carpetas. Salen a almorzar a uno de los muchos clubes para miembros de la ciudad y pasan las tardes recibiendo un flujo constante de clientes extranjeros o hablando por teléfono con abogados europeos y americanos. Paul Chow es un exmiembro del Parlamento de Seychelles y un jugador con gran experiencia en el negocio offshore. En el reportaje de Al Jazeera del que hablábamos al principio fue citado diciendo que "no deberíamos estar sorprendidos por lo que vimos y escuchamos", ya que “cualquier tipo de conducta poco ética queda sin castigo o simplemente se mete bajo la alfombra: así opera todo el mundo”. Chow es bajito, con pelo canoso, piel aceitunada, labios delgados, y unas raíces familiares enclavadas en Seychelles. A principios de la década de 1920, su padre, un profesor de Cantón (China), se dirigía a Madagascar, pero se encontró varado en Victoria, sin un billete de barco de vuelta a China. Se casó con una mujer de Seychelles y tuvieron seis hijos. Paul –ahora tiene 62– es el más joven. Chow se metió en problemas tras el golpe de Estado, pasó años en el exilio y regresó a Seychelles cuando la presión internacional ayudó a celebrar las primeras elecciones multipartidistas. Se presentó y pasó cinco años en el Parlamento; más tarde, dio un paso hacia atrás y abrió una empresa de servicios offshore (una opción por otra parte popular para expolíticos con conexiones y dinero en efectivo). El modelo de negocio, explica Chow, es sencillo. Un abogado o contable en EEUU, Europa o Israel lo contacta en nombre de un cliente adinerado. Después Chow establece una empresa en Seychelles, con su cliente como principal accionista. Él se queda una tarifa por cada empresa que establece y cobra otra por la producción de los documentos que los clientes necesitan para abrir una cuenta bancaria. Su firma, FIFCO Marino, ingresó 300.000 dólares el año pasado, una pequeña fortuna en África. "Las Islas Vírgenes Británicas registran 30.000 empresas cada año. Nosotros en las Seychelles llevamos aproximadamente 11.000. Nos estamos poniendo al día”, dice Chow. Seychelles gana terreno porque, a diferencia de Mauricio y otros paraísos, se ha enfrentado a la presión que ejercen la OCDE y otras potencias y organismos. "Mauricio cometió el error de seguir las reglas", dice Chow. “Siguieron las recomendaciones de la OCDE y mataron a sus sociedades offshore”. En su opinión, Seychelles no tiene que hacer nada de lo que dice la OCDE, ya que el "no tiene poder, son sólo un think tank. Chow nos cita para conversar en el Seychelles Yacht Club, un club hoy venido a menos que fue establecido en 1964, cuando la isla aún estaba bajo el dominio británico. En su interior, hombres blancos de mediana edad comen pescado frito y lo riegan con botellas de Seybrew, la cerveza local. Nos explica que podría postularse para presidente en 2016 y dice no ver ningún problema en las “puertas giratorias” que comunican la alta política y la industria offshore en las islas. 
Y para evitar seguir hablando de ello, cambia de tema:
–¿De dónde viene el vicepresidente (de EEUU) Joe Biden? ¿Cómo se llama ese estado?
–De Delaware. Delaware, un pequeño estado situado entre Washington y Nueva York, acoge varias compañías anónimas que le han granjeado una siniestra reputación como paraíso de estafadores y traficantes de armas. Chow cita un reciente estudio según el cual EEUU fue uno de los lugares más fáciles del mundo para iniciar una empresa fantasma anónima. En EEUU, según él, “no te piden nada”. Los esfuerzos de las potencias occidentales, incluido EEUU, por atacar santuarios marinos como las Seychelles han quedado socavados por preguntas acerca del propio papel de las grandes naciones en permitir –y beneficiarse– del sistema offshore. Al igual que otros operadores, Chow piensa que es injusto culpar a su país cuando las naciones ricas y poderosas son tan culpables o más del flujo de dinero cuyo origen no es posible averiguar. En esencia, si el resto del mundo lo hace, “¿por qué no va a poder Chow?”. 

—Contribuido de "EL CONFIDENCIAL" (España). 
AUTOR: MATTHEW SHAER / MICHAEL HUDSON.