25 de junio de 2010

ORACIÓN POR MI ENEMIGO (de Armando Tejada Gómez)

amor enemigos
Amar a los enemigos


Armando Tejada Gómez

Oración por mi enemigo

El enemigo es breve como un siglo,
algo más que un colmillo, menos que una araucaria,
suele esperar afuera, repta detrás del viento,
puede herir a mi hermano si se demora el alba.
El enemigo es breve, pero puede hacer daño:
cortar un gajo ahora, envenenar mi canto,
puede hacer que me nazcan cuchillos de los dientes
y buscarme la boca para luego acusarme.
El enemigo sabe que no tengo parientes
ni blasón en la puerta ni abuelos magistrados,
puede hurdir que soy vago y mal entretenido
y mostrar las hilachas de mis antepasados.
Puede, como ha podido todo este breve tiempo,
pasar gato por liebre y comerse el venado
mientras la buena gente me mira a la intemperie
y en tanto se persigna me da vuelta la cara.
Es un Goliath de hierro el enemigo mío:
gigantesco, electrónico, atómico, blindado,
pero es breve, epidérmico, aéreo, bullanguero
y olvida entre su estrépito que yo vengo de abajo,
que soy un sacerdote del aire y la madera
y que escribí la biblia entre el dolor y el fango;
que no hay flor en la tierra que no me considere
no digo el jardinero, pero digo su hermano;
que el cereal, el último cereal que nos quede,
lleva en su piel, ardiendo, el calor de mis manos
y que el pan que se come cuando muerde la espiga
le filtra en la saliva el sabor de mi sangre.
El enemigo es loco y breve como un siglo.
Imagina que Cristo es un hombre y tres clavos
y porque nunca supo cuánto dura un rebelde
bebe su hiel y eructa hacia las navidades,
oficia fríos rezos en la misa del oro,
gatilla las tinieblas, bombardea arrozales,
tiene un perro, una amante y dos sicoanalistas
que le amansan la muerte dos veces por semana
y él, que nunca me ha visto ni por fotografías,
cree que ando en su sombra y soy una navaja.
De noche, cuando cae a la estepa del sueño,
cuando lo desenchufan sus enchufados amos,
transpira, grita, salta y enrosca su culebra
igual que una culebra herida por el rayo.
Nadie puede con él dormido ni despierto
ni bonachón ni alegre ni triste ni nostálgico:
ha sido condenado a llevarse a sí mismo
y quién puede impedir que esté solo de a ratos?
Yo que siento y consiento la piedad por la vida,
que amo desde hace siglos la salud de los árboles,
pienso que él debería regresar al origen
y aprender con la flor los rituales del agua.
Pero ¿quién lo desnuda como en un nacimiento?
¿Quién le olvida la sombra, los crímenes, el cáncer?
¿Cómo lo llevo herido a un sitio campesino y digo:
pan o hierba, sin que la vida estalle?
Y acaso, digo acaso porque todo es posible,
¿él puede en lo profundo volver a la inocencia?
¿Puede mirar a un ciervo porque sólo es de música
y no matar su leve sinfonía en el aire?
Él que no entiende nada que no sea de acero,
de dólar consistente, de exacto porcentaje,
¿soportará sin riesgo adentro de su pecho
el enorme estallido del amor en su sangre?
¿Esas detonaciones de los niños en ronda?
¿La madre que los llama con la torcaz y el álamo?
¿No sacará el revólver cuando vea la vida
frágil como la lluvia, desnuda como un cántaro?
¿No empezará de nuevo este torpe asesino
a jugar al guerrero y a comerse el venado?
Yo sé que mi enemigo es breve como un siglo,
un colmillo en cenizas, menos que una araucaria,
hay pueblos que lo asedian delante de los vientos
y ya no tienen tiempo para esperar el alba.
Pobre de mi enemigo, tan breve en su masacre!
Aquí, al pie de los vientos, digo: que en paz descanse.

14 de junio de 2010

POEMA DE LA GARZA Y EL LAGARTO

garza y lagarto


Poema de la Garza y el Lagarto

Fábula en cuaderna vía



A la busca de mosquito que saciase mi acidez,
exploré yo una marisma por primera y sola vez,
pues salió de los juncales, con ansiosa rapidez,
blanca garza pescadora harta ya de sapo y pez.

Prisionero del gran pico, le rogué yo compasión:
Me esperan seis lagartijos, bajo mi gris paredón.
Soy viudo y si no les llevo un jugoso moscardón,
o un saltamontes gigante, morirán de inanición.


Truco típico y muy viejo - replicó la garza. A cien
como tú les he escuchado la misma fábula... Ven,
ven a mi estómago porque tuve hijos yo también.
Reza un buen 
Ora pro nobis y no olvides el amén.

Indúlteme, amiga mía - supliqué temiendo el fin.
No quiera usted que su pico vierta líquido carmín.
Tengo la sangre más fría que mi primo el culebrín.
Mire que soy indigesto como piel de puercoespín.



Muy débiles argumentos, lagarto, los que me das.
No eres mi amigo, tú eres sólo merienda, sin más.
Ven a explorar mi garganta. Buche abajo callarás.
¡No te salva hoy ni Pilatos, mi sabroso Barrabás!


Ay mis hijos lagartijos. Ay qué pena y qué dolor.
Ay que no tendrán jamás a este padre proveedor.
Mi mujer murió y no puede cultivar ningún amor.
¿Qué será de ellos ahora? Qué futuro aterrador…


¡Calla, tonto! - dijo ella. O me vas a hacer llorar.
Vete pronto de esta ría donde el río besa al mar.
Si te vuelvo a ver tan lejos de tu grieta familiar,
te perderás a ti mismo como aguja en un pajar.


Lo que iba hacia tragedia, tuvo así un final feliz.
Ni tan siquiera por rima murió allí ni una perdiz.
Pero si he de ser sincero como luz del astro cid,
yo no soy viudo ni padre; eso fue sólo un ardid.

AUTOR: ELIO MILAY

13 de junio de 2010

POEMA DÍA DEL ESCRITOR





13 DE JUNIO = Día del escritor

(Décimas del Payador Urbano)

Una luna de arrabal
nos atiza las pasiones
para evocar a Lugones
poeta fundacional.
“Lunario sentimental”
de un recuerdo cantarín
con perfume de jazmín
que nos refugia en el eco
del “Romance del Río Seco”
que precediera a su fin.

En el día del escritor
reverbera su destello,
junto a su firma y el sello
de su talento y fervor
-establecido en honor
de su pluma prestigiosa-.
Cuando a su vida tortuosa
se la transfirió al demonio,
nos legó el gran patrimonio
de su distinguida prosa.

Un pantallazo final
para el insigne escritor:
En su libro “El Payador”
la pampa se hace inmortal.
Su ensayo testimonial
es un aporte a la historia
de su pluma gestatoria
que sin el gaucho ropaje,
le rinde culto al coraje
y respeto a la memoria.

Autor: Mario Rojman